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Entrevista | Andrés Roda

"Hay muchas tarjetas de crédito fácil que resultan auténticos disparates"

"La mejor forma de defensderse de una ejecución de deuda es actuar y nunca guardar la carta en un cajón", afirma el abogado

Andrés Roda Hernández. LP / DLP

Su ponencia en el IV Congreso Nacional de Titulaciones y Abusos Bancarios trata sobre la jurisprudencia menor en los prestamos usurarios. ¿Qué significa?

Trata sobre todo de las tarjetas de crédito que se ofrecen en supermercados, aeropuertos, grandes superficies..., que prometen muchas bondades pero cobran unos intereses totalmente desproporcionados.

¿Tienen truco, dice?

A las personas les informan que tienen un interés de solo el 2%, pero eso no es así.

¿Y sus consecuencias?

Que crean un efecto bola de nieve en el que el consumidor va asumiendo una cuota cada vez mayor y llega un punto en el que no puede pagar esos intereses y la entidad empieza a acosar telefónicamente, pero tienen que se saber que se trata de casos en los que los juzgados declaran usura en el préstamo y condena a la entidad financiera a devolver los intereses cobrados.

¿Cuál es su consejo para evitar la tropelía?

Que los que estén sufriendo estas situaciones se informen con un abogado de confianza para reclamar los importes y que antes de hacerse con este tipo de productos tengan mucho cuidado, estudien el contrato y qué tipos de intereses soporta, y cuáles son usurarios y cuáles no.

Dígalo usted, por favor.

La Ley de la Represión de la Usura, conocida como Ley Azcárate, de 1908, viene a decir que todo interés que sea notablemente superior al interés normal del mercado puede ser declarado como usurario, lo que provoca la nulidad del contrato.

¿De qué interés hablaríamos en 2019?

Del 24% y de ahí para arriba hasta el 100%. El consumidor no se percata porque le mantienen una cuota mensual de entre 20 a 100 euros, pero son auténticas barbaridades porque se dilatan en el tiempo y el que pidió mil termina pagando tres mil.

¿El problema va a más?

Poco a poco los consumidores se están dando cuenta y cada vez hay un mayor número de reclamaciones.

¿Cómo es posible que pase esto, si en principio la legislación no lo permite?

Lo que pasa es que son comerciales que abordan a personas que ni siquiera están buscando crédito, y ellos mismos les rellenan los datos y solo le indican donde firmar. Por eso aconsejo que cuando alguien ofrezca una tarjeta aparentemente gratuita, la estudie bien y se lleve a casa el contrato para ver sus condiciones y compararlo con otras ofertas antes de firmar nada.

En resumen, ¿no sería mejor coger la que ofrecen los bancos?

El problema es que muchos bancos también han vendido estas tarjetas. Hay mucho crédito fácil que resultan auténticos disparates. El problema no está tanto en la entidad sino en los tipos de interés.

¿Cuáles se deben dar por buenos, según usted?

Los que tengan un TAE inferior al 20 por ciento, que es el interés normal del dinero.

¿En Canarias existe alguna especificidad?

Canarias junto con Andalucía es una de las comunidades que más tiran de los bienes de consumo, por lo que hay un gran número de personas afectadas por estas prácticas.

¿ Qué pasa cuando no se pagan estos intereses?

Que la financiera presenta un procedimiento monitorio a través del juzgado. Y ahí es donde está el gran peligro, porque si no se contesta a ese requerimiento la entidad puede ejecutar la deuda sin que el deudor pueda defenderse. El problema es que llega la carta y se cree que con guardarla en un cajón se resuelve. Es todo lo contrario: informarse, asesorarse y defenderse.

Usted colabora con plataformas de afectados. ¿Cómo funcionan?

Colaboro desde 2017 con la Asociación de Afectados por la Hipoteca Norte de Gran Canaria, que asesora y resuelve gratuitamente este tipo de casos. Ahora mismo tengo entre manos medio centenar de asuntos. Semanalmente acuden unas quince personas a las reuniones que hacemos en Lo Blanco, en Teror, pero hay que subrayar que muchas personas no asisten porque pasan vergüenza, cuando no tienen porqué, o piensan que no pueden hacer nada contra los bancos. Para mí es un trabajo altruista que me llena y me satisface porque ayudas a las personas y son un tipo de procedimientos más complejos que las cláusulas suelo. Por lo que también resulta un reto personal y profesional.

¿Qué mensaje daría a los que están sufriendo esta situación?

Que no tengan miedo, que reclamen y estén alerta. Que no se fien de los bancos. Hace poco tuve un asunto en el que tanto los clientes como yo intentamos no llegar a los juzgados. Era una cláusula suelo sin que constara en la escritura de crédito. A pesar de ello la entidad se negó, hasta que el juzgado declaró la mala fe del banco y le condenó a devolver el dinero. Es como si te dicen que te cobran un 10% y se llevan el 50. Pero el banco no quería salir de su empecinamiento, porque hasta que un juez no diga lo contrario, prefieren pasar por encima de todo el mundo.

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