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Antonio Aguado

UGT cumple 139 años con el reto de fortalecer el sindicalismo de clase

La organización se instala en las Islas a mediados de los años 70 l Dos históricos afiliados piden a los jóvenes que mantengan los derechos que ellos lograron

Antonio Aguado y Fernando Suárez frente al busto de Pablo Iglesias Posse, situado junto a la sede de UGT. José Carlos Guerra

El sindicalismo se vivía antaño como una lucha romántica contra las injusticias. En los años 70 la valentía o, quizás, la inconsciencia empujaba a los jóvenes de la época a enfrentarse a quienes les impedían conquistar derechos. Esa etapa la vivieron intensamente Fernando Suárez y Antonio Aguado, dos históricos militantes de la Unión General de Trabajadores (UGT) que ya forman parte de la historia del sindicato que celebra este año su 130 aniversario en España al frente de la lucha obrera.

"A mi no me obligó nadie a ser sindicalista, eso nace. Es algo que se llevaba dentro y que poquito a poco fue saliendo", explica Suárez, quien frente a la actual sede de UGT recuerda con melancolía el inicio de su andadura en la organización, a la que se afilió en Madrid, "en el despacho de Gregorio Peces-Barba". Aguado viaja mentalmente en el tiempo y en el espacio para rememorar cómo ligó su vida a la organización. "Me fui a Londres a trabajar con 22 años y allí me afilié a la Trade Union. Después me invitaron a formar parte de UGT y del PSOE, no me lo pensé y mi padre lloró de la emoción cuando se enteró", detalla Aguado.

En agosto de 1888 se celebró en Barcelona el Congreso fundacional la UGT, en el que participó Pablo Iglesias Posse. No fue hasta 1900 cuando el movimiento obrero se inició en Canarias y a partir de 1976, casi un siglo después, se empezaron a constituir las federaciones insulares en el Archipiélago.

Miedo y pasión

En esos años revueltos de la Transición en los que el país vivía una metamorfosis y la sociedad peleaba por conquistar derechos, en la calle Primero de Mayo -General Franco en aquel entonces- quedaba un símbolo del franquismo, la sede de la Organización Sindical Española (OSE), conocida comúnmente como Sindicato Vertical. "Fue un asalto, quitamos la bandera de la CNS (Central Nacional Sindicalista) y copamos el edificio. Éramos una 40 personas, pero era tanto el ímpetu y las ganas de cambiar las cosas, que no nos daba miedo", relata épicamente Suárez, quien destaca la figura de Anastasio Travieso en esa revuelta que terminó con la conquista del edificio donde, desde entonces, se encuentra la sede de UGT-Canarias.

Aguado evoca emocionado su colaboración como traductor con el histórico sindicalista Nicolás Redondo, quien participó en 1975 en el congreso de la Trade Union y al que recuerda como alguien sencillo y muy cercano. "Para mi fue un honor y un orgullo. Fue una experiencia única y me conmueve especialmente recordar la preciosa ovación que recibió en la inauguración del evento. Yo le decía que no se sentara, que le estaban aplaudiendo a él", expone.

Estos dos experimentados sindicalistas coinciden en que hoy, a pesar de que existen muchas injusticias, se ha perdido el espíritu de lucha para mejorar la sociedad. Antes, según relatan, el compromiso era absoluto y se identificaban tanto con la causa que no tenían reparo en sacrificarse. Por este motivo, Suárez pide a los jóvenes que, al menos, mantengan los derechos que ellos consiguieron "con mucho miedo y pasión", a lo que Aguado añade que ellos lucharon para que el país cambiara, pero siguen haciéndolo porque "todavía este no es el país que quieren".

Los sindicatos reúnen a los trabajadores para defender sus intereses comunes ante los empleadores y los gobierno. Por esto, "no podrán dejar de existir jamás", afirma rotundo Fernando Suárez. "son la reivindicación perpetua contra las injusticias, son pura batalla". En este sentido, Aguado considera de que en España hace falta un sindicalismo fuerte y apuesta por una fusión de los sindicatos de clase para evitar la división y el enfrentamiento "para sacar cuotas de poder con la elección de los delegados sindicales".

Con respesto a la relación de las dos grandes organizaciones del país, CCOO y UGT, Suárez asegura que "antes era a matarnos, el que más radical era el que más razón tenía". Había una batalla permanente entre las dos instituciones, pero reconoce que ahora se respetan, hay buena convivencia e, incluso, coordinan su trabajo.

A los dos les resulta casi imposible reconocer el sindicalismo que ellos vivieron con el actual. "Ahora es lo más fácil del mundo, no pierden nada y están protegidos por la ley, antes estábamos contra la ley", señala Suárez. "Los líderes sindicales se han convertido en profesionales, lo han desvirtuado y viven del sindicato. Ya no lo hacen por vocación ni por principios y ese no es el modelo por el que nosotros luchamos", concluye Antonio Aguado.

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