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Honores y distinciones | Can de Plata de las Artes

Yolanda Graziani, pintura y sueños

La pintora canaria, de origen italiano, recibe el Can de Plata de las Artes por su obra y trayectoria | Gana el premio de la X Bienal Regional de Bellas Artes en 1962

Yolanda Graziani, junto a una de sus obras en el Club Náutico de Gran Canaria en 1969. | |

El Cabildo de Gran Canaria entregará el Can de Plata de las Artes a la pintora Yolanda Graziani, de 95 años, de padres italianos y nacida en Las Palmas de Gran Canaria. La artista logró el premio de la X Bienal Regional de Bellas Artes de la capital grancanaria en 1962 por el conjunto de pintura, firmado como Paisaje nevado, gruta y desfiladero. En los años 60 y 70 del pasado siglo tuvo una gran proyección internacional, exponiendo en numerosas ciudades europeas. Graziani, con una pintura sincera, halló en la pintura una forma de escape y de sentirse libre. Para algunos no recibió el merecido reconocimiento.

“La pintura fue mi vida. Mis obras son fiel reflejo de mi vida”, declara en varias ocasiones la pintora Yolanda Graziani, nacida en Las Palmas de Gran Canaria en 1926, que prácticamente nunca ha dejado de exponer en su vida, salvo en los últimos años por motivo de salud. Graziani recibirá el Can de Plata de las Artes por parte del Cabildo de Gran Canaria por su dedicación al arte, a su carrera artística alcanzando una proyección internacional y por ser considera un referente generacional en su profunda abstracción lírica.

En los orígenes de Yolanda Graziani está en parte la respuesta de por qué su pintura es sincera, de que haya pasado por distintas etapas de colores oscuros, cuevas y grutas, luego cambiase al color y a la búsqueda en los fondos del mar; y de que el hecho de pintar fuera para ella una forma de sentirse libre y de soltar sus tormentos y pesadillas. Su amiga la pintora Jane Miralles Sall, nacida también en Las Palmas de Gran Canaria en 1928, fue la que le aconsejó a finales de la década de los 50 del siglo pasado que pintase para que le ayudase, ya que no se encontraba bien y había pasado por distintos periodos depresivos.

La artista fue autodidacta. La anécdota respecto a su formación fue que, tras el consejo de Jane Miralles, acudió a la Escuela Luján Pérez para aprender. Sin embargo, sólo estuvo en una clase, la primera y única. Ella, que había estudiado en las Dominicas, necesitaba su propio entorno y sentirse libre. Una gran parte de su obra la desarrolló en una casa de la familia en Teror. Prácticamente ha vivido sola. No formó su propia familia, pero sí tuvo amistades, como la de Salvador Dalí (1904-1989), a quien conoció en Cadaqués, en la provincia de Gerona, en la casa donde él vivía y trabajaba. La pintora se había desplazado a este pueblo catalán para exponer.

Polémica

Yolanda Graziani logró el premio de la X Bienal Regional de Bellas Artes de Las Palmas de Gran Canaria, en 1962, eso sí “hubo polémica y ella tuvo que superar una marejada de obstáculos”, señala Laura Teresa García Morales, Historiadora del Arte por la Universidad Autónoma de Madrid. “Le iban a entregar el premio de honor, pero surgió la polémica porque algunos consideraban que llevaba poco tiempo como pintora y dudaban de su continuidad artística. Finalmente, fue el premio de conjunto”, explica la historiadora.

Laura Teresa García Morales, tras estudiar y formarse en Madrid, de vuelta a Gran Canaria. Se especializó en pintoras canarias. En 2009 se le propuso, y aceptó, ser la comisaria de la exposición sobre Graziani que se iba a celebrar en 2012 con motivo del 50 aniversario de que ella se consagrase con la X Bienal Regional de Bellas Artes, siendo alcalde Jerónimo Saavedra.

“Los cuadros, de cualquiera de mis etapas, son fiel reflejo de mi vida”, afirma la artista

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“Comencé a investigar sobre ella ese mismo año 2009. No había referencias bibliográficas. Tuve que hacer mucho trabajo de archivo e ir a la fuente oral directa, a la propia autora”, recuerda.

