La pesca se queda sin cantera

Las patronales advierten de la falta de relevo generacional y temen por el futuro del sector | La «excesiva» legislación y las trabas administrativas, principales causas

El patrón David Suárez revisa una de sus redes de pesca en el barco Juana Rosa atracado en el muelle de Arguineguín, en Gran Canaria.

El patrón David Suárez revisa una de sus redes de pesca en el barco Juana Rosa atracado en el muelle de Arguineguín, en Gran Canaria. / Juan Castro

Cuesta encontrar caras jóvenes en los barcos pesqueros de las Islas y no por el efecto del sol y la sal, sino por la falta de relevo generacional en el sector. Las patronales de las Islas aseguran que la «excesiva» legislación y las trabas administrativas alejan a los jóvenes que se interesan por la pesca y reclaman «más facilidades» para que los menores puedan aprender la profesión y «enamorarse» del mar. 

En solo dos años Ricardo Ortega, patrón Mayor de la Cofradía de Arguineguín (Gran Canaria) se jubila y pone punto final a cuatro generaciones de pescadores. Este marinero grancanario de 63 años lleva desde los 14 vinculado a esta profesión y rodeado de una familia entera de pescadores, los Rubio, pero ninguno de sus hijos quiere continuar con el legado. «Han estudiado otras carreras y no quieren saber nada de la pesca», lamenta Ortega. Y esta escena se repite en decenas de familias de pescadores que se están enfrentando a uno de los grandes problemas del sector: la falta de relevo generacional.

A la que es una de las actividades económicas más antiguas del mundo le empiezan a pesar los años. Los representantes de las cofradías de las Islas advierten de la escasez de jóvenes interesados por la profesión, lo que lleva a pensar que el sector tiene fecha de caducidad. «El sector no tiene futuro, todo indica que una vez nos jubilemos los que estamos, esta profesión desaparecerá en Canarias», lamenta el presidente de la Federación Provincial de Cofradías de Pescadores de Las Palmas, Gabriel Jiménez. Y la misma impresión tiene el presidente de las Cofradías en la provincia tinerfeña, Víctor Juan Díaz, quien asegura que «a la pesca le quedan 20 años contados como máximo».

Trabas

¿Y qué es lo que echa para atrás a los candidatos? La excesiva legislación y las trabas administrativas. «No nos paran de poner límites para todo y así a uno se le quitan las ganas de meterse en todo esto», asegura el presidente de los pescadores de la provincia tinerfeña. Y con él coincide Ortega, quien reconoce que los jóvenes que se interesan por la profesión al final se aburren de «tanta burocracia y de revisiones estrictas constantemente». Los más veteranos critican que la sencillez de la profesión ha ido derivando en multitud de papeleo y revisiones contantes. «Solo queremos pescar y para eso solo les falta pedirnos que tengamos un quirófano en el barco», ironiza el marinero.

La falta de relevo generacional también se aprecia en la reducción de buques en la flora pesquera canaria. Según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, Canarias ha perdido 18 buques en los últimos cuatro años.

Precisamente las trabas burocráticas y los papeleos fueron las «vallas» que frenaron a David Suárez para conseguir su sueño. Desde muy pequeño tenía clarísimo que quería ser pescador, pero no fue hasta los 22 cuando logró, por un golpe de suerte, que el dueño de un barco de Arguineguín firmara los papeles que le abrieron las puertas a los cursos necesarios para lanzarse al mar. Catorce años después, a los 36, es patrón del barco Juana Rosa, que pertenece a un amigo. Trabaja de lunes a lunes y tiene jornadas que pueden llegar a durar 20 horas. «Pasas por casa para apoyar la cabeza en la almohada, pero no te da tiempo ni de calentarla», apunta entre risas.

