Añurgado y lleno de dudas, el colectivo de trabajadores públicos en las Islas inició ayer las primeras movilizaciones para expresar su rechazo al plan de ajustes presentado por el Gobierno central de Mariano Rajoy. Hubo protestas en distintos puntos de la geografía insular, aunque la más sonada tuvo lugar en las oficinas municipales en Las Palmas de Gran Canaria. En todas sus sedes, además de otras movilizaciones más o menos espontáneas o populosas en enclaves tan dispares como el entorno del centro de salud de San Cristóbal o el instituto Felo Monzón.

El no al superrecorte de esta semana, que, entre otras cosas, deja sin paga de Navidad a los empleados públicos, fue más allá de estos minutos de manifestaciones públicas, y se trasladaron a la mesa del desayuno, los corrillos de fumadores en el exterior de las sedes institucionales y en las charlas a la hora de la salida. "¿Y ahora?", era la pregunta que quedaba en el aire, formulada en un tono de abierta indignación por trabajadores de distinto perfil.

Que no eran los únicos en debatir sobre el tijeretazo, extensivo a las conversaciones desde la guagua al taxi, el estanco o el mercado. Se habló en todos lados del reajuste de los funcionarios, que, según su ubicación, se planteaban dudas más que razonables sobre cómo les afectará en sueldo y jornada. Los de la administración autonómica, que han mantenido su horario de verano (salen una hora antes), expresaban su preocupación por el acumulado: "¿Nos aplicarán más rebajas este año?" Desde el Gobierno canario se aseguraba a primera hora de la tarde que no habría añadidos al descuento de sueldo, pero su personal no las tenía todas consigo.

En el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, en cambio, muchos empleados se enteraron hace unos días de que no podrían disfrutar de las ventajas de su habitual horario estival. En las oficinas municipales centrales se vivió la primera protesta con una asistencia reseñable, convocada por todos los sindicatos con representación en el Ayuntamiento, que, como en el resto de administraciones, parecen ir todos a una en las reacciones al recorte.

De hecho, en la jornada de mañana se volverá a emplazar a los trabajadores públicos de distintas sedes "a mitad de mañana", para salir a la calle y manifestar sus quejas, que no tendrán fin en días sucesivos. Todo, en adelanto a una gran concentración que ya se barrunta para el 19 de julio, y que medirá el grado de indignación de un colectivo que se siente maltratado por la clase política y expuesto a la opinión pública como una suerte de privilegiados.

La línea común de opinión entre los funcionarios y sindicatos es la de que "se bajen el sueldo primero ellos", en alusión a políticos y cargos de confianza, que las medidas "no servirán sino para empeorar la cosa" y que lo único que se va a consumir más es la moral de los empleados. Por eso, por ejemplo, un grupo de trabajadores municipales de la capital grancanaria han adquirido la costumbre de acudir de luto a su puesto de trabajo cada viernes, bien vistiendo prendas negras o portando lazos del mismo color. "Por los recortes", claro.