La Provincia - Diario de Las Palmas

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Quiebra de Thomas Cook | Gran Canaria

"Ahora, para llegar a casa, tengo que hacer 336 kilómetros en guagua"

La quiebra de Thomas Cook causó largas colas en el aeropuerto de Gran Canaria por la cancelación de cuatro vuelos

Gary Turner y Karen Gorst, a la derecha, en cola. quique curbelo

" Keep calm". Esas fueron, quizás, las dos palabras que más se repitieron ayer en las colas que se vertebraban frente a los mostradores de facturación apostados entre los números 323 y 335. Pero una calma aderezada con mucha incertidumbre era el ambiente que se respiraba en el aeropuerto de Gran Canaria horas antes de que despegasen los vuelos de rescate para que ningún pasajero británico se quedase en tierra. La quiebra de Thomas Cook y la consiguiente cancelación de las cuatro operaciones que estaban programadas hacia Londres, Birmingham, Manchester y Bristol llevó a numerosos turistas de Reino Unido a adelantar su hora de llegada al aeródromo para solicitar información. La mayoría de ellos lo hacía sin tener la garantía de poder regresar a casa anoche, tal y como tenían previsto, pero con la esperanza de encontrar una respuesta positiva. Y así fue, aunque para algunos, como Karen Gorst y Gary Turner, fue algo agridulce. No se quedarían tirados en el aeropuerto ni tendrían que alargar su estancia en la Isla, pero el regreso a su casa sería más largo de lo esperado.

Aunque fuesen cuatro los vuelos de salidas cancelados -y otros cuatro de llegada-, los británicos afectados por la bancarrota del gigante de la turoperación fueron repatriados en tres aviones -uno de ellos de mayores dimensiones-, lo que provocó que algunos de ellos tuviesen que hacer kilómetros de más para llegar a su punto de partida. Gorst y Turner, de Londres, volaron anoche hasta Manchester. Desde allí, contaron con resignación, tendrían que subirse a una guagua para salvar los 336 kilómetros que separan a esa ciudad de la capital inglesa.

Los pasajeros intercambiaban mensajes de ánimo y calma para hacer más apacible la espera. O al menos para que no fuese tan tediosa pese al tiempo en cola. Los turistas contaron con la información que dispensaba un mostrador de la autoridad británica de aviación entre las puertas 7 y 8 del aeropuerto. Desde allí los redirigían a la sala de facturación, donde también contaban con el apoyo del personal del Gobierno de Reino Unido y de la propia vicecónsul británica de Las Palmas, Jackie Stevenson.

De pie, en el suelo, en las butacas, jugando a las muñecas o a las cartas, los afectados mataban el tiempo a la espera de que les llegase el turno de facturación. Fue el caso de las amigas Florence Sharmar y Beth y Katy Cunningham, que compartían con alegría poder regresar a Londres. No esperaban que sus vacaciones de una semana en Gran Canaria terminase de esa manera, pero preferían ser positivas y quedarse con el recuerdo de su experiencia en Gran Canaria. Quien lo pasó algo peor fue el matrimonio formado por Jodie y Ami Cutler. Cuando llegaron al aeropuerto les comunicaron que no podrían volar, pero finalmente el error se subsanó y pudieron subir a un avión.

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