El multipartidismo vuelve a colocar a España en el punto de salida , es decir, vuelta otra vez al bloqueo de cara a la investidura de un presidenciable y a la consecución de los apoyos para un programa de cuatro años de legislatura. La derecha, con un verdadero festín de votos para Vox (52 escaños), el PP (88) y un capitidisminuido Cs (10) no llega. Tampoco la izquierda del PSOE (120 escaños), UP (35) y Más País (3). Ninguno de los dos frentes se acerca a la mayoría absoluta de 176 diputados para resolver un escenario de interinidad que llevó ayer a 37 millones de españoles a ser llamados a las urnas por segunda vez en cuatro meses y la cuarta en cuatro años. La abstención fue de un 30,13%.

El PSOE de Pedro Sánchez, que pierde tres escaños (800.000 votos), se erige en ganador de las elecciones, pero con la condena de tener que volver a sentarse a negociar con UP, y tejer el apoyo de los 35 diputados de Pablo Iglesias, que ha perdido siete escaños. Ambas fuerzas sufren el castigo por la fallida negociación para un pacto de izquierdas. En el caso de un retorno PSOE-UP ante una mesa, sería irremediable la búsqueda de votos entre los nacionalistas moderados y formaciones regionalistas y, en último término, con el conglomerado independentista catalán, hecho más que improbable, por no decir imposible, dada las crisis abierta tras la sentencia del procés y el aumento de la tensión debido a la radicalización con desordenes públicos de los defensores de la autodeterminación. Sería un guirigay de difícil administración.

Ante un escenario tan complejo y disgregado, se da por seguro que Sánchez reclame como candidato más votado la abstención del PP y de un debilitado Cs (2,5 millones de votos evaporados), que tendrá que digerir la pulverización de 47 escaños, una debacle que amenaza el liderazgo de Rivera y lo pone a tiro de una dimisión. Los 10 escaños naranjas son calderilla ahora, una cotización a la baja que contrasta con el poder que tuvo la formación, que en su momento dejó pasar el minuto de oro de un pacto de gobierno con Sánchez. Tras la caída de ayer, Cs empieza una nueva historia, ya sea con su disolución, su absorción o elevar al cuadrado su tacticismo para encontrar acomodo al precio que sea en el nuevo escenario. Su fracaso es también el fin de la esperanza de un bloque de derechas con opción a gobernar.

¿Espera Sánchez que el PP de Casado se abstenga para su investidura? Los populares y Vox han sido los beneficiados de la demolición, un trasvase de votos que complica algún signo de gran coalición entre el PSOE y el PP, una mayoría más que ventajosa para el nombramiento del líder socialista y más que suficiente para gobernar. La alerta frente a unas terceras elecciones sería más que estimulante para explorar el equilibrio bipartidista, pero Vox lo pone difícil. La formación de Abascal ha ganado 28 escaños, o sea, es nada menos que la tercera fuerza política del país. Un éxito que lleva al PP a considerar que no puede dejarle el campo libre, de forma que una abstención en beneficio de Sánchez convierta a Vox en la referencia de la derecha en el Congreso de los Diputados. Pero todo dependerá de la ambición de Casado, que es bastante.

La complicidad del PP y Cs con Vox ha acabado perjudicándolos, puesto que los de Abascal han explotado su condición de recién llegados, y como consecuencia de ello, ajenos a "sus chiringuitos". Pero en realidad, el mayor beneficio les ha venido precisamente de la larga etapa de incertidumbre política que ha vivido el país y por una exhumación tardía de Franco (y en víspera electoral) que ha activado una nostalgia franquista muy complementaria al nacionalismo y proteccionismo de Vox.

La fiebre por el discurso de la ultraderecha también llega por primera vez a Canarias con dos diputados. Fulmina a Ciudadanos, que pierde sus dos escaños. El PSOE gana las elecciones al Congreso al conseguir cinco escaños y un 28,87 % de los votos, lo que supone repetir número de diputados respecto a los anteriores comicios. El PP logra cuatro diputados y el 20,79 % de votos, lo que le permite subir un escaño y consolidarse como segunda fuerza. Empatados a dos escaños estarían UP, la alianza electoral entre CC y NC.

En Cataluña, se impuso ERC (baja de 15 a 13), por delante del PSC, que se ha mantenido en 12, mientras que el JxC de Puigdemont sube de siete a ocho al mejorar, como siempre, unas encuestas que infravaloran el voto rural de sus redes caciquiles. Ni Sánchez ni Iglesias pueden en principio contar con JxC, pero la novedad con respecto a julio es que, con las sentencias del procés aun calientes y unas autonómicas previsibles a la vuelta de la esquina, será difícil ver a ERC colaborar de nuevo, aunque sea con una abstención, para permitir la mayoría simple en segunda vuelta. Y con los dos diputados de la CUP, mejor ni soñar.

Del lado del País Vasco, EH Bildu pasa de cuatro a cinco diputados, pero ni siquiera su abstención, que sería denostada desde numerosas bandas, tanto a derecha como a izquierda, despejaría el camino en la segunda vuelta de la investidura. Empieza la cuenta atrás para el desbloqueo.