José Javier Herrera mató a René Sendino porque se disputaban el "mercado" de la droga en San Fernando de Maspalomas y cayeron en una escalada de violencia para defender sus puntos de venta, revela la expareja de la víctima en la tercera sesión del juicio que se celebra en la Audiencia de Las Palmas mediante el sistema del jurado popular.

La vista oral dejó esta mañana testimonios tanto a favor como en contra de la defensa y de la acusación. Uno de ellos fue el de la novia de Sendino, quien, sin los subterfugios de otros interlocutores, explicó al tribunal que el trapicheo de cocaína enfrentó a los dos jóvenes. "La discusión era por la zona del Lomo. Unos vendían allí y otros no querían que el frutero lo hiciera", declaró María del Carmen P. D. El frutero es Herrera, de quien "todo el mundo sabe" en Maspalomas que vende droga, añadió la testigo.

La versión del acusado es distinta. Herrera sostiene que vendía cocaína para Sendino en el pasado, cuando era menor, pero al salir éste de prisión le dijo que no seguía en el negocio. Esa negativa desató el conflicto, con peleas, abusos y una situación de acoso a las que el acusado puso fin el 12 de noviembre de 2015, según su versión.

Esa noche de noviembre, sobre las doce horas, ambos se encontraron en la gasolinera de San Fernando y, tras un intercambio de golpes, Herrera, con 19 años, siguió en coche a su rival y lo arrolló por detrás hasta tirarlo de la moto. Luego cogió una llave de tubo del maletero y lo remató en el suelo, mientras estaba moribundo e indefenso.

Otro testigo, sin embargo, sostiene que Herrera no remató a Sendino con una llave de tubo, sino inglesa. Se trata de un trabajador de la cafetería del Mercado Municipal, que es donde se produjo el atropello. La novia de la víctima, además, cree que es la misma llave usada por el acusado dos semanas antes para agredir a su expareja en otra pelea, pues sacó la herramienta del mismo coche utilizado para el atropello. La policía no logró encontrar el arma homicida.

Al margen del origen de la trifulca y otros detalles, Herrera ha admitido parte de su responsabilidad y las cámaras de seguridad grabaron la secuencia completa del crimen, tanto de la pelea inicial como del atropello. La discusión está en la atenuante por obcecación que alega la defensa: el acusado salió en coche a por Sendino, a gran velocidad, tras recibir un golpe con el casco muy potente en la cabeza.

Las imágenes muestran que se quedó aturdido por el golpe. "Estaba noqueado, le hablabas y no te hacía caso, iba trastornado", asegura el vigilante de la gasolinera que intentó separarlos en ese momento. Samir, un amigo que también medió en la reyerta, insistió en esa idea y en el acoso que supuestamente sufría Herrera, aunque se mostró evasivo ante el hecho de que esos abusos estuvieran relacionados con la venta de droga. Añadió que su amigo tenía miedo y trataba de evitar a la víctima desde que éste salió de la cárcel, un mes antes de los hechos, tras cumplir condena por un robo.

Los médicos forenses contratados por la defensa avalan la tesis de que el acusado cometiera el crimen influido por la rabia experimentada al recibir el golpe del caso. En ese sentido, describen a Herrera como un joven que se mueve entre dos polos: es frío y calculador, pero tiende a esconder sus emociones, con inclinación a la ansiedad, a la desconfianza y a sentirse amenazado, más propenso incluso a dejarse convencer que a mostrarse violento.

Los forenses judiciales, en cambio, rechazan que el acusado sufra trastornos mentales porque era consciente de lo que hacía y buscó ese resultado, según los exámenes realizados tras su detención. También tachan de "temeridad" concluir que cometió el crimen anulado por la obcecación, sobre todo si sólo se analizan las imágenes de la grabación y la reacción al ser golpeado con el casco.

En cuanto a las lesiones, todos coinciden en que eran mortales: el atropello le causó una hemorragia interna masiva, con el hígado, el bazo y los pulmones rotos. El golpe posterior en la cabeza aceleró su muerte, agregan los médicos.