Sandokán, la cara de los rescates en la costa Norte de Gran Canaria, divisa desde ayer todo El Puertillo, en Arucas. Su peculiar semblante de hombre de mar, agudizado por su poblada barba, su gorra de marino, y rodeado por unas embravecidas olas, ha quedado fijado desde ayer sobre un grafiti que ocupa toda la fachada de una vivienda , en la calle La Pinta, en este barrio marinero, y a pocos metros de donde reside.
"Lo estoy disfrutando porque estoy vivo", comentó emocionado Manuel Sosa Medina, conocido popularmente como Sandokán, en el sencillo acto de inauguración de este mural. Sentado en su silla eléctrica, desde donde sigue vigilando el mar, y acompañado de su familia, rehusó recordar anécdotas, y menos aún dar detalles de las situaciones, y los momentos que ha vivido cuando se ha lanzado a salvar a casi 300 personas que se iban a ahogar.
Y no sólo quiso huir de sus hazañas cuando dice que "vale más no recordar, o que "hay que estar en el ajo", sino que hasta intentó no ser ni el protagonista del momento. Arropado por sus vecinos, su mujer, sus hijas, y nietos, se muestra agradecido por este reconocimiento, pero tras hablar con el autor de la obra, Richar Santana, su ayudante, Kiryat Mendoza, y el alcalde de Arucas, Juan Jesús Facundo, y sus conocidos prefirió dejar todos los relatos sobre su vida para una sus hijas.
Así comentó Melissa que aún recuerda a su padre los veranos vigilando desde el Paseo de Los Charcones toda la costa. "Tenía un walkie talkie, y su nombre era 'Papel 1' cuando se comunicaba por radio con Salvamento Marítimo y la Guardia Civil". Contó que incluso desde la administración le ofrecieron una lancha nueva, pero el prefirió seguir con la suya de siempre, y lo único que aceptó fue un motor, "un Mercury porque tiene más potencia".
Hace ya diez años que Sandokán no se lanza al mar porque la salud se lo impide. Pero cada mañana, desde que se levanta, va a pasear y mantiene esa vigilancia. Esa labor altruista, que le ha llevado a arriesgar hasta su propia vida, le persigue a sus 67 años. Han sido muchos los reconocimientos, del Gobierno canario, del Ministerio del Interior, pero este mural de El Puertillo es el que le toca más de cerca, y lo puede ver cada día.
La idea se le ocurrió durante el confinamiento al grafitero Richar Santana, y contó con el respaldo económico del Ayuntamiento de Arucas que ha desembolsado 14.000 euros entre el trabajo, el adecentamiento de la fachada, y los botes de pinturas.
El mural ocupa 16 metros de alto sobre 13 de ancho y preside el Paseo Miramar. Explicó su autor que utilizó varias fotos de Sandokán que vio en Internet para hacer el montaje del grafiti. La gorra con la insignia del camello con la media luna la llevaba Sandokán siempre puesta desde joven, y parece que la guarda con cariño porque es de cuando el Sáhara era una provincia española. También, precisó su hija, conserva otra más que le regaló un alférez de la Marina.
Con las olas alrededor de su busto y la imagen de El Puertillo de fondo, el artista señaló que buscaba remarcar aún más el mar, y esta parte de la costa de Arucas en la que tantos rescates de vidas humanas ha resuelto Manuel Sosa. Otros detalles que incluyó en este trabajo son las coordenadas de la latitud y longitud en las que se localiza exactamente este lugar de costa, y sobre la que se ha incluido, además una frase, que aún repite mucho este héroe de la playa: "La mar no conoce a nadie".
Pese a que no se trata del primer trabajo de Santana, puesto en su trayectoria profesional ha tenido la oportunidad de hacer ya semblanzas sobre el artista Antonio Padrón, en Gáldar, y otro trabajo también en la fábrica de Arehucas, ayer buscaba la aprobación de Sandokán, a quien en un primer momento le pintó los ojos de color marrón, y luego tuvo que retocarlos porque los tiene de color verde. "Fueron seis días sin parar, quería que saliera todo bien, y nos ha coincidido días de mucho calor, pero ha merecido la pena" comentó el grafitero.
Por su parte el alcalde de Arucas, Juan Jesús Facundo, manifestó que con este homenaje el Ayuntamiento ha pretendido hacer llegar a Manuel Sosa el reconocimiento de todos sus vecinos a su desinteresada forma de salvar vidas en el mar, y sobre todo decirle unas vez más lo que admiran su entrega de tantos años. "Sandokán siempre será un hombre muy querido, y por eso queríamos hacerle todo ahora pues como él dice así "puede disfrutarlo".
