Los agricultores canarios sacarán los tractores a la calle para protestar contra la línea con Tarfaya y los sobrecostes

El sector primario teme que la falta de puntos de inspección fronterizos propicie la entrada de plagas y enfermedades desde Marruecos

La protesta sigue la ola de indignación europea por las nuevas políticas agrarias sobre las importaciones de países extracomunitarios

Un agricultor grancanario

Un agricultor grancanario / José Carlos Guerra Mansito

Clara Morell

Clara Morell

Todo apunta a que los agricultores canarios sacarán sus tractores a pasear por las principales calles de Canarias como forma de protesta contra los sobrecostes que vienen soportando desde el inicio de la guerra en Ucrania así como contra el objetivo del Gobierno regional de reactivar la conexión marítima entre Fuerteventura y el puerto de Tarfaya –ubicado en el sur de Marruecos–. Las acciones reivindicativas se producirán como parte de la ola de indignación que se vive en el sector primario europeo ante los cambios en las políticas agrarias que regulan las importaciones de países extracomunitarios, un hecho que les lleva a competir en «desigualdad» y que les expone a sufrir la posible entrada de plagas y enfermedades desde terceros países. 

Las principales organizaciones agrarias de España –Asaja, COAG y UPA– se reúnen hoy con el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas para exigir la paralización de las negociaciones de acuerdos como el de Mercosur, la no ratificación del acuerdo con Nueva Zelanda y la paralización de negociaciones con Chile, Kenia, México, India y Australia. Al mismo tiempo, reclaman un aumento de los controles en la frontera con Marruecos para garantizar que los productos importados desde este país cumplen con las normativas internas de la Unión Europea y con la reglamentación incluida en el acuerdo de libre comercio.

En Canarias, las filiales de estas organizaciones agrarias tienen previsto reunirse la próxima semana para diseñar el calendario de protestas con la mirada puesta en la reactivación de la línea entre Fuerteventura y Tarfaya, que estuvo operativa entre 2007 y 2008, quedando paralizada después de que un barco de Naviera Armas encallara a la salida del puerto marroquí. «Una cosa parece muy evidente, que los tractores van a salir a pasear por las capitales canarias», adelantó ayer el presidente de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos de Canarias, Rafael Hernández.

Los riesgos de la importación de productos agroalimentarios desde Marruecos atañen tanto a la agricultura como a la ganadería. Ángela Delgado, presidenta de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Canarias (Asaga), recuerda que por la línea marítima pasarán turismos «sin ningún tipo de control», pese a que hay casos documentados de animales que han llegado enfermos a Europa tras viajar en el interior de estos vehículos. La fiebre hemorrágica o las viruelas serían entonces amenazas para la cabaña ganadera de las Islas, conformada por razas autóctonas. Una vez que un animal se infecte en Fuerteventura, la propagación al resto de las islas sería «inevitable» según Delgado. 

Y es que la mayor preocupación reside precisamente ahí: en los turismos particulares. Pese a que existen los Puntos de Inspección Fronterizos (PIF) –en los que se realizan rápidos controles de las mercancías de origen animal, vegetal y perecederos–, los coches suelen escapar a su escrutinio porque se da por hecho que no se utilizan para la importación de productos agroalimentarios o animales. Delgado critica que no existe, por el momento, ningún PIF en Fuerteventura. 

También las plagas mantienen en alerta al sector primario. La mayoría de las que hasta ahora han afectado al Archipiélago entraron a través de los equipajes de los viajeros. Un ejemplo es el de la polilla guatemalteca –tecia salanivora–, que llegó a las Islas escondida en una papa que alguien trasladó en su maleta desde Venezuela. El resultado de la falta de control derivó en aquel caso en importantes pérdidas para el cultivo de la papa, especialmente en las islas de Tenerife y La Palma.

El clima de Canarias, además, juega en su contra en lo que a luchar contra los microorganismos indeseados se refiere. El calor acorta el ciclo reproductivo de los insectos: si lo habitual es que las larvas se vuelvan adultas en 21 días, en el caso de Canarias esto ocurre en apenas siete. 

Pero es que, al margen del riesgo que suponen las plagas y enfermedades, los agricultores y ganaderos canarios se niegan a competir con el producto marroquí. «No nos negamos sin motivo, sino porque no jugamos con las mismas reglas», aclara el presidente de la COAG. El único motivo por el que en Marruecos un trabajador del campo gana cinco euros al día -a diferencia de los 60 euros por jornada que cobraría en España- es por la «explotación laboral», denuncia Hernández. En este punto coinciden tanto la COAG como Asaga, insistiendo en que en ningún caso las protestas irán contra la subida del salario mínimo –una medida que apoyan– sino por la «competencia desleal» y las dificultades a la hora de repercutir los costes laborales en el precio del producto final.

Cautela en el Gobierno

El Ejecutivo regional se ha propuesto recuperar la línea con Tarfaya. En diciembre del año pasado, el presidente canario Fernando Clavijo se reunió con la cónsul de Marruecos, Fatiha El Kamouri, para agilizar los trámites burocráticos. Se prevé que las empresas Newport y Hamilton y Cia conformen el consorcio operativo y gestor para explotar esta línea. Además, el pasado mes, el presidente del Cabildo grancanario mostró su «preocupación» ante el riesgo de plagas que supone la recuperación de la conexión.

En este contexto, fuentes de la Consejería de Agricultura del Gobierno regional insisten en que, con los medios actuales, el control sería insuficiente para evitar la entrada de insectos y muestran cautela a la hora posicionarse a favor o en contra de la recuperación de la línea marítima. Sobre las protestas, además, las mismas fuentes entienden y comparten el sentir de un sector que se ha visto golpeado en los últimos años por las mayores subidas en sus materias primas. 

Desde el inicio del conflicto en Ucrania, la subida de los piensos supera el 39,3% en casi todos los subsectores ganaderos. Peor es la situación si se observan los datos de 2020, pues el alza se dispara al 51,7%. Los ganaderos están teniendo serias dificultades para trasladar estos sobrecostes y sus márgenes de beneficio se han visto seriamente comprometidos. 

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