El obispo de la Diócesis de Canarias, José Mazuelos, reivindicó ayer la recuperación de los «besitos» a los niños dentro de un «equilibrio y sentido común» en la actual fase de vacunación contra la pandemia, con motivo del día grande de la fiesta de Gran Canaria. El prelado criticó también durante la homilía en la basílica del Pino de Teror ante altos cargos políticos la falta de humanidad que sufren los enfermos hospitalizados, y que no pueden tener al lado de su cama a sus familiares en esos momentos tan delicados, al mismo tiempo que, haciendo alusión a la eutanasia, reprochó que «sin cuidados paliativos no se puede hablar de libertad en la elección de la muerte». Tuvo palabras de agradecimiento también para las personas que asisten a los inmigrantes.
La madre del José Mazuelos fallecía en Sevilla a finales de julio. Y esta experiencia hospitalaria y médica le sirvió ayer para aprovechar el púlpito de Teror para lanzar una reivindicación en favor de «los ancianos y enfermos que gritan en su soledad y reivindican el derecho a ser acompañados». En este sentido señaló que bajo el argumento del Covid «no se puede acentuar los sufrimientos de tantas personas mayores».
«Sabemos más del covid, y no podemos seguir con las mismas restricciones del principio»
El obispo insta a las autoridades sanitarias a buscar caminos que «humanicen la estancia de los enfermos y familiares de los hospitales, que humanicen los últimos momentos de la vida con unos buenos cuidados paliativos y un acompañamiento en familia».
El prelado relató que «por suerte o por desgracia he tenido que vivir esta experiencia junto a mi madre». En su caso, dice que pudo vivir esa última semana de vida en el hospital. Pero, añadió, «es triste ver que el familiar se tiene que meter con el enfermo los días que esté allí. No se puede cambiar. Si está 20 días, el enfermo está 20 días allí. Eso es una locura, cuando se pueden poner a dos o tres familiares que se puedan intercambia».
Facilitar la compañía
Además, entiende que hay que facilitar «la compaña», y sacar a los enfermos de su soledad. «Tenemos que buscar vías, ya conocemos el Covid, ya que sabemos muchas cosas más; no podemos seguir como cuando empezó esta pandemia con las mismas normas restrictivas, incrementando el sufrimiento y la soledad de tantas personas mayores y de tantos enfermos».
En su caso, afirma que pudo llevarse a su madre poco antes de morir a su casa (Mazuelos nació en el pueblo sevillano de Osuna), para que pudiera estar con su familia en esos últimos días.
«Con unos buenos cuidados paliativos se quedó dormida, esos cuidados paliativos que no se dan a conocer, esos médicos de cuidados paliativos que son escasos, en el único sitio que no hay especialidad de cuidados paliativos es en España; esos cuidados paliativos que se podrían facilitar a las familias para que pudieran vivir esos últimos momentos en sus casas con sus enfermos, o habilitar espacios en los hospitales para que pudieran estar toda la familia acompañándole».
«Hemos podido celebrar actos en la calle, y el año que viene esperamos que todo sea normal»
Y añadió al respecto, en alusión a la eutanasia pero sin mencionarla, que «los cuidados paliativos es lo que hay que dar a conocer para entrar a morir dignamente, y morir en libertad. Porque, sin cuidados paliativos no se puede hablar de libertad en la elección de la muerte».
Las palabras de Mazuelos, algunas de las cuales fueron improvisadas aunque previstas dentro del propio texto escrito de la homilía y otras cuando quería dar explicaciones a los cargos allí presentes de lo que había dicho poco antes cuando la misa ya llegaba a su fin, generó luego cierto debate en el exterior entre cargos políticos y alguno eclesiástico.
El religioso también tuvo palabras ante la patrona de la Diócesis de Canarias para Cruz Roja, Cáritas, los Cuerpos y fuerzas de seguridad que se preocupar por ayudar a los inmigrantes.
José Mazuelos puso énfasis también en la patrona, a la que «se venera como protectora», sobre la que se ponen «nuestros deseos y necesidades personales, al mismo tiempo que le confiamos las ilusiones y proyectos de esta gran familia».
En esta ocasión tampoco se pudo celebrar la procesión de la imagen por las calles del casco para evitar aglomeraciones, y solo salió entre fuegos artificiales al frontis de la iglesia durante unos minutos, mientras la Banda de Teror interpretaba algunas notas, y junto a las autoridades asistentes.
La anómala situación hizo que solo unos 60 ciudadanos pudieron entrar a la iglesia para asistir a la misa, respetando las distancias entre los presentes en los bancos.
El presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, reconoció tras ser recibido por un piquete de honores militares como representante de la Casa Real, y antes de la misa, que las fiestas de este año se han comportado «de una manera cívica», para cumplir con las restricciones, y con educación. En ese sentido, avisa que cada vez nos acercamos más a la normalidad, y que este año ya se han podido celebrar actos en la calle, cuando el año pasado fue imposible. «Estoy convencido de que el año próximo recuperaremos esa normalidad, como la teníamos antes del año 2019».
«Han sido las fiestas que queríamos, salvo la ‘espinita’ de la romería, aunque se hizo distinta»
A su vez, el alcalde de Teror, Sergio Nuez, manifiesta modo de balance que este año se han podio celebrar unas fiestas dignamente, y «no ha habido incidencia durante la noche; los peregrinos se han acercado de forma controlada».
El alcalde señala que ha sido las fiestas que habían preparado, con la única salvedad de «la espinita de no haber podido celebrar como fue siempre la romería-ofrenda, que es el acto más simbólico de las fiestas del pino, pero se hizo de manera diferente».
Nuez confía que con la vacunación generalizada en 2022 se puedan celebrar unas fiestas en toda su plenitud.
La celebración contó con una gran presencia de autoridades civiles y militares. Además de los citados, se encontraban el presidente del Parlamento de Canarias, Gustavo Matos; el delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana; el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales; la alcaldesa del municipio tinerfeño de Candelaria, María Concepción Brito; de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo; y de Valleseco, Dámaso Arencibia; el teniente general del Mando de Canarias, Carlos Palacios; el Almirante Mando Naval, José Lago; el jefe Guardia Civil, Vicente Reig ; el jefe Superior de Policía de Canarias, Rafael Martínez; el comisario jefe de la Policía Canaria, Luis Alonso; el patrono de la Virgen, Agustín Manrique de Lara; entre los distintos miembros de la Corporación de Teror e insular, y otros altos cargos.