Respecto a la primera etapa de la pintora, entre 1962 y 1967, “en sus óleos reinan las grutas, cuevas y sistemas pedregosos, con grises y negros, y alguna nota de color. Su obra es reflejo del estado de su alma, como dijo en muchas ocasiones. En el contenido de su trabajo incorpora reflexiones de carácter existencialista y se cuestiona la vida”, comenta García Morales. Graziani manifiesta en El Eco de Canarias en 1967 que “en la sinfonía de grises encuentro mi expresión más pura”.

Europa

A pesar ser tener una actitud retraída, se decidió ya en esa primera etapa iniciar su carrera internacional, sola y siempre viajando en barco, nunca en avión. A partir de 1967 comienza en la segunda etapa en la que en sus cuadros aparecen paisajes lunares, utiliza la técnica de las lacas y después comienza a explorar en los detalles en el fondo del mar.

En esos años de proyección expone en numerosas ciudades y localidades españolas, como Bilbao, Barcelona o Cadaqués, como en otras de Suecia. En Italia, muestra sus pinturas en Roma y Florencia, entre otras. Todos los grandes críticos nacionales e internacionales la siguen y la valoran. En cambio, en los años 70 decide limitarse a mostrar sus cuadros en Gran Canaria.

Sobre el Can de Plata que recibirá la pintora, la historiadora del Arte grancanaria opina que, “en mi opinión, se lo merece. Podría haber tenido antes un reconocimiento en su tierra canaria. No se la ha valorado en su justa medida. Era una trabajadora incansable que llevó el nombre de la Isla por media Europa. Su obra es, objetivamente, de calidad. Es una artista de corazón. Fue una auténtica transgresora y un espíritu libre”.

Fue en ese año 2012, medio siglo después de recibir el premio, cuando se publica el primer libro sobre ella, titulado El sueño y el éxtasis del universo en un alma, editado por Anroat.

Por otro lado, Laura Teresa García Morales tiene previsto impartir una conferencia sobre Graziani en el próximo mes de mayo en la Casa de Colón, con motivo del ciclo Miradas a la colección en casa, después de que ya se haya hecho sobre la escritora y artista plástica Pino Ojeda (1916-2002) y la pintora Lola Massieu (1921-2007).

En relación a sus orígenes de la pintora, ella fue la número diez de los trece hijos que tuvieron sus progenitores italianos Blanca Rosa Patarga y Agostino Grazini Calderoni. El padre había nacido en Bagnacavallo, junto a la ciudad de Rávena, en la región de Emilia -Romaña. Al quedar huérfano a los seis años, fue a vivir con una tía y trabajó como pastor. Agostino Grazini (1888-1982) pasaba mucho tiempo solo desde niño y de joven, sobre todo como pastor, y aprendió la habilidad de modelar. Un doctor de odontología le animó a trabajar con él y le enseñó la profesión. En 1913 vino a Gran Canaria, pero poco tiempo después regresó a su país natal para casarse con Blanca Rosa Patarga, quien era veneciana, de origen burguesa e hija de un capitán de mercante que hacía la ruta con Japón.

Laura Teresa García: “Tiene una obra de calidad. No se la ha valorado en su justa medida”

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La pareja se instala en Gran Canaria en 1914, primero en Arucas, pero al poco tiempo deciden hacerlo en la calle Mayor de Triana, donde trabaja como odontólogo.

Agostino Grazini también desempeñó su trabajo como dentista en numerosos pueblos de la Isla. Asimismo, ejerció como diplomático de Italia y recibió varias distinciones. Cabe destacar que de sus doce hermanos, siete sí llegaron a la edad adulta. Los otros cinco hermanos fallecieron al sufrir distintas enfermedades durante la infancia. Al parecer, este hecho marcó en ella su carácter depresivo y alma atormentada.

Poesía

A parte de la pintura, siempre le acompañó la actividad poética. En 2018 publicó un libro de poemas titulado Sueños de bruma espesa, de Begunbook Ediciones. Alguno de sus poemas se titulan: Mis cuadro son sueños; Alma marchita; y Mi soledad.

El poema La pintura fue mi vida revela sus sentimientos y su vida: “Con mis manos ya cansadas / en un lienzo yo pintaba/ lo que mi mente soñaba / todas esas noches pasadas. / Eran tristes pinceladas / que surgían dulcemente, / eran notas delicadas / de colores muy potentes, / toda mi obra marchó... / por todas partes se ha ido / y de ella nada queda / puesto que ya la he perdido. / Son los años que pasaron, / ya no pinto, ya no sueño. / Mi corazón gime.. / ¡estoy sola! No tengo dueño”.

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