Tecnología y presión estética

Parecerse a un cíborg

Los avatares del metaverso, los filtros de las redes sociales y la democratización del acceso a programas de edición fotográfica de inteligencia artificial están promoviendo una imagen posthumana de nuestro aspecto

Julia Fox, Bella Hadid y Amelia Grey Hamlin, tres modelos que han apostado por un ‘look’ cíborg. | LP/DLP

Julia Fox, Bella Hadid y Amelia Grey Hamlin, tres modelos que han apostado por un ‘look’ cíborg. | LP/DLP / CARLES PLANAS BOU

Carles Planas Bou

Abres Instagram o TikTok y a medida que haces scroll ves como las caras que aparecen en pantalla son cada vez más parecidas. Expresiones inertes, pieles de textura metalizada y una apariencia casi alienígena. En pleno apogeo de la era digital, la popularización de los filtros faciales, las aplicaciones de edición de imágenes de inteligencia artificial (IA), el arte digital y los avatares de los mundos virtuales están distorsionando nuestra percepción y alterando los cánones de belleza. El rostro humano está perdiendo atractivo y la cara cíborg —que adopta patrones robóticos— se está consolidando como tendencia estética.

A lo largo de la última década, la expansión de la tecnología ha colonizado todos y cada uno de los rincones de nuestra existencia. Internet se ha convertido en el lugar donde construimos nuestra identidad y la proyectamos a los demás, un espacio en el que podemos moldear nuestra imagen como si fuese plastilina. Selfi, tras selfi, tras selfi, esa realidad se ha traducido en nuestra cara, campo de experimentación estética. «Estamos tan conectados a la tecnología que casi nos fundimos (...) y para las próximas generaciones, desvincularse de ella será impensable», explica la artista digital Johanna Jaskowska en una entrevista en Dazed.

Hasta ahora, esa influencia ha surgido de las redes sociales, espejo deformado a través del que nos observamos. La escritora canadiense Jia Tolentino describió la cara Instagram como la de una mujer blanca con cierto «exotismo desarraigado». Ojos asiáticos, nariz caucásica, pómulos nativos americanos y labios africanos. Un canon que celebridades como Kim Kardashian, Emily Ratajkowski o Kendall Jenner elevaron a modelo aspiracional. Su rostro, convertido en el contenido que impulsa su negocio, ha sido reescrito «de acuerdo con lo que se considera que aumenta el engagement y los likes».

Belleza robótica

Ahora, la evolución tecnológica está mutando este fenotipo virtual hacia un estándar de belleza femenina ubicado en terrenos posthumanos. Más que parecer un ser humano real con arrugas, poros, pelos y granos, el modelo de mujer que se está popularizando apunta a la emulación de máquinas humanoides. «La piel cíborg tratará de aplanar todos los signos de la vida en una aproximación unidimensional a la perfección», explica la crítica cultural Jessica DeFino.

Rostros futuristas y puntiagudos que brillan como una pantalla iluminada, maquillaje holográfico, minimización de las cejas y adornos exagerados. Todos estos rasgos figuran entre las principales tendencias de belleza para 2023, según la revista Vogue. «Antes la moda creaba tendencia a través de las prendas y ahora se prima el accesorio», explica Pilar Pasamontes, directora de desarrollo de la Escuela de Moda de IED Barcelona.

Ese ideal de belleza está siendo retroalimentado por la popularización de herramientas como Lensa AI. Este programa solo necesita unas cuantas fotos tuyas para, en pocos minutos, moldear tus patrones faciales y adaptarlos a tus fantasías, ya sea transformarte en una superheroína de cómic o en el personaje de un cuento de hadas. Sin embargo, expertas han denunciado que Lensa AI sexualiza los cuerpos femeninos.

Adaptarse a la moda

Entre las nuevas musas de este movimiento están figuras como la supermodelo Bella Hadid, la estrella de la telerrealidad estadounidense Amelia Grey Hamlin o la actriz Julia Fox. Otras personalidades que viven de su imagen, desde el clan Kardashian hasta Madonna, han readaptado su físico a esta tendencia.

El sector no es ajeno a la popularización de la cara cíborg y grandes marcas como Givenchy, Gucci o Marc Jacobs también están abrazando este look en sus campañas. «La industria de la belleza siempre encuentra formas de adaptarse a los tiempos y camuflar sus mensajes para que compremos», explica a la periodista cultural Begoña Gómez Urzaiz, quien ya analizó este fenómeno junto a Noelia Ramírez en el programa Tardeo. «Me parece que es una rebeldía controlada, pues si bien esa cara perturbadora va en contra de muchos códigos asumidos sí sigue premiando la delgadez y la simetría», añade.

Esta tendencia homogeneizadora que empieza a verse tanto en las pasarelas como en tu feed supone una paradoja, pues llega tras una época en que la moda parecía abrirse a una representación más inclusiva de las mujeres. El body positivity está dejando paso, de nuevo, a una delgadez extrema. «La definición de lo que es la belleza se está empequeñeciendo», explica la comunicadora cultural Ofelia Carbonell.

Las expertas señalan que la exigencia estética de este fenómeno está atravesada por una cuestión de clase. La cara se ha convertido en un elemento distintivo para la proyección de un estatus social y económico y sus facciones «en un complemento más que entra o pasa de moda», remarca Carbonell. «Hay quien se inyecta bótox como quien lleva un bolso de marca».

Con las influencers como altavoces, la popularización de la cara cíborg apunta a un nuevo acelerador de la presión estética. «Como toda tendencia empieza de una forma extrema y después se suaviza», apunta Gómez Urzaiz. Todo ello acentúa un dilema aún por resolver. ¿Usaremos la tecnología de forma autónoma para construir nuestra imagen o será nuestra identidad un producto supeditado a lo que dicte cada nuevo avance tecnológico?

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