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The Black Alien Project

Quiero ser un alien

Tiene la lengua bífida, se ha cortado la nariz, las orejas y medio labio y asegura que solo ha llegado al 31% de su «evolución» [] La detalla en Instagram ante más de 609.000 seguidores

Retrato a The Black Alien en El Raval, Barcelona. |

Viene en son de paz. Es lo primero que uno pregunta instintivamente al ver a un alien. Él asiente, se ríe. Demuestra más sentido del humor que los extraterrestres de las películas.

Hace año y medio que empezó a invadir las redes. Tiene una legión de fans y haters: más de 609.000 seguidores en Instagram. The Black Alien Project, se llama su cuenta. Hablan de él tiktokers y youtubers. «Lo que le gusta a los jóvenes —justifica él— es que yo hago lo que quiero. Gracias a mí se liberan».

Tiene la lengua bífida y verde, la mirada inyectada en tinta, implantes y tatuajes hasta donde alcanza la vista. Se ha cortado la nariz y las orejas. En julio se afiló los dientes y se extirpó medio labio superior. Va detallando la «transformación» en Instagram. Solo ha llegado al 31%. En noviembre —asegura— prevé amputarse cuatro dedos: el meñique y el anular de cada mano.

«No necesito un psiquiatra»

«Sí —resopla—, la gente siempre me dice: ‘Necesitas un psiquiatra, tienes un problema en la cabeza’». ¿Qué le diría a los que le llaman loco? «Yo me siento más normal que la gente que habla de ello —responde—. No necesito un psiquiatra». Pero entiende que no le entiendan. «Sí, es normal —asiente— Es algo muy personal. La gente no puede entenderme. Es muyyy… Muy delicado. Muyyy… Muy profundo».

Nombre terrícola: Anthony Loffredo. 33 años, 1,80, músculos XXL. Entrena dos veces al día. No bebe, no fuma, come sano. «Para equilibrar», dice. Jura que aún le queda algún centímetro sin tatuar. «Siempre falta», sonríe. Sí, sonríe más que un humano estándar. Su amabilidad choca con su fachada de ciencia ficción. «Para mí esto no es mutilar —se pone serio—. Para mí es una evolución. Es MI evolución», recalca. «Pero esa es la pelea de siempre con la sociedad».

Se disculpa por su español. Es francés, de Montpellier. Hace año y medio que vive en Barcelona. En las redes lo tutean como «Antonio». No suele dar entrevistas: últimamente solo ha hablado con dos youtubers. La charla con René ZZ supera los dos millones de visualizaciones. Hay muñecos y tatuajes con su cara, tiene mánager, sobre la mesa hay un posible documental para Netflix. Es ya un fenómeno social, asiente el youtuber René ZZ. «Pero lo será aún más en los próximos años».

¿Por qué? Es la pregunta que le hacen a diario. ¿Por qué? «Porque es algo muy personal que yo siento», responde Anthony. «Es algo que me llama mucho la atención: el mundo extraterrestre. Me llama demasiado la atención».

«Para mí esto no es mutilar. Para mí es una evolución. Es MI evolución», recalca Anthony Loffredo, «pero esa es la pelea de siempre con la sociedad»

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Anthony lleva siete años transformándose en alien. Se habrá gastado unos 30.000 euros, calcula. No desvela qué imagen final tiene en la cabeza, pero ha colgado un dibujo del verano de 2022 sujetando un cóctel con tres dedos. ¿Se ve guapo? «De verdad que sí», se ríe. «Como todo el mundo. Ese es el principio de la confianza en uno mismo».

Ha pasado un «dolor insoportable, conflictos con familiares, un juicio sin fin», confiesa en Instagram. ¿Merece la pena? «Sí, claro —asiente—, porque ahora soy muy feliz». No se arrepiente. «De nada —insiste—. Es el proceso de la evolución».

Desde que se extirpó el labio, el debate virtual se ha encarnecido: «Que tus modificaciones para un aspecto extraterrestre —le dicen— no te compliquen la vida terrícola». «Yo —replica— me acostumbro a cada modificación».

El mismo de antes

El 24 de agosto colgó fotos de dos piernas robóticas. «Es algo que yo… buah —dice emocionado—, que me encantaría». Pero para eso se tendría que cortar las piernas, le dices pestañeando convulsivamente. «Sí, pero es algo muy… Uf». Tú insistes: eso sí que es loco, ¿no? «Eso es… uf —resopla él—. Es un sueño. Si me dices: mañana…». ¿Te corto las piernas y te pongo unas biónicas? «Voy directo», afirma sin dudar.

¿Qué le dice su madre? «Yo hablo con ella cada día», asegura. Ella posa sonriente con su hijo alien en un par de fotos. «Si tú no matas, si tú no eres un loco, no pasa nada. Es solo un cuerpo —apunta—. Pero sí que es un poco complicado para una madre ver a su hijo cambiar tanto», reconoce. «Yo la entiendo. Pero hago todo lo posible para relajarla. Hablo con ella, nos reímos... Soy el mismo de antes».

