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Colgados pero limpios

El aeropuerto vuelve a la rutina después de varios días caóticos en los que sus negocios llenaron las cajas

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Negocios del aeropuerto que atendieron a los turistas bloqueados por el temporal

Los usuarios que se quedaron atrapados el pasado fin de semana en Gando agotaron las existencias de cepillos y cremas dentales, así como otros artículos de higiene personal en los establecimientos del aeródromo. Las ventas de las toallitas húmedas y desodorantes también se incrementaron.

Además, las empleadas de las tiendas Relay recibieron peticiones un poco inusuales, entre ellas, que les facilitaran las cajas de cartón en las que venía la mercancía para utilizarlas como camas y así tratar de descansar. Este abasto también vendió unos 4.000 sandwiches e incontables cantidades de botellas de agua. El sábado cerraron sus puertas pasadas las 12 de la noche ya que fue cuando se cerró el tráfico aéreo y por consiguiente el primer día de caos para los usuarios del aeródromo. El domingo, por su parte, fue "una locura", aseguró la encargada de Relay, Dunia Macías. "Logramos dar el servicio gracias a que activamos a todo el personal y estuvimos coordinados en todo momento con las autoridades del aeropuerto", señaló Macías. El lunes los proveedores tuvieron que volver a surtir la tienda. Ese día la situación comenzó a normalizarse, aunque el martes registraron ventas altas a pesar de ser, normalmente, un día de poca actividad.

Respecto al personal, los trabajadores no pudieron librar para poder ofrecer el servicio a todos los usuarios que se quedaron atrapados en Gando. Ayer, brillaba la normalidad y las dependientas trabajaban con mayor tranquilidad.

Otros que tuvieron que reforzarse fueron los de la cafetería Coffee Republic, que se encargaron de surtir a los ocupantes de un crucero para lo que tuvieron que preparar 1.500 bocadillos que facturaron junto a 1.500 botellas de agua, apuntó el encargado del establecimiento, Isaac Rodríguez.

A esto se le sumó la cantidad de personas que estaban botadas en el aeropuerto e iban a desayunar, almorzar o cenar a la cafetería, a tal punto de que los empleados no podían moverse de la barra, les costaba comer e incluso llegaron a doblar sus turnos para poder prestar un servicio adecuado, y además, durante el fin de semana no cerraron nunca el establecimiento. También tuvieron que "resolver" y salir a adquirir más mercancía a los supermercados.

En las cafeterías Soho y The Gardens la situación no fue diferente y es que tuvieron que reforzar el personal y algunos de ellos realizaron varias horas extras porque no querían dejar a sus compañeros solos enfrentándose a la gran cantidad de personas que iban a comer a los establecimientos. Igualmente, desde estos locales comentaron que las filas de personas eran "sumamente" largas y que costaba moverse dentro de la cafetería porque eran muchos los usuarios del aeropuerto que acudieron al lugar.

Tanto es así que en un día y tan solo en bonos entregados a los pasajeros por parte de las aerolíneas como parte de compensación, una de las cafeterías hizo 7.000 euros, eso sin contar con las personas que acudieron a comprar con su propio dinero. Las bebidas se agotaron, cuenta uno de los empleados del local, entre ellas el agua y la cerveza.

Además, al ser tantas personas, los comensales tuvieron que sentarse en las sillas del aeropuerto y hasta en el suelo para poder comer ya que las mesas de los locales se quedaban cortas. Los bocadillos estuvieron agotados por dos horas ya que hasta en el almacén se quedaron sin mercancía y los dos cocineros no dieron abasto para la cantidad de clientes que acudieron. Los trabajadores pusieron todo su esfuerzo para aliviar un poco la tensión, la angustia y el estrés que sufrían los pasajeros.

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