La vegetación seca que se acumula cada año es muy superior a la que se extrae desde que dejó de tener valor económico, así que "o se activa la demanda de caña y vegetación seca, o el gran incendio forestal de Gran Canaria está por venir", ha advertido el especialista Ferrán Dalmau-Rovira durante la Jornada de Gestión de la Información en Desastres y Emergencias organizado por el Cabildo.

España acumula al año 60 millones de toneladas de vegetación seca de los que se extraen 18, de modo que cada año se incrementa en 48 toneladas el "stock" de energía a la espera de una chispa para arder en cualquier momento, y Gran Canaria, uno de los lugares de Europa más complicados para ser defendido de las llamas, es una "bomba de relojería" por el gran abandono de la actividad rural, la orografía, la dispersión de casas y el cambio climático, que afecta más a los territorios insulares.

"O la vegetación vuelve a valer dinero, en forma de biomasa para los hoteles y los hospitales, o seguirá habiendo peligro", aseguró Dalmau, quien insistió en que, ante esta situación, la responsabilidad para tratar de evitar los incendios es compartida entre las instituciones y la ciudadanía, ya que la extinción es la respuesta, pero la solución al problema es la prevención.

Abandono

Dalmau-Rovira, ingeniero responsable de la entidad Medi XXI-GSA, que colabora con el Cabildo de Gran Canaria desde hace años, explicó a medios de comunicación y gabinetes de prensa institucionales y de cuerpos de seguridad que los últimos incendios de La Gomera comenzaron hace 40 años, cuando se empezó a abandonar el campo, porque ahora cuenta con 600 hectáreas fuera de cultivo listas para arder.

Los incendios cada vez son peores, se afrontan fuegos de una agresividad antes no vista, en la década de 1960 había mucho aprovechamiento rural y la masa existente apenas ardía, pero ha progresado por la acumulación hasta el punto de que los cortafuegos no son garantía. Gran Canaria está inmersa en un largo proceso para regenerar su laurisilva en el norte, donde la situación es más peligrosa por la cantidad de viviendas, y cuando se produzca esta ansiada regeneración de Doramas podrá dejar de temerse un gran incendio porque los bosques de laurisilva son húmedos y turgentes y les cuesta arder, pero para ello "hay que lograr aguantar 40 años".