(L) | JORDI OTIX ana sánchezm. ayala

Solía trabajar en una discoteca. Ahora Anthony se gana la vida con su «arte». Así lo denomina. «Yo trabajo como modelo de fotos, grabo vídeos…». El año pasado contactó con él un productor de cine para una película de ciencia ficción.

De quienes le practican todas estas «modificaciones» se limita a decir que «es un mundo muy cerrado». Por no decir ilegal. «Si voy a ver a un doctor al hospital y le digo que quiero cortarme los dedos, él me va a decir: ‘Tú, loco, vete al psiquiátrico’. Porque para él es mutilación, locura. Normal…». ¿Para Anthony no? «Para mí es algo… estético. Porque, al final, yo me encuentro mejor». Pero ya es una cuestión de utilidad —se lo repiten cada día sus seguidores—: ¿cómo cogerá las pesas? «A mí me gusta poner a prueba mi cuerpo con nuevas experiencias —responde—. El cuerpo se acostumbra a todo».

«Imagínate que lleguen los extraterrestres y no sean así», le ha planteado con sorna una seguidora. «No pasa nada», se ríe él. Su imagen, asume, es solo fruto de su imaginación. La gente se asusta al verlo. «Siempre». Anthony deja de sonreír. «Es mi proyecto convertirme en alien, pero yo sé que soy un humano. Y la gente que se asusta demasiado no piensa que soy solo un humano. ‘¡Es un monstruo!’, como en una película de terror, ‘me va a comer’. Pero soy solo un humano».

De camino a la entrevista, de hecho, un tipo le ha insultado por la calle. En Barcelona, se queja, le suelen faltar al respeto. «No puedes juzgar a alguien solo por su exterior», pide él. Dice que se mudará en breve.

Lo que más le impresiona, añade, es que mucha gente se presigna al verlo. Como si fuera un demonio. «Es algo que pesa mucho», resopla. ¿Lo más increíble? Una vez en el metro de París, un chico empezó a dar vueltas a su alrededor haciéndole reverencias. «Me dio miedo», reconoce. ¿Suele pasar miedo? «Sí, claro —confiesa—. No sé cómo va a reaccionar la gente. Para mí es un poco peligroso».

¿Que cómo vive un alien? «Un alien vive al segundo —responde—. No tengo planes». A él le gusta estar solo, asegura. Ahora liga más en Instagram, pero reconoce que en la vida real es difícil encontrar pareja. «Sí, es muy complicado». Es único en su especie, ¿no se siente solo? «No —insiste—, de verdad que no».

«No debes tener miedo de quién eres en realidad», escribió en un post. ¿Quién es Anthony? «Es un hombre normal —responde—. Con su pasión, con su mundo. Nada más».

Un aspirante a extraterrestre por la calle Mayor de Triana


Quizá se deba a la estrecha relación que Canarias mantiene con el espacio exterior a través de sus observatorios e instalaciones científicas en La Palma, Tenerife y Gran Canaria o, también, por lo acostumbrados que están los y las habitantes de las Islas a encontrarse de paseo por sus calles a singulares viajeros y viajeras llegados de muchas partes del planeta Tierra, el francés Anthony Loffredo, de 33 años, pasa todo lo inadvertido que le permite su aspecto por Las Palmas de Gran Canaria o Maspalomas, en San Bartolomé de Tirajana, dos de las localidades del Archipiélago donde se deja ver habitualmente este muchacho musculoso de 1,80 metros de altura, (casi) completamente tatuado y con implantes en rostro y cráneo.

Pese a la primera impresión de sorpresa, miedo, admiración o rechazo que provoca el aspecto del gestor del perfil de Instagram @the_black_alien_project (donde acumula más de 609.000 seguidores), algunas de las pocas personas con las cuales se relaciona Anthony Loffredo en Gran Canaria dicen que «es un tipo encantador, muy simpático y con las ideas muy claras». Es más, una de sus amigas se atreve a definirlo como «un conquistador».

Hace aproximadamente un año que este periódico se puso en contacto con Loffredo para realizarle un reportaje pero él rechazó la propuesta argumentando, entre otros motivos, que no le gustaba prestarse a entrevistas.

En su perfil de Instagram, donde en ocasiones acompaña sus fotos con el porcentaje que hasta ese momento lleva su proyecto evolutivo de transformación, hay muchas imágenes y vídeos realizados en la capital grancanaria. Uno de esos clips, grabado el 21 de noviembre de 2020 en un parque infantil, acumula casi 189.000 reproducciones y tiene más de 228 comentarios aunque la interactuación de los followers con Antonio, que es como le llaman algunos de sus fans, superan habitualmente los 400. No todos son amables con él a cuenta de su decidida metamorfosis de humano a alienígena pero eso no le quita el sueño y ahí sigue, paseando por la calle de Triana de Las Palmas de Gran Canaria, con la mejor sonrisa que puede lucir un aspirante a extraterrestre. M. Ayala


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