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Análisis

Arcos que San Roque heredó de San Luis

En 1917, aparece el acto de La Bajada de la Rama como previo al inicio de las fiestas y cien años después los mayores del lugar lo recuperaron para las fiestas

Los mayores confeccionando los arcos. LP/DLP

Fue siempre costumbre tenida por antigua y muy celebrada, sobre todo por la juventud de nuestros pueblos, la de ir a buscar la rama, bailarla y colocarla en adorno de calles y fiestas, ya fuese en forma de arcos o cubriendo las fachadas de las casas atadas a las arandelas que aún subsisten en muchos lugares de nuestros pueblos. Esta era la forma más tradicional y más ligada a nuestro entorno de "vestir las calles" en todas nuestras fiestas isleñas. Tal como afirma el investigador Sergio Aguiar al respecto, las ramas "se habían utilizado en Canarias, especialmente cuando se celebraba algún tipo de fiesta, comúnmente religiosa, con el objetivo de dar mayor colorido a las mismas".

En concreto en la fiesta que hoy nos ocupa, la raíz primera surgió en 1890 con la constitución en la Villa de Firgas de una Congregación de fieles devotos de la advocación de San Luis Gonzaga y la celebración de fiesta al mismo por acuerdo de sus primeros miembros, ya en junio de 1891. Tuvo mucho que ver en todos estos inicios la llegada a la parroquia del cura José Santos y González, que la rigió desde 1890 hasta su fallecimiento en 1904.

Si tal como afirman distintos investigadores, la primera imagen de San Luis adquirida por esta Congregación a fines del XIX fue llevada hace cincuenta años para conformar las primeras aportaciones al Museo Sacro Diocesano de Las Palmas; la que la sustituyó no puede ser más antigua de mediados del XX, fecha en la que la casa valenciana Talleres Rafael Peris -de la que procede- dedicada en sus inicios según el registro mercantil de Valencia a la venta de "ornamentos litúrgicos y bordados de arte" pasó también a extenderse a la venta de imaginería.

Lo cierto es que San Luis tuvo fiesta en Firgas, ubicada a fines de la primavera, desde las postrimerías del siglo XIX. Y también que era fiesta juvenil y animada que fue acrecentando en actos a lo largo de las dos décadas siguientes; tal como destacan los programas de la misma. En 1899, con función religiosa y panegírico, banda de música de la ciudad de Arucas y feria de ganados; en 1908 ya tenía prédica de franciscano, fuegos artificiales, iluminación a la veneciana, juegos de cintas a caballo o rifa del arco; en 1912, ya contaba con madrugadora diana interpretada a las 6 de la mañana por la banda de Arucas, misa cantada y procesión con las imágenes de San Luis y de la Inmaculada.

Y así fue poco a poco implantándose fuertemente esta festividad en la Villa de Firgas y llenándose gracias a la fuerza juvenil de "Los Luises", los integrantes de la Congregación solteros y dedicados durante semanas a los festejos al santo jesuita, recuperaran y afianzaran todo tipo de tradiciones cara a dar mayor realce a los actos programados; como fue el caso de las enramadas y los arcos que se colocaban en las calles.

Aunque era como ya dije, tradición antigua en nuestras islas supieron los Luises y la ciudadanía firguense darles un mayor realce. En 1917 aparece el acto de La Bajada de la Rama como previo al inicio de las fiestas. Aquel año repicaron el 16 de junio por primera vez las campanas recién adquiridas para el templo. Debió ser repique en tinglado montado al efecto ya que éstas fueron colocadas oficialmente por el arquitecto Fernando Navarro, con asistencia del delegado del Gobierno don Manuel Luengo y del obispo Marquina el 29 de julio.

Dos años más tarde, "con motivo de celebrarse el sexto centenario del fallecimiento de San Roque" el 14 de agosto se bajaba la rama para San Roque, por ser esta fecha la más propicia para impedir que los calores propios del mes los secaran si, tal como se hacía para San Luis, se colocaban casi tres semanas antes.

Que comenzó antes la enramada para San Roque es obvio por su presencia anterior en iglesia, parroquia y devoción. Tal como aparece en el célebre documento de instauración de la Traída del Palo, que nos informa de como "el Alcalde Real de Firgas Don Juan Antonio Domínguez y otros vecinos de este lugar, hasta un total de 41, deciden perpetuar mediante escritura pública otorgada el 15 de agosto de 1778, quedando obligado el vecindario a celebrar a nuestro muy amado Patrono el Señor San Roque, la función el 16 de agosto de todos los años, y entre otras condiciones" traer el palo para la bandera y toda la rama necesaria para el engalanamiento del discurrir procesional y festivo.

