La Provincia - Diario de Las Palmas

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Halcones contra tórtolas

Los aeropuertos isleños emplean la cetrería y los sistemas de alarmas para evitar impactos con aves

Garza real.

Gaviotas patiamarillas, busardos ratoneros y perdices morunas son solo algunas de las aves que hacen peligrar la trayectoria de los aviones que despegan y aterrizan en los aeropuertos del Archipiélago. Los ocho aeródromos canarios registraron 37,5 millones de pasajeros durante los diez primeros meses del año. Una cifra que da buena cuenta de que la actividad aeroportuaria en este punto del Océano Atlántico es frenética. Para que el paso por las instalaciones aeroportuarias de las Islas transcurra con la mayor normalidad posible, resulta imprescindible la puesta en práctica de medidas correctoras para evitar lo que en la jerga aeroportuaria se denomina bird strike (impacto con aves).

La Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) ha elaborado un mapa de especies animales con potencial afección en las operaciones aeronáuticas, sus desplazamientos habituales y los focos de atracción en siete de los ochos aeropuertos del Archipiélago. El objetivo de esta medida, además de la publicación de folletos informativos con recomendaciones dirigidos a la aviación, es evitar que se produzca una merma de la seguridad que dé lugar a situaciones "comprometidas".

Solo en el aeropuerto de Gran Canaria existen 17 focos de atracción de fauna. Entre ellos se encuentran el matorral xerófilo que sirve de alimento para el cernícalo vulgar de Canarias; las piscifactorías costeras que están alineadas con las trayectorias de aproximación y despegue que atraen a las gaviotas; o el pinar de causarinas del recinto que actúa de cortavientos por su altura y densidad pero que también sirve de refugio para palomas y tórtolas.

El aeródromo de Tenerife Sur cuenta con siete polos de atracción de aves, como un campo de golf de gran tamaño. En él destaca la presencia de vegetación arbórea, compuesta principalmente por palmeras y cactus gigantes, y un pequeño lago. AESA sostiene que este espacio propicia flujos de gaviotas que sobrevuelan el aeropuerto durante sus desplazamientos. Los acantilados de Guaza, el vertedero de Arico o el matorral del interior del aeródromo -compuesto por cosco, barrilla, rabo de gato o tabaco moro-, así como algunos pequeños barrancos o ramblas interiores, resultan irresistibles para perdices morunas o gaviotas patiamarillas.

Los terrenos dedicados a la agricultura y a la ganadería, los palomares o un silo de piensos son tres de los seis atractivos que se encuentran situados cerca del aeropuerto de Tenerife Norte para las garzas reales, los busardos ratoneros o las palomas bravías. En La Palma, que cuenta con diez focos, las propias cavidades y zonas de refugio situadas en la terminal y en los aparcamientos ubicados bajo una plataforma en desuso son utilizadas por las palomas silvestres para su nidificación. Fuerteventura tiene una zona de atracción menos. En su caso destaca el área de caravanas situada al sureste del recinto, pues se trata de una zona con presencia de grandes gaviotas por los residuos "arrojados de manera habitual por las caravanas".

El aeropuerto de Lanzarote, por su parte, cuenta con cinco rincones donde la presencia de aves es habitual. Uno de ellos es Punta Montañosa, una zona de bajíos costeros y costa rocosa ubicada al final de la playa de la Guacimeta en la que es frecuente encontrar gaviotas y garcetas comunes. Y hasta nueve puntos de captación contabiliza AESA en el entorno del aeropuerto de El Hierro. En sus proximidades, las zonas de pesca de Puerto de la Estaca y Tamaduste, las explotaciones agropecuarias o los barrancos o cantiles generan un efecto llamada para cernícalos y gaviotas.

La AESA establece tres tipos de medidas para el control de la fauna. Una de ellas es la que tiene como objetivo la dispersión y repulsión con la afectación de los sentidos de los animales a través del uso de productos químicos, auditivos o visuales. En esta categoría se engloban los sonidos de alarma, la cetrería, la pirotecnia, los espantapájaros o el uso de láseres o ultrasonidos. También destacan las medidas de captura y extracción de fauna mediante trampas para aves o animales terrestres, así como el uso de armas de fuego o batidas cinegéticas. La última categoría se centra en la gestión del hábitat. En este caso los controles están dirigidos a restar atractivo a los aeropuertos y a los espacios colindantes. Es decir, en procurar que no existan elementos que llamen la atención de la fauna como alimento, bebidas o áreas de nidificación. ¿Cómo? Mediante el mantenimiento de los pastos a una determinada altura, la realización de siegas periódicas para evitar la floración, el control y eliminación de arbustos y árboles que sirvan de refugio para los animales, la inspección de las edificaciones para evitar que alojen fauna o la liquidación de zonas proclives a la acumulación de aguas.

AENA emplea en las instalaciones aeroportuarias de Gran Canaria, Tenerife Norte, Tenerife Sur, Fuerteventura, Lanzarote y La Palma la cetrería como medida correctora -en concreto a halcones para la dispersión de las aves-, mientras que en el aeródromo de El Hierro utiliza sonidos de alarma. El de La Gomera cuenta, en cambio, con un sistema de jaulas para la captura de perdices vivas que luego son soltadas en otros puntos de la isla.

El gestor aeroportuario explica que en el caso de los aeropuertos del Archipiélago también hay establecido un protocolo de coordinación con entidades locales y AESA para abordar "la problemática" de la pesca como foco de atracción de gaviotas, la presencia de especies intrusivas "con superpoblación" -como es el caso de gatos o perros abandonados-, la vigilancia de la actividad colombófila y de los vertederos en las proximidades de las instalaciones aeroportuarias, así como el control de actividades agrícolas o zonas que son atractivas para la fauna como campos de golf o embalses.

El establecimiento de este tipo de medias contribuye a que el número de impactos con aves sea insignificante en comparación con el número de operaciones. AESA no dispone de datos desagregados por aeropuertos, pero sí el cómputo global. A lo largo de 2017, se produjeron 2.254 sucesos de este tipo en todo el país, un 0,1% del total de vuelos (2.174.263). De éstos, 2.101 fueron impactos; 49 cuasicolisión con aves y 104 una ingestión. Durante el primer semestre de este año ya se han contabilizado 1.071 incidentes.

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