Cuando el Sevilla se hizo el digno

El conjunto hispalense se negó a jugar contra el Lanzarote en Arrecife en los dieciseisavos de la Copa del Rey en 2003 y el choque se disputó en el Insular

Navas estuvo en el banquillo

Cuando el Sevilla se hizo el digno

Cuando el Sevilla se hizo el digno / LP/DLP

David Rodríguez

David Rodríguez

"Lo sentimos, pero primero está el Sevilla, segundo, el Sevilla y tercero, el Sevilla". Con esta exaltación de amor por un escudo se expresó Joaquín Caparrós el 14 de noviembre de 2003, cuando el conjunto hispalense ya sabía que iba a tener que jugar contra la UD Lanzarote y se estaba negando a competir en la Ciudad Deportiva de Arrecife. ¿El motivo? "Miramos siempre por los intereses del Sevilla. El césped artificial no es un terreno que me gusta y no estamos acostumbrados. Nos solidarizamos con el Lanzarote y hacemos lo que sea, pero...", explicó Caparrós. Ese pero se tradujo en trasladar la eliminatoria al Estadio Insular.

Esa desavenencia no la llevó a cabo ni el Real Madrid ni el Atlético de Madrid en las ediciones anteriores en las que el Lanzarote recibió a los grandes de España para delirio de la afición rojilla. No le importó a Figo, Zidane, Guti o Fernando Torres competir en ese mismo césped artificial en el que el Lanza iba escribiendo su idilio con el torneo.

La Copa permitió a los diablillos rojos, la hinchada local, ver a estas leyendas, vivir triunfos históricos como el del 5-1 al Tenerife en 2001, o las que logró en la temporada 2004-05 al dejar en el camino al Mallorca por 2-1 y también vencer al Athletic Club en la ida de octavos por idéntico resultado y terminar sucumbiendo en San Mamés por 6-0 en la noche en la que Fernando Llorente se dio a conocer al mundo con un hat-trick.

Parte de los versos de un club que se quedó a las puertas de ascender a Segunda División en varias ocasiones en ese principio de siglo junto al apoyo de esa torcida roja que siempre les animó, fuese en Bilbao cuando se trasladó más de un millar de aficionados, o cómo quedó patente un año antes al acudir en masa a un Estadio Insular que estaba en proceso de ser derribado y que pintaron de rojo con más de 3.000 conejeros en las gradas y que dedicaron una pitada sonora en el desfile previo al encuentro y en especial a Caparrós.

Intento de cordura

"Entendería su enfado (por los aficionados). Yo haría lo mismo, pero el romanticismo en el fútbol equivale a llorar y nosotros vivimos de los resultados. Después en la eliminatoria puede pasar cualquier cosa", expresó Caparrós en la previa del choque contra el Lanzarote en Gran Canaria.

Además, venían en preaviso por el portero del Sevilla, Esteban, que volvía a coincidir contra el Lanzarote después de la eliminatoria de la anterior edición con él como guardavallas colchonero. "El año pasado jugó el Atlético de Madrid en Lanzarote y lo pasamos muy mal. Ganamos por 2-1, pero sufriendo muchísimo", advirtió.

Con este caldo de cultivo y sabiendo que el equipo conejero era uno de los punteros de Segunda B –ese año concluyó campeón de la liga regular, pero no ascendió–, Caparrós no se guardó ninguna pieza en el banquillo y alineó a un equipo titularísimo.

El Sevilla jugó con: Esteban; Redondo, Pablo Alfaro, Javi Navarro, David Castedo; Julio Baptista, Podestá, Pep Martí, José Antonio Reyes; Darío Silva y Antoñito, otro de los jóvenes que estaban despuntando por entonces.

Ganó por un escaso 1-0 el conjunto hispalense, transformado por la Bestia Baptista en el minuto 13 después de que Reyes mandara un centro desde la izquierda y que se le escurriese de las manos al portero Tomás. Era el cuarto tanto de un brasileño que llegó al Sevilla con el broche de defensivo y que terminó anotando 25 entre Liga (20) y Copa del Rey.

Pero hasta ahí llegó el punch del equipo andaluz. Le valió un cuarto de hora eléctrico para amedrentar al Lanzarote y no hizo mucho más. Tanto que hasta Maciot pudo poner el empate con una falta directa, y un cabezazo de Eneko golpeó en el larguero de Estaban.

Todo ello teniendo el once titular de Liga sobre el césped y con un José Antonio Reyes siendo la sensación de España, lo que le empujó a fichar por el Arsenal un mes después de su paso por el Estadio Insular a cambio de 30 millones de euros para ser parte de la legendaria plantilla Gunner que se le apodó como The Invincibles por concluir la liga sin perder un sólo partido.

El que no saltó al campo en este partido fue Jesús Navas, pero estuvo presente en el banquillo. Un jugador que 21 años después todavía sigue compitiendo y que hoy jugará en el otro estadio –la UD ya se había mudado entonces–.

Casualidades de la vida, el entrenador por entonces del Lanzarote era José Luis Mendilibar, que comenzó entrenando esta temporada al Sevilla... y a Navas, además de a Sergio Ramos, que debutó contra Las Palmas en la quinta jornada del campeonato.

Rizando más el rizo de las casualidades, estos dos jugadores sí tuvieron que jugar en la Ciudad Deportiva de Lanzarote el 27 de octubre de ese mismo año, es decir dos meses antes, cuando el Sevilla B tuvo que medirse al conjunto conejero en la décima jornada del Grupo IV de Segunda B.

Ese choque se saldó con victoria por 4-0 para los rojillos con goles de Nacho Castro, Salas, Maikel Padrón y Gustavo ante un equipofilial que estaba dirigido por Manolo Jiménez, quien casualmente años después dirigiría a Las Palmas durante 14 partidos en Segunda División.

Abrió la sección de ‘Deportes’ de la edición de ‘La Provincia’ del 18 de diciembre de 2003 un partido entre el Lanzarote y el Sevilla. La información de la UD se quedó al margen un día para atender la eliminatoria copera, de la que informó con su picardía habitual Víctor Rastrilla. |

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