Pero también es verdad que a partir de la implantación de Congregación y Fiesta a San Luis, ésta fue tomando unos tintes más alegres, más juveniles, más divertidos que los solemnes del mes de agosto con su tradicional discurrir de romeros en pago de promesas y votos.

San Luis llegó a ser festejo de tal calidad que en la década de 1920, los años de la república y el primero de la Guerra Civil hasta su decaimiento en los cuarenta a favor de San Roque, aunó una cantidad de eventos tal que merecía permanente seguimiento en crónicas y reportajes periodísticos y una asistencia multitudinaria de gentes de todos los lugares de Gran Canaria. Riñas de carneros, carreras de cintas, estudiantinas, piñatas, cucañas, elevación de globos, carreras en sacos, adorno de calles con gallardetes, actuaciones de "jazz band", juegos de sartén, feria de ganado, peleas de gallos, paseos con música, comparsas de gigantes y cabezudos, fuegos pirotécnicos, verbenas a la veneciana,...llegaron a configurar un evento que era tenido en muchos pueblos como la verdadera fiesta de Firgas, y que culminaban siempre con las giras o excursiones al Barranco de Las Madres o Azuaje, donde las mujeres y hombres se divertían comiendo, jugando y con "los cantos y bailes típicos" de nuestra tierra. Fue así de tal manera que hasta en 1937 con el país debatiéndose en el primer año de la Guerra Civil, los jóvenes anunciaban a toda la isla que "no obstante las circunstancias actuales; la juventud de este pueblo se propone este año conmemorar de la manera más solemne posible el día de su patrono San Luis Gonzaga, a cuyo fin hace preparativos para que el próximo domingo sea un día de gala en el pintoresco pueblo. El sábado, víspera de la fiesta, se procederá a colocar los distintos arcos, engalanar las calles y levantar en la plaza principal el pabellón quo habrá de adornarla". Unas semanas más tarde muchos de ellos partirían para la contienda.

La costumbre de la enramada de arcos con diversos complementos vegetales, junto a banderas, panes, y otros elementos decorativos siguió distinguiendo la fiesta algunos años pero en la medida que la posguerra y el abandono de costumbres hacía que la juventud también abandonara el municipio en busca de mejores horizontes económicos o variara en sus predilecciones de diversión; la Congregación de San Luis Gonzaga y su fiesta fueron decayendo hasta su desaparición hace medio siglo.

Y San Roque continuó la tradición de enramada y el procesionar bajo los arcos.

Al menos hasta que en 1996 la plantación de las palmeras de la calle León y Castillo fueron el inicio de una modificación urbanística propiciada por el alcalde de entonces don Francisco Ponce que variaría toda la zona de entrada al pueblo por el norte y que generaría el Paseo de Canarias y el de Gran Canaria, hoy por hoy uno de los atractivos turísticos de la Villa pero que anecdóticamente trajeron consigo su inauguración en plena campaña electoral en mayo de 1995 o el cambio en costumbres como los recorridos procesionales con la consiguiente desaparición de los arcos vegetales.

Su recuperación se produjo afortunadamente a iniciativa del ayuntamiento hace dos años a través del Colectivo de Mayores de la Villa.

Lo que hace más de cien años instauró la pollería firguense lo trajeron nuevamente a las calles de San Roque con toda su sabia carga de respeto a las tradiciones las personas con más edad. Todo un ejemplo de perfecta integración de esos hombres y mujeres en el día a día de la actualidad firguense.

Si hace más de ocho décadas, las jóvenes que "hacían fiesta" eran Pepita Báez, Juanita Arencibia Gil, María y Lola Báez Gil, Isabelita Castellano, Amparo S. Báez, Maruca Rodríguez, Maruca Arencibia, Expedita Herrera o Lasa Perdomo; en el siglo XXI son Javi, Pepa, Carlitos, Lita, Manolo, Ana Carmen, Ángela, Armando, Sarito y Juana Simona quienes con más edad pero idéntico entusiasmo recuperan la costumbre dando con ello una sana clase de cómo los mayores pueden ser quienes nos metan nuevamente en el cuerpo el gusanillo de la buena forma de entender las fiestas en Canarias.

José Luis Yánez Rodríguez. Cronista Oficial de Teror.

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