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Firgas | Historias de la Guerra Civil

El alcalde 'huido' que sobrevivió ocho años en cuevas

Un documental narra la vida de Manuel Hernández, el regidor de Firgas más joven de la República, que se ocultó para evitar la muerte

La cueva de don Justo, donde los ´huidos´ pasaron el primer invierno después del Alzamiento militar del 36.

Manuel Hernández Quintero (El Pinar, El Hierro, 1913 - Las Palmas de Gran Canaria, 1985) tenía un futuro brillante. A los 20 años era uno de los más jóvenes maestros de la época. Y, con 22, se convirtió en el alcalde republicano más joven de España. Pero el destino iba a discurrir por otros caminos. El estallido de la Guerra Civil un año después (1936), le obligó a esconderse durante casi ocho años en cuevas y un zulo en su tierra natal, donde se encontraba de vacaciones, al ser perseguido por los falangistas. Ahora un documental del cineasta Pablo Fajardo narra aquellos años de desasosiego de Manuel el 'Huido', que habían quedado recogidos antes en un libro autobiográfico de su mujer, Juana Casañas, de la que se enamoró en sus años de reclusión forzada, a pesar de los 13 años de diferencia de edad.

La orden era llevarlo "vivo o muerto... El único delito que había cometido fue ser alcalde de la Villa de Firgas, socialista y republicano, suficiente para ser fusilado... A su primer teniente alcalde se supo más tarde que lo habían matado". Juana Casañas resume los motivos por los cuales su esposo inició su lucha por sobrevivir en las tierras más inhóspitas de El Hierro, a donde había llegado dos días antes del Alzamiento para pasar sus vacaciones estivales, relata su mujer, que también nació en El Pinar, 1926).

Se le conoció también por Manuel 'el bravo', porque procedía de una familia de grandes luchadores. "Estudió hasta los 13 años en El Pinar, y como no podía seguir, el maestro que le dio clase le dijo a su padre que 'el muchacho era inteligente y era una pena que no continuara estudiando'. Para eso tenía que salir de la Isla". Y en Gran Canaria estudió Magisterio. Tras dar clases en su Isla, recaló tras una oposición en Firgas. Tenía 20 años. Y fue el estudiante más joven de su promoción.

A los dos años de ejercer en esta escuela lo votaron alcalde del Ayuntamiento bajo la siglas del PSOE, a cuyo partido político se había afiliado con 19 años, y a cuyas ideas no renunció hasta su muerte con 71 años. En ese momento se convertía en el regidor más joven de España en la época, ya que tenía 22 años.

Al terminar el año escolar, el 16 de julio de 1936 se trasladó a El Hierro para pasar allí las vacaciones con su familia, como hacía siempre. A los dos días de llegar, se enteró por la radio del Alzamiento Nacional. "En agosto unas personas les comunican que al segundo alcalde del Ayuntamiento lo habían sacado por la noche de su casa y no sabían nada de él. A Manuel lo estaban buscando en Las Palmas. Ya había muchos desaparecidos y seguían deteniendo a los que tenían ideas políticas contrarias. Temiendo que fueran a El Hierro a buscarlo, como así fue, decidió irse a La Restinga".

En su libro 'Historia de Manuel 'el Huido', su esposa rememora que sus familias eran amigas. Ella tenía entonces 10 años y él 23, pero fue el estímulo que le hizo sobrevivir.

"Con muchas prisa y con lo que pudieron reunir salieron rumbo al faro de Orchilla". Fueron en un barco con dos amigos, y se ocultaron en una cueva volcánica. Empezó ahí su fuga. Le acompañó José Padrón, que estuvo oculto un año y 9 meses; y Miguel Padrón, presidente de los panaderos de Las Palmas, que lo hizo un año y ocho meses. En su caso, Manuel Hernández sobrevivió a siete años y diez meses de penurias.

