El Cabildo de Gran Canaria soltó ayer dos águilas ratoneras y un alcaraván desde el emblemático mirador dedicado al biólogo Viera y Clavijo, en el Jardín Canario.

Las rapaces pasaron varias semanas en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Tafira tras ser recogidas ambas en Arucas, una víctima de un disparo de perdigones, y otra con síntomas de intoxicación.

En estos momentos el centro que gestiona el veterinario Pascual Calabuig cura en sus instalaciones otras tres rapaces, una de ellas también víctima de un disparo, recogida en el barranco de los Cernícalos, en Telde, y otras dos con síntomas de envenenamiento, si bien Calabuig matiza que éstos pueden ser debidos por fitosanitarios empleado en la agricultura como por aguas en mal estado de salubridad.

Pero no todo son malas noticias. El especialista subraya que tras años de concienciación medioambiental la respuesta ciudadana permite, hoy por hoy, "que tengamos reporte de cada animal protegido encontrado en la isla, ya sea vivo o muerto, ya que nos informan a través del 112, en las respectivas policías locales de cada municipio o trayéndonos directamente los ejemplares al centro de recuperación o al Cecapime". También recuerda que los equipos del Cabildo se desplazan "allí donde haga falta" para recuperar cualquier ejemplar que lo requiera.

Calabuig pone de ejemplo el reciente avistamiento de los cisnes negros en Gran Canarias, "de los que tenemos todo el recorrido porque los ciudadanos nos llamaban según iban volando por la isla, y así tenemos su traza desde San Cristóbal, en la capital de la isla , luego desde Las Nieves, en Agaete, Tarsartico y La Aldea, lo que indica un alto grado de colaboración". Lo mismo ocurre en el mar, donde "gracias a los móviles nos indican las especies que pasan por nuestras aguas y, además, con fotos".

También apunta que este factor, "más la reducción del uso indiscriminado de venenos no autorizados", permite vislumbrar una recuperación en el número de ejemplares de las diferentes especies, pero también la proliferación de otras que se creían prácticamente desaparecidas, como es el caso del murciélago montañero, Hypsugo savii. Para el veterinario, su presencia delata "un buen indicador ambiental que muestra que se trata de zonas sanas allí donde se ubica, y relata avistamientos en Melenara, otras zonas de Telde, San Cristóbal y en los barrancos del sur".

Y, en cuanto a los ejemplares heridos o abatidos con escopeta, a cargo de los que calificó como "bestialistas", asegura que cada vez son menos los casos recibidos en el centro, "lo que también achaca a una mayor mentalización de los cazadores que, me constan, abroncan, cuando no denuncian, a aquél que se atreva disparar a un animal protegido".