La espirulina está de moda y tiene potencial en Canarias. Esta microalga que prolifera en los lagos volcánicos o tropicales, rica en proteínas vegetales, vitaminas y minerales, declarada un súper alimento por la OMS, cuenta con muchas posibilidades comerciales por los pocos gastos que genera. Para explorar estas vías el Cabildo de Gran Canaria llevó a cabo ayer unos talleres centrados en su explotación, cultivo y sus aplicaciones "en farmacias, en alimentación, en cosmética, y en muchos campos más", como relata Cosme García Falcón, director de la Sociedad de promoción económica de Gran Canaria (Spegc).
Durante el taller no sólo se explicaron las posibilidades y beneficios de estas algas, también se realizó una degustación de mano del chef Baptiste Zuretti. "Trabajar con ella es muy fácil y versátil, puedes hacer productos salados y dulces. Muchos chefs la usan como elemento decorativo, nosotros no. Hacemos todo lo contrario, tratamos de acoplarla en el plato y que no sea solo un elemento decorativo", explica.
"Nosotras la trabajamos de manera artesanal, despacio y sin aditivos, tampoco utilizamos maquinaria pesada", indica Carmen Lucini, una de las ponentes del taller. Lucini trabaja con la espirulina en Segovia a 1.200 metros de altitud después de comenzar a consumirla y de buscar apoyo a través de la Federación Francesa de Espirulina.
En el taller se mezclaron expertos con alumnos novatos, curiosos y otros que directamente quieren convertir la espirulina en su forma de vida.
Y es que uno de ellos ya trabaja en llevarla a África a través de un proyecto humanitario "porque eso aportaría una gran cantidad de nutrientes, mi idea es destinar una parte de la producción a la alimentación y otra parte a la venta para poder costear los gastos del proyecto", indica uno de los alumnos que asistieron al taller. "Por eso he venido, para informarme y para conseguir contactos", confiesa.
Iniciativas
En la misma línea se expresó también Águeda Angulo, del Banco Español de Algas: "Tenemos un proyecto de cooperación desde el año 2011 y vio la luz en el 2016. Nuestra idea era llevar la espirulina a los campamentos saharauis, y que todas las familias tuvieran su propio cultivo para tratar de suplir sus necesidades", explica, "pero resultó ser inviable por las condiciones, por ello comenzamos a trabajar en una granja y con la colaboración de los médicos de los hospitales conseguimos que los pacientes se alimentaran de estas algas", añade.
La iniciativa "se encuentra paralizada ahora mismo por razones ajenas a nosotros, pero ya tenemos el terreno para nuestra granja y hemos seleccionado a las mujeres, porque queremos apoyarlas". Águeda tomó esta decisión un día que iba en el coche con la radio puesta, "y escuché que en esos países las madres tenían que elegir un hijo y dejarlo morir".
Sabores para todos los gustos
Mucha gente consume ya esta alga que ha sido catalogada por la OMS como un súper alimento, aunque su sabor no gusta a todos. "Es difícil de comer porque huele y sabe a charco", comenta Juan Manuel Cuesta. "Tengo que enmascarar el sabor porque sabe a pienso de pez, a veces me la tomo en cápsulas, con postres o con zumos; pero reconozco que me gustaría cultivarlas aunque no tengo terrenos para hacerlo", añade Milena Polifrone, bióloga que asistía como alumna al taller y que ya ha trabajado con diferentes algas. La espirulina se puede usar tanto seca como fresca: "Honestamente prefiero comerla cruda porque al cocinarla pierde parte de los nutrientes", asevera.
Incluso los asistentes a los que no les gustó el sabor quieren abrir sus propias plantaciones de esta alga debido a sus numerosos beneficios: "El agua se puede reutilizar en varias ocasiones, su gasto es menor que en otros trabajos y las condiciones de la región macaronésica son idóneas para ellas", expresa uno de los organizadores del evento sobre esta microalga que ha generado la curiosidad de muchos canarios.