La Guardia Civil empezó las batidas a caballo con otras personas a pie, y pasaron a ser 'los Huidos' o 'Escondidos". Pero ellos contaban con el apoyo de pastores y pescadores, que les llevaban comida, ya que nadie sospechaba de ellos, aunque no podían hacer hogueras, pese al frío.

Luego se irían moviendo por otras cuevas y pajeros. Curiosamente, en esos lugares encontró resto aborígenes que se encuentran ahora en el Museo Canario, según su hija Elisa.

"Mi padre siempre nos inculcó que había sobrevivido gracias al pueblo", señala la tercera de sus hijos, que apunta que nunca estuvo cerca de ser sorprendido, pese a la larga persecución.

"Los padres tenían una pequeña tienda en su casa, y con el pretexto de ir a comprar, esta gente recogía las provisiones". Pero también un tío político falangista les avisaba de los lugares de búsqueda. "Ellos y sus familias siempre tuvieron presente que sin la colaboración y ayuda de casi todo el pueblo, no hubieran escapado", pese a las palizas y encarcelamientos para recabar por la fuerza su ubicación.

Como anécdotas de su largo periplo, Manuel 'el Huido' tuvo que sacrificar a su perro porque era tan fiel, que podía conducirlo hasta ellos. Y le dieron dinero a un cubano para que fuera a Francia y consiguiera un barco para su salida de la Isla. Pero nunca más supieron del hombre.

A Miguel Padrón, uno de los tres huidos, lo detuvieron porque siguieron a su madre. Encima, encontraron un diario con personas que les ayudó. A todos les hicieron un consejo de guerra. Y, a los pocos días, José Padrón se entregó porque sufría dolores del estómago y no resistía la situación.

Manuel quedó desamparado, y a veces pensó en entregarse, pero no lo hizo. Con el tiempo, la familia acondicionó un escondite en su casa. Desde allí, y en la oscuridad, se enamoró de quien sería su mujer, pese a la diferencia de edad.

"Parte de mi niñez y adolescencia la pasé asustada. Lo nuestro era un calvario", relata Juana Casañas. Las cartas de la nueva pareja eran la forma de comunicarse, salvo ocasionales encuentros. "Brindemos porque algún día yo sea un hombre libre, y tú estés esperándome. No sabes cuánto te necesito", le decía a la joven.

La búsqueda se suavizó con el tiempo. Y Manuel escribió una carta al obispo Pildain con un resumen de su vida, que llevó la madre a Gran Canaria. "No hay derecho a esto", dijo. Y le escribió al Capitán General García Escámez, la máxima autoridad militar en el Archipiélago. El militar le comunicó que al exalcalde de Firgas le habían formado dos consejos de guerra. Uno por ocultarse, y el otro por desertor, al no presentares cuando movilizaron a su quinta para ir a la guerra, por lo que no podría evitar la prisión. Pero le prometió una solución, "que demasiado había pagado ya". La madre lloró. Era el 3 de mayo de 1944.

La noticia fue un acontecimiento en todo El Hierro, porque nadie esperaba este desenlace.

"Nos abrazamos y lloramos con mucho sentimiento y emoción. Nos parecía imposible estar juntos, sin ocultarnos de nadie"... Yo te pagaré amándote toda la vida", le prometió a ella, tras tres años "de pesadilla", amor oculto y celos por los bailes obligados de ella en el Casino para no causar sospechas.

El 8 de mayo de 1944 pasó su primera noche en la cárcel de Paso Alto, en Tenerife. García Escámez le garantizó seguridad, y en su despacho tenían reuniones periódicas. Seis meses después pudo recuperar su vida. "Manuel, ya eres libre, mi enhorabuena", le comunicó.

El 28 de agosto 1946 se casó. Manuel tenía 33 años y su mujer 20. Y en 1947 nace el primero de sus cuatro hijos, Manuel, como su padre y abuelo. Luego llegarían Helena, Elisa y Ángel Carlos.

