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Santa Brígida
Raimundo Martín Hernández Presidente Comunidad de Regantes Satautejo y La Higuera

Raimundo Martín: “La Heredad era rentable porque era una fuente, hoy es un pozo”

Raimundo Martín Hernández, en la sede de la Comunidad de Regantes en Santa Brígida. | | JOSÉ CARLOS GUERRA

Raimundo Martín Hernández (La Orotava, 1932) es conocido no sólo por presidir la Comunidad de Regantes Satautejo y La Higuera sino por la gasolinera que regenta en Santa Brígida. Cuenta como el negocio del agua ya no es tan rentable como hace muchos años porque hay que pagar los costes del pozo. 

¿Cuánto volumen de agua o pozos controla la Comunidad de Regantes Satautejo y la Higuera?

La Comunidad de San Mateo y Santa Brígida tiene solo un pozo en La Lechucilla y, más o menos, produce una azada diaria, que son 492 metros cúbicos. El agua es para los más de doscientos comuneros, pero no todos piden.

Pero cuando se creó la Heredad sólo se podía ser socio si se tenían fincas y agua. ¿Quiere decir que hay quien no cultiva?

Exactamente. Cuando se constituyó la Heredad, hace 500 años, se repartió el agua con arreglo a las fincas, pero como desde hace años que esa fincas se han urbanizado u otras se han abandonado pues ya no gastan toda el agua como antes. Pero se le sirve al que la pide, y si le sobra a un comunero se le ofrece a otro.

¿De dónde y hasta dónde distribuyen agua?

El agua llega a San Mateo, a Santa Brígida y a parte de Las Palmas de Gran Canaria. Pero la gente que se dedica a la agricultura si ve que no le pagan bien lo que cosecha se busca otra cosa y al final dejan las tierras. Hay muchas tierras buenas, pero están abandonadas, y aunque con la pandemia hay una vuelta al campo, no es para tanto, porque no se pagan buenos precios y no hay subvenciones como los plataneros. Eso se debería cuidar. Creo que los agricultores si están dados de alta, y por algún problema no pueden vender la cosecha deben tener una ayuda, pues así como ven que no han perdido dinero siguen plantando.

¿Y las lluvias de este invierno se han notado?

No. Eso no afecta nada, porque el pozo está muy profundo y tendría que llover mucho para que ese agua se filtre, y eso tarda mucho. Para que baje las filtraciones a 200 metros pasan años, a no ser que esté cerca de un barranco.

¿Ha bajado el precio del agua con las lluvias?

La Comunidad de Satautejo y La Higuera mantiene el agua siempre bajo precio de mercado porque no es una sociedad mercantil. El agua está secuestrada porque antes no paga nadie la cuota, y se decidió que se secuestraba el agua y de ahí se cubren los gastos y el resto que queda de la venta se le reparte entre los comuneros. Si el comunero no se lleva el agua, se vende al mismo precio a un particular.

¿Es decir primero los comuneros y si no a quien la pague?

Sí, se vende al mejor postor y eso lo recogen los estatutos de la Heredad de Satautejo y La Higuera que se creó en 1511, después de que se creara el pueblo de Santa Brígida, aunque los estatutos son de 1516. Se crea para repartir el agua con arreglo a las tierras de cada agricultor.

Vendía en mi tienda treinta coches al mes, y a la vez era corresponsal del Banco Hispano Americano

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¿Pero en realidad eran los terratenientes los que organizan esta oligarquía de agua?

Sí, que son los que figuran hoy en las escrituras, que ha pasado a sus herederos.

Un negocio que pasa de padres a hijos.

Sí, así que quieran vender esas acciones. De esas familias de los comienzos siguen muchos como los herederos del Conde, del Castillo, que tienen unas treinta acciones. Es una institución, porque después de constituirse el pueblo se crea la Heredad.

Todo sigue igual 500 años después. ¿Sigue tras tanto tiempo dando dinero la Comunidad de Regantes?

No. Antes la Comunidad sí era muy rentable porque el agua provenía de una fuente que estaba en La Higuera, en San Mateo, pero después se secó, y desde hace años proviene de un pozo y se saca a base de luz eléctrica. Se suele preguntar: ¿Por qué no se vende el agua más barata? Pues porque la luz es muy cara y luego hay que pagar las roturas. Un pozo siempre está gastando, es como un coche que hay que reparar.

¿Y tienen mucha demanda de agricultores?

