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La pandemia y la inflación marcarán el paso de la economía canaria en 2022

El predominio de ómicron puede resultar definitivo para la recuperación de la normalidad en el turismo | El año no finalizará sin que los tipos de interés suban

La posibilidad de que lleguen turistas marcará la salud de sectores como la hostelería. | | ANDRÉS CRUZ

El año arranca con la confianza puesta en las teorías que sitúan el fin de la pandemia –paso a endemia– de covid para la próxima primavera. En lo económico se necesita una alegría de este tipo para llegar a una mejora sólida del negocio turístico que facilite la recuperación de la economía canaria. El sector público no puede endeudarse eternamente por más que Bruselas admitiera una histórica mutualización del pasivo con el fin de que los países miembros no cayeran al vacío por la crisis sanitoeconómica. La necesaria y hasta entonces desconocida manga ancha, no sin condiciones, de Alemania y los frugales tiene los días contados y de ello es gran responsable la inflación.

El encarecimiento de las materias primas y los productos energéticos se ha trasladado a los bienes. La inflación estatal el año pasado cerró en el 6,7%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Al paso por noviembre, último dato conocido para las comunidades autónomas, el incremento de precios era del 4,6%; por tanto, cerrará por encima del 5%.

La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed.) ya ha advertido que no pasará mucho tiempo hasta que decida poner fin a la política monetaria expansiva. El regulador del gigante norteamericano ya ha descrito el endeudamiento como una «bola de nieve», es decir, lo que se puso en marcha como la solución puede convertirse en otro problema. Así que USA subirá los tipos y al Banco Central Europeo (BCE) no le quedará más remedio que seguir sus pasos para que los bonos de los países miembros no dejen de ser competitivos y mantengan su nivel de seducción frente a los grandes capitales.

«Los organismos multilaterales que tienen mucho peso en la lubricación de los mercados reaccionaron esta vez de un modo keynesiano. Ya vieron que la austeridad que siguieron en la crisis anterior generó una contracción internacional muy fuerte», señala el catedrático de Economía Aplicada de la ULL, José Ángel Rodríguez.

Aplicaron políticas expansivas para detener la sangría provocada por la caída de la actividad que trajo consigo la pandemia y eso generó «endeudamientos enormes». Estos, sumados a la crisis de las cadenas de suministro, propician que exista «mucha liquidez en circulación». Sea o no la bola de nieve que describe la Fed. lo cierto es que la vía del endeudamiento está agotada y esa es una mala noticia también para el sector privado.

Los ciudadanos han visto caer sus rentas disponibles desde que la pandemia se presentó en sociedad. También menguó la facturación de las empresas. Cuando los grandes bancos centrales encarezcan el dinero, los unos y los otros tendrán que pagar más caro su endeudamiento con los bancos.

Entre marzo de 2020 y septiembre de 2021, el volumen de crédito aumentó un 13% en el Archipiélago. Cierto es que fue el necesario apalancamiento de las administraciones el que más tiró de esta variable, pero el de familias y empresas se movió desde los 33.331 millones precovid hasta los 34.634 millones, según el Banco de España. Los negocios «tratarán de trasladar a los precios parte de ese incremento de los gastos financieros», advierte Rodríguez, y los particulares, además, tendrán que pagar más por sus cuotas hipotecarias y demás préstamos que tengan contratados.

El cóctel de rentas menores –en el pasado reciente y mientras sean necesarios los ERTE a la espera de que la actividad alojativa despegue–, energía por las nubes, encarecimiento de los fletes por las serias heridas que infligió el parón mundial al sistema logístico e incremento de las materias primas contraerá la demanda hasta que los precios no tengan más remedio que recolocarse para volver a estar dentro de los parámetros que propicien contar con un mercado de gran tamaño.

Claro que todo este proceso se producirá en condiciones medianamente sanas si el primer condicionante, la pandemia, lo permite. Y valga un ejemplo para comprender qué estrecho margen deja a la previsión un elemento con tanta capacidad de distorsión.

En julio, el Gobierno canario aprobó las directrices sobre las que debía discurrir la confección de los presupuestos regionales de 2022. Se asentaban sobre un escenario de crecimiento del PIB para este año del 12,7%. Tres meses después, cuando se aprobó el proyecto de ley remitido por el Ejecutivo al Parlamento, el optimismo había llevado a elevar ese incremento de la economía hasta el 13,9%, con al advertencia de que la variable delta del coronavirus podía comprometer esos cálculos.

El turismo comenzaba a tomar vuelo y en octubre se rozó por vez primera desde marzo de 2020 el millón de visitantes. La temporada alta se prometía llena de actividad y los hoteleros y extrahoteleros sacaban a la mayor parte de sus plantillas de los ERTE. El pasaporte covid propiciaba libertad a los movimientos de los viajeros.

Ómicron era un término que pocos de los habitantes del planeta habían pronunciado ni tan solo una vez en sus vidas. Cuatro meses después no hay prácticamente un rincón en el que hallar a una persona que no sepa a qué hace referencia en el momento actual.

Con consecuencia de la rápida propagación de esta nueva variante, el turismo volvió a perder fuelle y, tras las navidades, el motor turístico se enfrenta a un escenario en el que las sombras, en forma de cancelaciones de reservas, se imponen a las luces.

En el lado positivo, el mencionado endeudamiento público debe empezar a traer a las Islas esos fondos Next Generation. «Han preparado una buena rampa para relanzar la economía», sostiene José Ángel Rodríguez, y hacerla «más verde, más inclusiva y más inteligente». La duda, también la del catedrático de la ULL, es saber «si existe capacidad institucional para gastar bien todo ese dinero». Buen parte del futuro de las Islas depende de ello.

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