Octavio Arencibia Suárez, ex alcalde de Teror, nació en este municipio hace 71 años. Estudió al principio en el pueblo pero hizo el bachiller en la Universidad Laboral. Trabajó en una farmacia, en la asesoría García Mendoza y 36 años en La Caja de Ahorros de Teror.

- ¿De dónde le vino su inquietud por la política?

- Cuando estaba en el pueblo siempre estuve en actividades culturales, especialmente de teatro. Teníamos un grupo.

- ¿Participó en asociaciones vecinales?

- Yo no era muy partidario de las asociaciones de vecinos porque era una fórmula que no me gustaba. Creía que el ayuntamiento tenía que preocuparse de eso tras visitar a los barrios sin necesidad de que tuvieran que surgir esas asociaciones, aunque no cabe duda de que fueron importantes.

- Pero no le convencían mucho.

- Es que se politizaron mucho. Algunas hacían unas fiestas más largas que las del Pino. Era algo inexplicable. Al final llegamos a un acuerdo usando el talante.

- Usted accedió a la alcaldía en 1988 con el cuatripartito ¿Qué le gustó del pacto?

- Me gustaron muchas cosas. Primero ser alcalde de tu pueblo, aunque no sea muy político. Es algo que te tomas muy en serio. Pero una de las satisfacciones mayores fue cumplir el pacto. Era como demostrar que los políticos podían cumplir su palabra.

- ¿Usted siempre fue partidario del pacto?

- No, no lo era. Era partidario de un solo alcalde, no cuatro en el mismo mandato.

- ¿Usted quería ser el único alcalde?

- No, aunque se llegó a decir. Yo no iba siquiera a las reuniones de negociación. Sólo fui al final a firmar y no sé lo que firmé. Es más, no sé hoy en día de quién salió la idea de firmar el pacto de aquella forma.

- ¿Se sintió presionado?

- Los jefes de Las Palmas querían que yo hiciera el pacto con Cayo [Yánez], pero la agrupación de aquí no estaba conforme. Yo realmente había hecho una campaña en contra y no me parecía coherente pactar con el alcalde al que criticaba.

- Y se salió con la suya.

- Después de cinco o seis horas hablando, les dije: si ustedes quieren hacer eso, yo me marcho; conmigo no cuenten. Al final surgió la idea de hacer el pacto cuatripartito, pero no sé de quién fue.

- Logró no pactar con Cayo Yánez, pero finalmente tuvo que tragarse el pacto.

- Es que después de haber conseguido lo primero ya no tuve fuerzas para oponerme otra vez a esa decisión. Además, yo encabezaba la lista del PSOE como independiente. Al final lo acepté.

- ¿Le miraban los vecinos por ser de izquierdas en un pueblo tan conservador?

- Sí, tuve muchos problemas. A mí se me llegó a decir qué hacía un chico como yo en un sitio como ese. Me decían: tú puedes ser el candidato nuestro, ¿qué hace un chico de Acción Católica con los socialistas? Gentes de la derecha nunca me lo perdonaron. Tuve una campaña muy dura, muy dura, en el 83. En mi trabajo me presionaron.

- ¿En qué sentido?

- En mi trabajo vi gente de muy arriba que tuvo que salir por la puerta pequeña. Yo salí por la puerta grande. Y en el otro terreno también vi que los que comían en un mismo plato fueron a comer en distintos después. Esta mañana leí una frase que decía: si tu enemigo te denuncia y tu amigo calla, mal asunto. Hubo muchos silencios.

- ¿Y le dolieron?

- Sí, dolió un poco. Si no estuviese trabajando en mi pueblo, lo más probable es que hubiese seguido unos cuantos años más en la política. Trabajaba en una cosa delicada, donde había dinero y secretos. Muy mal no lo hicimos porque luego se ganaron las elecciones en minoría. Hicimos un buen papel. Luego cuando se ganaron por mayoría se debió a Juan de Dios Ramos y a todos los militantes. El trabajo que hicimos fue bueno.

- Usted fue el primer alcalde socialista tras la dictadura.

- Sí, desde la época de don Antonio Sarmiento, un maestro al que recordé en mi toma de posesión. Por ser de ideología socialista, fue retirado de la enseñanza.

- Usted nunca ha escondido sus creencias.

- Yo soy un hombre practicante en mi fe. A mí me nombraban el aborto y otras cosas cuando entré en política. Tengo una deuda con la jerarquía eclesiástica española. Hay mucha gente de izquierda que es creyente y practicante. No concebimos el discurso actual de la Iglesia y el silencio que ha tenido en la historia.

- ¿Era complicado trabajar en La Caja y dedicarse a la política?

- Sí, lo era. Eso de trabajar en la Caja de un pueblo, donde se mueven todos los dineros, y luego dedicarse a la política es fastidiado. Yo notaba cierta desconfianza.

- ¿Qué piensa de su compañero de partido Juan de Dios Ramos?

- Yo siempre dije que era un diamante en bruto al que había que pulir. Y se ha demostrado que era así al ganar cinco elecciones seguidas. Me gustaría que se marchara voluntariamente y que no lo echaran las urnas.

- Él se presenta otra vez.

- Y las va a ganar también.

- Entre los socialistas hay gente religiosa.

- Claro, siempre la ha habido. No tenemos que ser anticlericales ni quemaconventos.

- Ahí está Bono.

- Sí, pero Bono es derechoso. Yo me encuentro hoy en día más protestón y crítico con la Iglesia que hace veinte o treinta años. Ideológicamente soy más de izquierdas que antes.

- Milita en el PSOE pero es crítico con la dirección.

- Aparezco poco. Mi crítica es a nivel individual. Soy crítico con las elecciones, con la reforma laboral. Estoy esperando que haya una buena manifestación para ir. La actual reforma es un fracaso total de la izquierda. Obedecemos ciegamente lo que dice Europa.

- ¿Siempre tuvo la comprensión familiar?

- Sí, aunque en el tema OTAN mi mujer votó sí porque era muy de Felipe González.

- No tiene usted pinta de haber votado siempre al PSOE.

- No, al principio de la transición voté por Pueblo Canario Unido y luego por el Partido Socialista de Tierno Galván.

- ¿La ideología se ha desmoronado?

- No, yo pienso que sigue habiendo diferencias entre la derecha y la izquierda. Pero el alcalde lo es de todos.