Con la pandemia se ha notado que hay una vuelta al campo pero no se han recuperado esas extensiones que se plantaban antes, cuando toda Santa Brígida y San Mateo era eminentemente agrícola. Tampoco tenemos gran cantidad de agua, tenemos una presa y, si se llena, sí hay disponibilidad y se puede vender más barata. Los comuneros tienen prioridad, y a veces es verdad que hasta la Heredad de Las Palmas demanda pero no hay para tanto.

¿Los acuíferos están sobreexplotados?

Ahora menos. Hubo una época en que estaban más explotados, cuando la agricultura estaba en su apogeo era cuando se abría en cualquier sitio un pozo. Eso ya no se hace. Ya se ha limitado las distancias de los pozos y las profundidades porque el nivel freático ha bajado. Ahora se cuida mucho más esto.

Siempre queda el agua depurada.

Mire, el agua del pozo es siempre mejor que el agua depurada. Como el agua del naciente no hay nada, a no ser que sea agua de la lluvia, porque el pozo nace a mucha profundidad, y es un agua pura y eso se nota cuando se riegan las hortalizas. Mire cuando quiera le invito a acercarse a una finca para que vea las naranjas regada con agua de pozo. El agua del pozo no tiene cal, no tiene sal. El agua tratada no es igual.

¿Y para llegar a formar parte de esta Comunidad de regantes debía tener muchas tierras?

No, tierras no tenía muchas, unas pocas sí. Compré a unos señores que urbanizaron una finca y vendieron el agua y se la compré. Sí que tengo un pozo en El Castaño, que ahora no se utiliza por un problema de sílice. Pero tengo tantas acciones porque compré las de Manuel de la Cueva.

¿Cómo decide dejar la agricultura y comprar una gasolinera?

Yo estudié hasta tercero de Bachiller, y no quise hacer cuarto porque no quise estudiar una carrera, y pensé que donde se ganaba dinero era en los bancos. Hice Contabilidad y le pregunté a mi padre que cuanto pagaba el banco, porque el director le dijo que hiciera oposiciones. Cuando me enteré pensé que eso lo ganaba yendo al mercado. Compraba calabazas, manzanas, naranjas, y lo vendía en La Recova. Antes trabajé en el muelle de Tenerife con el primer camión de volteo, que había que darle con manivela para levantar la carrocería, y un día dije yo puedo hacer otra cosa en vez de ser chófer. Luego abrí en Santa Brígida un bazar de venta de coches y repuestos, y llegué a vender hasta treinta coches. Recuerdo que fui al Hotel Faro, -allí vi a Melchor Bravo-, un domingo, para firmar las letras de tres coches. Y luego fui corresponsal del Banco Hispano Americano.

¿Al final trabajó en la banca?

Sí, estuve doce años y medio como corresponsal del Banco Hispano Americano aquí en la casa de Santa Brígida. Y después del bazar compré los garajes de los coches de hora aquí. La gente me decía que dónde ganaba tanto dinero.

¿Y luego como el agua ya no da para tanto ni tanto poder pues abre la gasolinera que se conoce como la de Raimundo?

No. El poder hoy lo tiene el Gobierno (Risas). Si fuera mía la gasolinera sería otra cosa, pero yo compro la gasolina y la vendo.

¿Cómo es su día a día?

Me levanto temprano. Ahora estoy en el Sur porque a mi señora le viene mejor el clima, pero vengo a Santa Brígida. Antes de la pandemia sí venía todos los días a Santa Brígida. Pero he trabajado mucho, no doce horas, las veinticuatro. Cuando era corresponsal del banco me daban hasta las cuatro de la mañana escribiendo a máquina porque había que hacer los avisos para que la gente viniera a pagar las letras.

¿Ha cambiado mucho la banca desde entonces?

Pues antes manejaba más dinero que cualquier banco hoy. Me llegaron hasta cuatrocientas letras en una remesa y me daba la madrugada preparando avisos.

Ha tenido para los negocios.

Sí, pero Santa Brígida me ha dado también suerte. Lo que es verdad es que la gente siempre espera a que le ofrezcan las cosas y yo nunca he esperado. Mire yo me lanzaba a las fábricas de Francia. Italia o Alemania a buscar repuestos y también a las ferias de automóvil. Una vez en Barcelona encontré a don Juan, el de Alcorde, en el salón del automóvil y pensé después de ocho años yendo que menos mal que veía un canario allí. Le voy a decir que en la vida he procurado caminar recto, no perjudicar a nadie, y he ganado dinero pero peleando mucho para buscar precios.

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