Entrevista | Carmelo Torres Torres Profesor, investigador y escritor

Carmelo Torres Torres: «A Unamuno no se le dio importancia hasta 30 años después del destierro»

Carmelo Torres (Puerto del Rosario, 1975), licenciado en Historia por la Universidad de La Laguna continúa desarrollando su labor de investigador y escritor. En plena efemérides del centenario del confinamiento de Unamuno en Fuerteventura, el profesor majorero reedita la obra ‘Fuerteventura,1924’ centrada en los desterrados a la isla en aquel año, aunque aportando nuevos hallazgos y un apéndice fotográfico.

Carmelo Torres Torres

Carmelo Torres Torres / LP/DLP

La Provincia

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Usted es autor de Fuerteventura, 1924, cuya primera edición ya lleva tiempo agotada. ¿Qué le ha llevado a publicar la segunda edición?

Como muy bien dice, la primera edición ya no se puede conseguir, y el atender a los lectores debe ser una de las premisas a las que todo escrito, más bien investigador, en mi caso, debe atenerse. Atento a esa falta del libro, a la buena crítica despertada y a la posibilidad de incluir nuevos hallazgos y un apéndice fotográfico, me he decidido a dar el paso.

En este año, con motivo de tan señalada efeméride, primer centenario, serán múltiples los actos que se llevarán a cabo en Fuerteventura para dar a conocer la figura de Unamuno y su relación con nuestra isla. ¿Cree que realmente ha dejado tanta huella, tal y como otros han señalado?

 La verdad que desconozco al detalle el programa de actos que las administraciones van a organizar con motivo de una celebración que, sin duda, a Unamuno le habría causado risa, al menos en primera instancia,… y es que el genio de Bilbao nunca alcanzó a ser consciente de la huella indeleble que sus apenas cuatro meses de estancia entre los majoreros dejaría en la isla. 

Sin embargo, esa influencia que sus palabras pudieran haber ejercido sobre la población insular es evidente que se ha ido desvaneciendo,… pero en cualquier caso dudo que la poca difusión de su obra antes de los años cincuenta o su simple estancia en Fuerteventura supusieran un cambio de ciclo en la propia percepción que los majoreros tenían de sí mismos. Sólo muchas décadas después se alcanzaría a difundir las palabras del catedrático y únicamente entonces, calculo que en los años sesenta y setenta, será cuando sus palabras tuvieran alguna trascendencia en ese aspecto.

Considero que tuvo mucho más que ver la creación de los cabildos para que en cada isla se sintieran más importantes al ser capaces de decidir por sí mismos, alcanzando sólo entonces la “mayoría de edad”, pasando al poco a sentirse orgullosos de lo que eran, de su historia y del porvenir que cada isla sería capaz de labrarse.

¿A estas alturas, nada más y nada menos que un siglo después, han sido muchos los que se han acercado a la figura de Unamuno, a su forzada residencia en la isla, a las palabras que dedicó a Fuerteventura y sus habitantes. ¿ Realmente cree que ese episodio de su vida aún puede dar más de sí?

Pues, sinceramente, sí, y es que en el transcurso de un siglo se ha trabajado bastante acerca de la figura de Unamuno, mucho menos de Soriano, a raíz de su destierro, confinamiento para otros, en Fuerteventura durante cuatro meses de 1924. Se han tocado numerosas facetas y aspectos del mismo, destacando para ello la recurrente consulta y análisis de su, ya inmortal, “De Fuerteventura a París”, probablemente el conjunto de sonetos más bellos con que nadie haya deleitado a la isla majorera a lo largo de toda su historia. Y eso ha estado muy bien, pero se ha obviado una fuente magnífica por extensión y profundidad en el detalle, actuando además como precedente de lo que más tarde daría lugar a obras de mayor calado. Nos referimos a la prensa, tanto en lo referente a lo que en ella publicaban ambos desterrados como a las noticias que se iban desgranando de sus vivencias durante esa etapa de sus vidas. 

A Unamuno no se le dio importancia hasta tres décadas después de su estancia o destierro.

¿Qué importancia posee el estudio de los periódicos de la época para profundizar en el estudio de Unamuno y Soriano durante su destierro?

