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Los 623 pases de La Roja, una mentira

En el grupo de la risa, la partitura de Luis Enrique es una broma macabra | Juego horizontal, concesiones y un billete hacia la nada

Robert Lewandowski avanza con el balón, ante la presión de Pedro González ‘Pedri’, ayer, en La Cartuja. Detrás, Fabián. | | EFE

La Roja del bostezo. El laberinto de la edad de oro. 623 pases y un océano de enigmas. España es una de las nueve selecciones que tras dos jornadas de la Eurocopa de las mascarillas no sabe lo que es ganar. Anoche, ni de penalti. Dos puntos, dos empates y una propuesta de salón bajo un manto de sopor. Igual que en el Mundial de Rusia. La misma decrepitud. Ante Eslovaquia, el miércoles, solo vale ganar para evitar un chorno de campeonato. A la altura del desastre del Mundial de Naranjito (1982). De Polonia a Honduras.

Había que buscar el gol y se perdió el juego. El combinado nacional de Luis Enrique no domina. Es la crónica de un reinado ruinoso. Ante Suecia (18ª en el ranking FIFA) y Polonia (21ª), solo a ‘ratitos’, se vio una apuesta descarada y de transición rápida (el tiro de Dani Olmo y paren de contar). En un grupo de risa, el problema de España reside en que saltó al ruedo del maltrecho césped de La Cartuja tras el Portugal-Alemania (2-4). El fallo de Laporte ante Lewandowski y el penalti estrellado en la madera de Gerard Moreno, ante el vuelo de Szczesny, calibran el drama. Con doce remates -cinco a portería-, España se apiadó de la formación de Paulo Sousa en un evidente ejercicio de deserción. La clara muestra de la involución en relación al estreno ante Suecia.

El tanto de Morata -a tiro esquinado de Moreno- y una lenta agonía. Es la ‘Europesadilla’ de una España sin registro incisivo. En el caso de Pedri, el infante de Tegueste no cerró a lo grande como los escandinavos. Se fue achicando con el baile de los minutos y la presión asfixiante de los polacos.

Resulta desesperante detectar un hilo de esperanza en el juego pausado y horizontal del mecano de Luis Enrique. El paradón de Unai Simón y un inicio alentador fueron los únicos motivos de fe. El tato de Morata dibujó el escenario perfecto. Dani Olmo se desató en un costado y la Roja tiró de genio. Pero la sala de máquinas carece de consistencia. Falta el pase interior que deje atrás las dos líneas de caníbales. Polonia implató una línea de cinco -tres centrales- y concentró capital humano en el área del meta de la Juventus. A falta de inspiración, el éxtasis de Morata. Abandonó la polémica y luego activó otra bomba ante los medios. El caudal ofensivo del rival resultó bochornoso. Sin un líder en la medular, el rol de Rodri no termina de responder ante la exigencia. Koke también pasa desapercibido y las soluciones fueron Sarabia, Oyarzabal, Ferran Torres y Fabián Ruiz.

Algo injustificable

Polonia ganó más duelos (56 por 41) y el grado de efectividad en los saques de esquina de España fue de ciencia ficción -siete córneres y sin noticias de Szczesny. Ese dominio y control de balón (76%) fue una mentira. Una trampa mortal. En una acción aislada, en el segundo remate a palos, un pícaro como Robert Lewandowski le ganó la posición a Laporte, que reclamó falta. Un desliz grosero.

Concesiones en las dos áreas y un ataque a la desesperada. Sin fluidez en la circulación de balón, no se vio al Pedri eléctrico y estético. Solo quedó el balonazo largo para un combinado que terminó sin nueve en el verde. La casa por el tejado. Dos carreras de Fabián y una final el miércoles ante Eslovaquia -36 del ranking FIFA-. En el grupo de la risa, los chistes de la Roja no hacen gracia. El empate puede no servir en La Cartuja en cuatro días. Ganar o fracaso.

Las penetraciones de Alba, generando superioridad, fueron el salvoconducto ante la muralla polaca. Apenas hubo más originalidad, salvo la velocidad de Sarabia. Nada de nada. España se descompone y es una marioneta de su caos interno. Recen lo que sepan. El ‘tiki-taka’ es una ruina.

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