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Medioambiente

La luna llena de octubre salva a centenares de pardelas cenicienta

Gran Canaria espera recoger menos de la mitad de aves que las accidentadas en el pasado 2019

Ejemplar de pardela cenicienta en una suelta realizada el pasado 25 de octubre en Las Coloradas.

La luna llena de finales de octubre ha sido un regalo de vida para centenares de pollos de pardela cenicienta atlántica, cuya luz minimiza los efectos de los deslumbramientos de farolas y otros puntos de luz, y de alguna manera, con su reflejo en el mar enseña el camino de las novatas en sus primeros vuelos, como explica Vicente Díaz Melián, de la Asociación de Amigos de las Pardelas.

Si bien la campaña de recogida de pollos que caen en carreteras, pueblos y fincas durante el periodo de anidamiento aún no ha finalizado, en números estimativos Díaz señala que este año esperan recoger en torno al medio millar de ejemplares en Gran Canaria, frente a los 1.800 capturados y sueltos el pasado 2019, cuando por estas fechas las aves tuvieron mucha menos suerte, a cuenta de una luna nueva, y por tanto una mayor oscuridad, que convierte las luces artificiales en una auténtica trampa para las primerizas.

En este sentido Díaz Melián destaca el hecho de que sus padres, que permanecen empollando y criando desde marzo a octubre en los cantiles litorales de la isla, no caen en estas mismas trampas, “no se encandilan, solo lo hacen los pollos porque son como los niños que comienzan a caminar y se tambalean, y que van a tocar las luces o la tele. Esto es lo mismo, que tropiezan contra los elementos mientras los adultos son capaces de desviarse”.

La proliferación de las luminarias con led están provocando más deslumbramientos

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Esta coincidencia de un octubre con dos lunas llena, con lo cual la segunda de finales de mes se denomina luna azul por este motivo, es una circunstancia que no se repetirá hasta agosto de 2023, y su menor incidencia en accidentes, lleva de nuevo el debate al mapa lumínico de Gran Canaria, concretamente con la proliferación de las luces led, que si bien llevan aparejado un menor consumo de electricidad, “desprenden una luz más potente que encandilan mucho más que las anteriores, y la prueba se encuentra en los lugares donde más individuos se recogen o en los estudios de ámbito mundial que demuestran con imágenes por satélite que el mundo está mucho más iluminado”.

Para minimizar los daños, Vicente Díaz asegura que los puntos “deberían estar apantallados, para que solo alumbren hacia el suelo ya que desprenden un haz por fuera que no solo afecta a la fauna, sino también a la flora y a los seres humanos”.

Para apuntalar los nefastos efectos para los volantones de Calonectris borealis, destaca cómo en La Palma, cuyos cielos están protegidos contra la contaminación lumínica, apenas se aprecian casos de pardelas en el suelo, “en un modelo de política ambiental que podría ser extrapolable a las demás islas”.

Y es que la mortandad es considerable, si se tiene en cuenta que los cálculos estiman que solo se recogen, por voluntarios y agentes, la mitad de las que caen derribadas al suelo, ya que el resto no son avistadas. Suelen accidentarse en cunetas, y esconderse luego en agujeros, donde mueren, o en casas abandonadas, en fincas o en descampados donde no vuelven a alzar el vuelo, “irrecuperables porque nadie las ve, salvo cuando se encuentran sus esqueletos en las azoteas o en lugares inaccesibles”.

A esto se añade los atropellos, como ocurre con frecuencia en la carretera general del norte, donde en apenas dos días de esta campaña se reportaron seis pardelas muertas sobre el asfalto, especialmente entre El Pagador de Moya y el acceso a Santa María de Guía, ejemplares que bajan desde las huras de los barrancos de Moya y Silva, y no logran alcanzar el mar.

Llamada al pardelófono

Pero si hubiera alguna noticia buena de esta calamidad para las aves, ésta se encuentra en el trabajo de la treintena de voluntarios que forman parte de la Asociación de Amigos de las Pardelas, y los trabajadores de Medio Ambiente del Cabildo, que cuentan con el apoyo de Polícía Local y Guardia Civil para recibir a los pollos, pero sobre todo de todas esas personas que las encuentran y que, como expresa Vicente Díaz, “llaman al 112 o al conocido como ‘pardelófono’, que en Gran Canaria es el número 928353443, y se quedan esperando, velando al ave, en el lugar que la encontraron a la espera de que vayamos a recogerla”, además de todos aquellos que viven en la costa pendientes con sus cajas preparadas para acudir al rescate sin importarle las horas en vela y el consecuente trajín.

Los Amigos de Las Pardelas piden más medidas contra la contaminación lumínica

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Todo ello en un año en el que por motivos sanitarios no se han realizado el número habitual de sueltas con público, salvo excepciones como la llevada a cabo el pasado 25 de octubre en Las Coloradas con la presencia de La Pandilla Biridam, protagonista de un vídeo divulgativo con marionetas, que conjuntamente con otro material didáctico se ofrece a los colegios para mantener viva la concienciación sobre estos otros canarios que una vez que alzan el vuelo llevan el nombre de las islas por los mares del sur hasta su vuelta, dentro de cinco años, para criar en la misma hura en la que descubrieron el mundo.

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