Agricultura | Cultivos menos convencionales

Rojo por fuera, plátano también es

Las variedades de la banana canaria distintas a la amarilla triunfan en las Islas

El clima subtropical del Archipiélago permite el desarrollo de los productos exóticos  

El frutero José Quintana coloca una manojo de plátanos rojos en su puesto del Mercado de Vegueta, en Gran Canaria.

El frutero José Quintana coloca una manojo de plátanos rojos en su puesto del Mercado de Vegueta, en Gran Canaria. / Andrés Cruz

Asociar el color amarillo al plátano es una idea del pasado. La típica fruta canaria puede encontrarse ahora en una gama de colores mucho más amplia. Las motitas negras características ya no son la única señal para identificar el producto local, ahora el color rojo o el azul en la cáscara también indica que la banana es de origen canario. Se trata de variedades distintas que se están haciendo un hueco en la producción isleña y que cada vez están más presentes en los supermercados y puestos del Archipiélago. «Son productos que están muy de moda, llaman la atención y cada vez se compran más», afirma el secretario general de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Canarias (Asaga), Theo Hernando.

Y no solo ocurre con los plátanos. Cada vez son más las variedades «raras» de frutas y verduras disponibles en los lineales de las tiendas. Productos naturales que llegan a las Islas por la influencia de otros territorios y acaban implantándose en el Archipiélago debido a la buena climatología. «En Canarias viven muchos latinoamericanos que demandan productos que tenían en sus países de origen y estos acaban haciéndose un hueco aquí», apunta Hernando. 

Los agricultores de las Islas ven la oportunidad de «diferenciarse» con los nuevos productos y se lanzan al cultivo de variedades que no tienen competencia en el mercado. «Tienen un valor añadido, que hace que los productores los vean interesantes por su rentabilidad», añade el secretario general de Asaga. 

Es lo que está ocurriendo con el plátano rojo (Figue Rose), que aunque llegó hace años a las Islas, ahora se ha puesto de moda y cada vez se produce en más zonas del Archipiélago. Fue en 1982 cuando el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA) introdujo la variedad en el Archipiélago procedente de la isla caribeña Martinica. Pero fue hace solo algunos años cuando la producción se desarrolló de la mano de la Federación Agrícola de Sindicatos de Tenerife (Fast) y Cultesa (Cultivos y Tecnología Agraria de Tenerife). Nadie se esperaba el resultado. «Desbordó todas nuestras expectativas, ni en nuestros mejores sueños pensamos que fuera a tener tanto éxito», explica la técnica en el área social de Fast, Mónica Molina. 

Theo Hernando (Asaga): «Hay interés en las frutas raras porque no tienen competencia»

Hasta ahora Canarias es la única zona de España donde se cultivan este tipo de bananas. La producción, que se concentran en la provincia occidental, es de 190.000 kilos anuales, lo que ocupa unas siete hectáreas de cultivos. En 2022, fueron 50.000. Desde la Fast aseguran que se trata de un cultivo «bastante estabilizado» que esperan ir aumentando con el paso del tiempo ante la buena acogida del producto en el mercado. 

Su ciclo productivo tiene mayor duración, por lo que se da bien en las zonas cálidas del sur de las islas y también en los cultivos bajo invernadero en las zonas del norte. La cáscara es más gruesa, lo que le da fortaleza y facilita el transporte. Es más dulce que el plátano canario convencional y la textura, según Hernando, es un poco «más densa y fibrosa». El color rojo es natural, se debe a su contenido en carotinoides antioxidantes, especialmente en betacaroteno. 

Azules

Y también los hay azules (Blue Java), aunque todavía la producción de esta variedad está menos extendida. Solo hay 80 plantas en una finca de Arona (Tenerife) que dan unos 1.500 kilogramos anuales. «Las pruebas que hemos hecho han dado muy bueno resultados, evoluciona satisfactoriamente y puede ser una oportunidad para que Canarias se diferencie porque este cultivo no está en los países occidentales», apunta Molina. Son variedades que no solo gustan al consumidor local, sino que además han tenido buena acogida entre los profesionales de la alta cocina. «Muchos chefs se están interesando en los plátanos de colores y los utilizan en platos dulces y salados», apunta Hernando. 

La influencia de la inmigración, una de las razones que explican la presencia de estas ‘especies’

Esta y otras variedades están todos los días expuestas en el puesto de José Quintana en el Mercado de Vegueta. Después de trabajar más de 50 años rodeado de todos los tipos de fruta y verduras hay muy pocas cosas que le sorprenden. «Los plátanos rojos los recuerdo yo desde que soy niño, pero es verdad que ahora los piden más porque están de moda», afirma el frutero mientras coloca la mercancía en las cajas del local. Quintana asegura que existen variedades «mucho más ricas» pero reconoce que el color rojo es muy «atractivo». 

A la lista de variedades «menos comunes» Quintana añade los aguacates sin pipa o el jackfruit. Un fruto que, según su criterio, sabe a «16 frutas distintas». También la mano de buda, el canistel o también conocido como fruta de huevo. Hay alguno a los que incluso se le atribuyen propiedades curativas como el guanábano. «En Canarias hay gente para todo, a los que les gusta lo tradicional y a aquellos a los que les gusta innovar», afirma Quintana. 

[object Object]

La oferta y la demanda también marcan los precios de las variedades más exóticas de frutas y verduras en el mercado. Todavía la producción de plátanos rojos y azules es limitada en las Islas, por lo que su precio es superior al plátano canario tradicional. «Tiene que ser más caro, primero porque no tiene subvenciones y también porque su ciclo vegetativo es más largo y necesita más tiempo», afirma el secretario general de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Canarias (Asaga), Theo Hernando. El plátano amarillo se cosecha en ocho o nueve meses y el rojo necesita dos o tres meses más, lo que condiciona su producción. Todavía son pocos los productores isleños que se animan a cultivar este tipo de variedades, lo que les diferencia del resto y les permite subir un poco los precios. «Es una ventaja competitiva, tienen un producto que nadie comercializa y encima está triunfando en los lineales», afirma Hernando, quien invita a los productores a diversificar las cosechas para darle un empujón al sector. «Los cultivos tradicionales se están quedando atrás, hay que innovar», apunta. | A. S. 

Suscríbete para seguir leyendo