Canarias solo concentra un 2% de las ‘startups’ certificadas en España

La comunidad autónoma cuenta con 12 empresas emergentes con el sello oficial

La lejanía con Europa, una de las razones del escaso emprendimiento

Las instalaciones de la empresa 3 Doubles Producciones en Tenerife.

Las instalaciones de la empresa 3 Doubles Producciones en Tenerife. / CARSTEN W. LAURITSEN

El ecosistema de empresas emergentes de base tecnológica en Canarias no acaba de arrancar. La ley de startups lleva ya un año en vigor y solo se han certificado doce compañías en el Archipiélago. Lo que representa solo un 2% de las 600 startups que ya cuentan con el sello oficial de Enisa en todo el país. Esto coloca a la comunidad autónoma en los últimos puestos del ranking que encabezan Madrid, Cataluña y Valencia.

El objetivo de la ley y de las certificaciones es impulsar el nacimiento y el desarrollo de nuevas empresas en España, y por ello contempla, entre otros elementos, la concesión de un estatus jurídico propio a las startups. «Por primera vez se puede separar la paja del trigo y dar el sello a las verdaderas empresas emergentes», afirma el director-gerente de Emerge - Asociación Canaria de Startups, Moisés Santana, quien considera que hasta la aprobación de la norma el concepto englobaba un «batiburrillo» de empresas que generaba mucha confusión. «Ahora está claro quien es una startup y quien no lo es, y las instituciones pueden distinguirlas», añade.

La certificación se basa en el cumplimiento de varios criterios, entre los que destaca la antigüedad de la empresa, que su facturación no supere los 10 millones de euros o que cuente con un 60% de su plantilla en España, entre otros requisitos. Unas 1.100 han solicitado la certificación en España, de las cuales se han aprobado 604 y denegado 301. El Gobierno estima que, al menos, unas 10.000 empresas solicitarán el acceso a los beneficios y especialidades que recoge esta ley.

Adiós a las dudas

El sello acaba con cualquier duda. Las administraciones y los inversores privados cuentan ahora con una herramienta que permite distinguir a las compañías emergentes e innovadoras frente a las más tradicionales, lo que facilita los procesos para acceder a financiación pública y privada. «Muchas requieren mecanismos de inversión pública iniciales porque sus plazos de crecimiento son mucho más largo», explica Santana. Las startups que logran el certificado, además, acceden a diferentes ventajas fiscales y a la bonificación en las cuotas de la Seguridad Social. Pero todavía son muy pocas las empresas canarias que se han animado a iniciar el proceso.

Entre otras cosas porque el ecosistema de startups del Archipiélago no está «tan desarrollado» como en las grandes ciudades españolas y europeas. «El ecosistema que tenemos en Canarias es reducido, no porque sea peor, sino simplemente porque también está adaptado al tamaño que tenemos», explica Santana, quien recuerda que «partimos de muy atrás» en este campo.

La economía centrada en el sector servicios y poco diversificada también es uno de los factores que explican el «atraso» emprendedor en las Islas. «Nuestra economía no es exportadora y tampoco tenemos grandes empresas», aclara Santana, quien asegura que «estar alejado» de los núcleos europeos de emprendimiento «también afecta». Aun así, el director de Emerge insiste en que no hay que centrarse solo en la «cantidad», sino que hay que poner en foco en la calidad de las empresas canarias que existen. «Son héroes y son excelentes», apunta.

Muchos todavía no se han certificado porque, según Santana, «se levantan con otras preocupaciones en la cabeza». «Certificarse es importante, pero muchos luchan cada día por seguir a flote y vender su producto, por lo que conseguir el sello pasa a un segundo plano», aclara.

El que sí lo hizo, además de los primeros, fue el emprendedor canario Néstor Santiago, dueño de la startup Fibras naturales canarias, primera en obtener el sello en la provincia de Las Palmas. Lo describe como un proceso sencillo y asegura que la principal ventaja de obtener la certificación es que da «credibilidad» a la empresa a la hora de buscar inversores. «Antes en los eventos de startups veías como cientos de empresas se apuntaban y se describían como tal y ahora eso ya no se puede», apunta. Según Santiago, Canarias no va tan «atrasada» en comparación con el resto de comunidades autónomas, pero sí le falta «fomentar el networking».

El proyecto Noctuamed, de la mano del médico Edgar Cabrera, también cuenta con la certificación de Enisa. La startup ofrece un novedoso servicio de análisis y monitorización remota de pacientes con dispositivos de estimulación cardíaca. Para Cabrera certificarse supone facilitar el camino hacia la financiación y evitar gran parte de la «pesada burocracia». «De esta forma no nos tienen que evaluar cada vez que nos presentamos a algo, ya hay gran parte del trabajo hecho», apunta. El proceso de certificación puede alargarse, como máximo, unos tres meses, a partir de ahí el silencio administrativo se entiende como el aprobado del sello.

El CEO de Visionary Hospitality, Antonio Álvarez, lleva más de 25 años en el mundo del emprendimiento. Ve cambios positivos en el ecosistema canario, pero reconoce que queda «mucho por hacer en este sentido». «Cuando uno viaja y ve lo que hay fuera se da cuenta de las desventajas que tenemos, no solo en Canarias, en toda España», reconoce. Para Álvarez también deben darse cambios en la mentalidad del tejido empresarial canario y en la educación que se da en el Archipiélago. «Lo primero que se necesita son emprendedores y eso hay que fomentarlo desde las primeras etapas de la vida», apunta. «Los padres ahora te recomiendan que estudies una oposición, no que te metas a emprender», lamenta.

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