Seguro

En la familia de Suárez nunca hubo pescadores, pero su bisabuelo siempre tuvo un amor especial al mar que caló en el marinero. «No sabría explica con palabras qué es, pero tiene algo que no tiene ninguna otra profesión», asegura el pescador, que intenta cada día trasmitir ese amor a su hijo de 14 años. El joven muestra interés por el mar, pero las normas, de nuevo, complican que los menores puedan «probar» las bondades del sector. Para poder llevar a un niño en una embarcación es necesario contar con un seguro de acompañante, y este no puede realizar ninguna tarea que no sea observar. «Uno de los problemas es que no dejan a los niños probar la profesión y por eso no se animan», afirma Suárez, quien asegura que al tener que sacar primero los títulos muchos jóvenes llegan al mar y descubren, tras perder el tiempo y el dinero, que no les gusta nada la práctica.

Para Ortega también es necesario poner «facilidades» para que los marineros puedan embarcar a sus hijos y transmitirles «el amor por la profesión». «Subirse a la embarcación durante las vacaciones puede ser el mejor sistema de captación para las generaciones del futuro», afirma el patrón Mayor de la Cofradía de Arguineguín, quien asegura que otro motivo que «echa para atrás» a los aspirantes es darse cuenta de que no existe un sueldo fijo. Suárez reconoce que hay meses puntuales en los que el sueldo alcanza los 4.000 euros, pero asegura que existen otros en los que los beneficios no llegan a 500 euros. «Ganar más o menos depende de la suerte y de la experiencia, que te va dando claves para descubrir en que puntos están los peces», apunta.

También frena a los jóvenes la inversión inicial que hay que hacer para hacerse con un barco. «Entre una cosa y otra, puedes conseguir tener todo de segunda mano por unos 70.000 euros» explica Suárez, quien asegura que deben pasar unos cinco años para lograr sacarle rentabilidad al dinero gastado. Los pescadores también se quejan del daño que está haciendo la inflación en el sector. «Se nos ha encarecido todo y el precio del venta del pescado hace tres años que no se mueve», se queja Suárez.

"Sacrificio"

Tampoco es fácil trabajar en un sector en el que la conciliación es tan complicada. «Me hubiera gustado ser mejor padre», lamenta Ortega, quien reconoce que la familia salió adelante gracias al «sacrificio» de su mujer.

El sector no solo se enfrenta a la falta de jóvenes interesados en la profesión, sino también a la escasez de canarios dispuestos a dedicarse al mar. «No hay gente que quiera trabajar y que lo haga bien», afirma Suárez, que debido a la falta de candidatos ha decidido pescar en solitario aunque eso suponga pasar horas «muy duras» en el mar. «Hoy en día falta mucha gente y los que hay no son profesionales, fallan y entran al barco sin idea», lamenta.

Las largas travesías se manejan mejor ahora que la tecnología llega a todas partes. Los mensajes y las llamadas a través del móvil mantienen entretenido a Suárez aunque el marinero reconoce que nada más poner un pie en el Juana Rosa se le olvidan los problemas que deja en tierra. Y lo mismo le ocurre a Ortega, que tras 44 años en el mar asegura que si volviera a nacer «haría exactamente lo mismo».

Los pescadores reclaman más ayudas por parte de las administraciones isleñas. Según el presidente de la Federación Provincial de Cofradías de Pescadores de Las Palmas, el Gobierno actual no «ha apostado por el sector». «Tenemos una de las flotas más viejas de todo el país y para colmo ni siquiera nos tienen en cuenta cuando se sientan a debatir cuestiones que nos afectan como la implantación de la eólica marina», critica Jiménez. Para Suárez también es un «error» que las decisiones las tomen los «altos cargo en Madrid» cuando allí «ni existe el mar».

El director general de Pesca del Gobierno de Canarias, Carmelo Dorta, reconoce que la actividad está «enormemente reglada y fiscalizada», pero asegura que desde la consejería trabajan para «simplificar los trámites. «La mejor estrategia para atraer a los jóvenes es hacer la pesca rentable, y en eso estamos», afirma Dorta.

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