Como no podía dar clases porque no tenía destino, montó el Bar Tauro, en Las Alcaravaneras. Les costó 30.000 pesetas del año 47, prestados por un amigo herreño. Al año se lo devolvió.

"Pensaba que sería por unos años, pero la situación política se alargó más de lo que pensaba", apunta Elisa, que lamenta que su padre no pudiera dedicarse a la enseñanza y la política. "Fue su sustento, y lo que permitió que todos estudiáramos". Elisa habla de su padre como un hombre muy adelantado. Siempre les decía que las hijas debían estudiar, porque los hombres tendrían oportunidad de trabajar en cualquier actividad siempre.

"Si no se hubiera tenido que esconder habría llegado a ser alguien importante en la política española", recuerda su esposa.

Su expediente para tener escuela fue el único que se dejó sin depurar de todos los maestros que estuvieron separados de sus respectivas escuelas. La resolución no llegaría hasta 1974. Entonces dio un curso en el colegio Santa Catalina, y al año siguiente fue al colegio Castilla, en Las Palmas de Gran Canaria". Allí y se jubiló. Se reincorporó con 61 años y se jubiló cuando contaba con 69. "Pero era todo muy distinto, por la edad y porque los niños ya no eran lo mismo que en las escuelas rurales".

Tuvo dos deseos antes de morir, ver al PSOE ganar las elecciones e ir a Cuba a visitar a familiares. Ambos los cumplió. Pero uno de sus últimos grandes disgustos fue ver el Golpe de Estado de Tejero, en el 82. "Estuvo dos días en cama", recuerda la hija, ya que temía otra vez revivir la misma experiencia.

Luego impulsó la Casa Herreña en Las Palmas de Gran Canaria, pero murió antes de verlo hecho realidad el 15 de mayo de 1985 por un tumor cerebral. Tenía 71 años, 39 años de matrimonio, "y nos seguíamos queriendo. Nuestro amor fue para toda la vida".

La historia de 'el Huido' llega al cine de la mano de Pablo Fajardo, en su primera incursión en el campo del largometraje documental. La obra ha comenzado a estrenarse en distintos cines de El Hierro y Tenerife, y este jueves llega al Multicines Monopol, de Las Palmas de Gran canaria. Pablo Fajardo ha estado tres años y medio preparando esta historia, que había escuchado en parte por vínculos familiares.

El documental histórico se centra en las peripecias de Manuel en El Hierro, grabado en buena parte en las cuevas en las que pasó los ocho años, además de reconstruir el zulo de la casa familiar de la última etapa, ahora derruida. Además, recoge testimonios de personas que vivieron aquellos duros años, y de sus colaboradores para mantenerse con vida.

"Es una historia dura y emocionante, con una carga muy emotiva y dramática. Una historia de superación". Además, destaca el personaje colectivo de un pueblo que actuó con "lealtad y silencio", pese a las represalias. "Eran vecinos por encima de ideologías".

Elisa Hernández recuerda que su padre fue siempre muy poco dado a hablar de aquella experiencia, que resultó muy traumática. Tanto, que seguía sufriendo pesadillas de noche. "Para él era como revivirlo otra vez". A pesar de todo, asegura que antes de que su madre escribiera el libro ya ello sabían casi todo lo que padeció su padre por las conversaciones familiares y de los amigos herreños.

Las cartas que sirvieron a la pareja para comunicarse mientras él se escondía en cuevas y el zulo se destruyeron, por miedo a que las leyera la familia de ella, que desconocía la relación, como las autoridades. "Las leían y las rompían".

La mujer de Manuel, que tiene ahora 92 años, tiene previsto acudir al estreno del documental en los cines Monopol este jueves "con gran ilusión", destaca Elisa.

"Por suerte a él no lo mataron, tuvo suerte, dentro de lo malo que fue todo, pero ojalá nunca se repitan las persecuciones por las ideas", sentencia su hija.

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