Desde hace unos años he comenzado a trabajar acerca de los desterrados en nuestra isla a lo largo de la historia, y considero un error imperdonable no haber abordado las noticias que sobre la estancia de los de 1924 nos ofrecen los rotativos de la época, al igual que los escritos que ambos lograron publicar en ese señalado medio de comunicación, salvando la censura impuesta. A través del análisis de la prensa podemos ahondar en el proceso que motivó el confinamiento en Fuerteventura, tanto de Unamuno y Soriano como del tercer desterrado de ese año, el marqués de Cortina, en el conocimiento al detalle del itinerario seguido hasta llegar a la fuerteventurosa isla (Salamanca-Madrid-Sevilla-Cádiz-Tenerife-Gran Canaria-Fuerteventura), alcanzando incluso a poder conocer mejor lo que hicieron en, prácticamente, cada uno de los días de esos cuatro meses que convivieron con los majoreros, entre otras muchas cuestiones.

Con ello se puede empezar a arrojar nueva luz sobre una cuestión como esta, una que histórica, e incluso filológicamente, se ha visto circunscripta, mayormente, a su obra más significativa del momento: “De Fuerteventura a París”, casi limitándose durante décadas a los “manidos refritos”, a sacar nuevas ediciones, nuevas anotaciones, nuevos comentarios, nuevos enfoques y nuevas hipótesis de trabajo,… pero siempre de los mismos textos. Con ello han dejado pasar cientos de noticias, y decenas de reportajes y artículos de los propios protagonistas, sin que nadie se atreviera a salir del marco establecido en las investigaciones. Toda esta rica documentación permanece a la espera de profundos análisis, pasando a erigirse en lo que son, fuentes primarias inexploradas, que sí abren nuevas vías de investigación y conjeturas acerca de los destierros majoreros de 1924.

¿Cree que hasta el presente nadie se ha acercado al destierro desde el punto devista de un historiador? ¿Cree que los filólogos y unamunianos han acaparado los estudios de don Miguel?

Resulta obvio que sí, realmente no conozco ningún estudio reciente que trate convenientemente este episodio de la historia majorera, quizás porque se daba la tajante, pero falsa, opinión de que todo lo que se podía decir ya se había dado a conocer; y eso a pesar de que la estancia de tan ilustres personalidades dio lugar a relativas mejoras en determinadas infraestructuras y servicios en la isla. Y es que con esos reportajes se daría cancha a conocer los distintos problemas, muchos seculares, que padecían los majoreros, mostrando entonces a las claras la inoperancia de gobiernos locales, regionales y nacionales en proveerlos incluso de lo más esencial: el agua; y es que durante los meses de estancia de los desterrados la misma se traía en barricas desde Gran Canaria, circunstancia esta de la que el mismo Unamuno se hizo eco. El conocimiento de esa dramática realidad tendría trascendencia, buscando atender la problemática y darle soluciones, siendo así que en los años posteriores se comienza a trabajar en varios proyectos orientados a abastecer del líquido elemento a la población de Fuerteventura.

Seguro que junto a lo evidente la prensa ofrece la posibilidad de acercarnos más al día a día de Soriano y Unamuno durante esos cuatro meses. ¿No?

En efecto, junto a todo lo anterior, conviene apuntar que en los periódicos de la época se recogen bastantes detalles inéditos, no siendo los mismos desvelados hasta estos últimos dos años en que se ha avanzado en la investigación del destierro a través de la prensa.

Reflejo de ello es su desmedida pasión por hacer pajaritas (cocotología) para regalar a la chiquillería de Puerto de Cabras, llegando a crear dos formas nuevas: el cerdo y el camello, no dejando de hacerlas ni cuando lo pelaban; se aportan interesantes detalles de la fuga que habían planeado, bueno, una fuga que no lo fue; se conoce su participación en alguna obra de teatro en El Casino. Alguna otra referencia nos habla de como la capital majorera se convirtió en lugar de obligada parada para bajar a estrechar la mano del anciano profesor y pedirle un autógrafo, otros llegaban desde Gran Canaria y Tenerife siendo recibidos directamente por ambas personalidades. Los periódicos de la época hablan además de los paseos diarios de Unamuno con el cura y de la pasión de don Rodrigo por mariscar y cazar conejos y perdices para después comerse sus presas, amén del insustituible gofio; también afirmaban el gusto que sentían de pasear a camello y el entretenimiento que descubrieron con los soldados del Regimiento.