Revueltas en el sector primario | El futuro del campo

Los productores abren sus fincas al ocio para llegar a fin de mes

Los agricultores diversifican la actividad de sus huertas con visitas guiadas, cursos y alojamientos a pie de cultivo para amarrar la rentabilidad del negocio

Jaime Rodríguez (derecha) y Juan Jesús Almeida (izquierda), en la Ecofinca Selva Doramas.

Jaime Rodríguez (derecha) y Juan Jesús Almeida (izquierda), en la Ecofinca Selva Doramas. / Jose Carlos Guerra

Cuando los márgenes de beneficio son ínfimos, y el pan depende de que las adversidades climatológicas no se lleven por delante la cosecha, la diversificación de la actividad se vuelve indispensable para llegar a fin de mes. La agricultura tradicional ha dejado de ser atractiva para algunos productores canarios, que han transformado sus fincas en huertas ecológicas, sin perder el enfoque sobre la venta de frutas y verduras, que también funcionan como museos al aire libre, escuelas para futuros granjeros, aulas de colegio e, incluso, remansos de paz y desconexión para turistas.  

En la zona alta de Santa María de Guía, en Gran Canaria, entre los resquicios de lo que fue hace cientos de años un bosque de laurisilva, se encuentra la ecofinca Selva Doramas. Su propietario, Jaime Rodríguez, la puso en marcha en 2021. Cuando la adquirió, su idea era continuar explotando los 400 aguacateros que ya había plantados. De hecho, en el primer año el negocio iba como un tiro, pero después, las altas temperaturas provocaron malas cosechas. Esa inestabilidad en los ingresos que genera la agricultura más convencional propició que Rodríguez volviera a repensarlo todo. 

Los químicos que empleaba el anterior dueño habían dejado la tierra mustia, por lo que plantó nuevos árboles frutales y orientó el espacio hacia la permacultura, es decir, agricultura sostenible y resiliente con el entorno. Diseñó un espacio donde las hortalizas conviven con hierbajos, insectos y ranas, que ayudan a controlar las plagas y a polinizar, además de ovejas y gallinas, que proporcionan estiércol. «Este sistema da más trabajo, pero los cultivos están mejor que cuando se utilizaban productos fitosanitarios», recalca el agricultor de la finca, Juan Jesús Almeida, que también estuvo bajo las órdenes del otro propietario.

Las frutas y verduras ecológicas o la permacultura se convierten en reclamo turístico

Este ecosistema «es el mejor», según Rodríguez, para que los estudiantes aprendan de primera mano sobre la naturaleza, por lo que abrió las puertas a colegios e institutos, así como a los universitarios en prácticas e interesados en general por el mundillo, para los que imparten cursos de formación. Aparte, la finca cuenta con dos apartamentos para huéspedes con ganas de desconectar de la rutina y conectar con el campo. Esta semana, ocupaba uno de ellos una familia alemana.

A pesar de que cada actividad atraiga hasta este punto de la isla de 20 a 30 personas, la agricultura continúa como la pata fundamental. La ecofinca es el proveedor principal de un restaurante japonés de la capital grancanaria, propiedad de la hermana de Rodríguez, y cada fin de semana vende sus productos en el Mercado de Guía. Los 120 kilogramos de verduras y frutas ecológicas y los 1.200 huevos que se ofertan en el puesto de media cada sábado y domingo arrasan entre los que se acercan, asegura el propietario. 

Lo mismo ocurre en la ecofinca Nogales, ubicada en el municipio palmero de Puntallana. Comenzó en los años 60 de la mano de Nicasio Piñero como una explotación convencional de plátanos y uvas para la elaboración de vino. Sin embargo, en los 90 pasó al plano ecológico, y unos años después se implantaron frutas tropicales, como mangas, piñas tropicales o caña de azúcar, que comercian directamente a clientes minoristas y por todo el Archipiélago a través de las cooperativas a las que está asociada la explotación.

La expectación del público en torno a sus productos, cuya última incorporación ha sido el café, no ha pasado desapercibida por los propietarios actuales, que ofrecen visitas guiadas y degustaciones a pie de bancal. También alquilan el espacio para eventos. En torno a 300 curiosos, estudiantes, erasmus, turistas y locales aprenden mensualmente cómo crean fertilizante líquido ecológico y mantienen la huerta sin químicos. Tras pasar por allí, hay quienes se animan a plantar en tierras que antes aguardaban secas, subraya el responsable comercial, Vinod Karnani. «Hay muchas cosas que cambiar, pero sin la agricultura, la economía no funcionaría», añade. 

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Los jóvenes isleños podrán optar a 100.000 euros en subvenciones del Plan Estratégico de la Política Agrícola Común para poner en marcha una empresa agraria. El anuncio lo hicieron ayer el presidente de Canarias, Fernando Clavijo, y el consejero del ramo, Narvay Quintero, en una visita a Finca Lomo Blanco, en Icod de Los Vinos (Tenerife), una empresa ganadera gestionada por dos jóvenes que en sus inicios recibieron el apoyo de las ayudas a la primera instalación del Programa de Desarrollo Rural (PDR), reemplazado ahora por el Pepac. Durante el encuentro con Alberto e Inocencio Ruiz, propietarios de esta explotación familiar, el titular del Ejecutivo regional subrayó la necesidad de que «existan ayudas públicas, como estas, cofinanciadas por el Gobierno de Canarias, para impulsar el arranque de jóvenes empresarios, que necesitan recursos para plantar, la compra de animales o invertir en maquinaria; es decir, precisan de un impulso para desenvolverse por sí mismos y garantizar el relevo generacional que precisa el campo». Narvay Quintero recordó que el Ejecutivo regional ha publicado misma esta semana las bases de la convocatoria de subvenciones del Pepac, cuya ficha financiera para el periodo 2023-2027 asciende a 128 millones de euros, y ya se está trabajando en la convocatoria de las distintas líneas de ayuda. | LP/DLP