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Valsequillo

El Perro Maldito vuelve sin tanta soltura

El Ayuntamiento recupera la presencialidad en el 35 aniversario del evento con ciertas limitaciones | Más de 600 personas verán el acto en dos espacios ditintos

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Ensayos del Perro Maldito en Valsequillo José Carlos Guerra

Aunque el miedo y la sorpresa continuarán siendo factores importantes de la suelta del perro maldito, en esta ocasión el espectáculo será formulado bajo criterios de máximo control y seguridad. Por este motivo, el Ayuntamiento de Valsequillo ha evitado hacer partícipes a los vecinos del municipio en el desarrollo del espectáculo y marca un recorrido concreto al perro, que por lo menos vuelve a salir a la plaza de San Miguel.

El miedo, la incertidumbre y los nervios volverán a apropiarse de la plaza de San Miguel, en el municipio de Valsequillo, en donde esta medianoche será soltado frente a un público reducido el perro maldito. Sin embargo, parece que en esta ocasión no podrá romper sus cadenas del todo. La situación sanitaria impedirá que pueda recorrer el espacio a sus anchas o acercarse a los inocentes vecinos de Valsequillo, como siempre hace. Las circunstancias derivadas de la pandemia por coronavirus imposibilitan todavía que el popular evento pueda efectuarse de la manera tradicional, de manera que el personaje demoniaco deberá conformarse con sembrar el terror y la culpa con distanciamiento social.

Pero una cosa si que es segura: lo hará con creces. Este edición del evento no será desarrollada bajo el especial contexto del virus, sino que además coincide en que este es el año de celebración del 35 aniversario de la suelta. Por eso mismo, el perro aprovechará bien la ocasión para unir en un único espectáculo los males que han azotado a la humanidad en las últimas tres décadas, dando lugar a una batalla entre el bien y el mal. Esa será la alegoría de este año, en la que se recordará la situación que viven los palmeros tras la erupción del volcán y la propagación del covid-19 por el mundo, por nombrar algunos de los sucesos más actuales y relevantes.

Cabe recordar que aunque el año pasado el perro no dejó de pasearse por las calles del casco del municipio para recordar los males de este mundo, los valsequilleros únicamente pudieron verlo desde sus hogares a través de las pantallas. En esta ocasión el Ayuntamiento celebra haber conseguido recuperar la presencialidad, aún tomando la polémica decisión de suprimir por completo la participación ciudadana que se efectuaba siempre a través de los talleres de confección, maquillaje y de zancos, entre otros. Además destaca que los asistentes solo podrán ver el espectáculo en directo sentados en las sillas que el equipo de producción preparó ayer por la tarde en la plaza de San Miguel o a través de las pantallas que han sido instaladas en el recinto cultural estable.

Ambos espacios han sido preparados para acoger en torno a 600 personas con entrada previa -340 repartidas en la plaza, 389 en el complejo secundario-, de modo que esté garantizado en todo momento el cumplimiento del aforo.

El dinero recaudado por las entradas será destinado a los afectados por el volcán de La Palmas

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En este sentido, recuerdan que las entradas (que están prácticamente agotadas) tienen un coste de cinco euros como fianza, para evitar que se reserven los asientos y después queden vacíos. El Gobierno local subraya que las personas que finalmente acudan a ver la suelta obtendrán un reembolso de su aportación monetaria, mientras que el dinero que quede acumulado por las personas que no asistan será destinado por completo a los damnificados por la erupción del volcán de la isla de La Palma. Por otra parte, adelantan que las personas que no puedan verlo directamente desde la plaza sino en el otro recinto también contarán con algunas sorpresas vinculadas a lo que esté ocurriendo de forma simultánea frente a la iglesia.

Asimismo, aunque esta realidad dista en demasía con ediciones pasadas, en donde más de 8.000 personas podían arremolinarse en el casco para ver de cerca al perro y a los figurantes, por lo menos supone un paso más a la completa normalidad. «El año que viene esperamos que por fin pueda volverse a realizar la suelta como siempre ha sido, pero de momento tenemos que hacer las cosas diferente aunque siempre manteniendo la esencia», expresa la concejala de Cultura, Lucía Melián. El departamento organiza por primera vez directamente el espectáculo a través de una subvención de 15.000 euros del Cabildo de Gran Canaria, suspendiendo de esta manera los típicos talleres que convocaba la asociación cultural Amigos de la Suelta del Perro Maldito para impulsar la participación vecinal.

«Este año no se ha podido contar con los vecinos como se ha hecho siempre porque prima ante todo la seguridad y el cumplimiento de las medidas sanitarias; ha sido una decisión súper difícil, porque desde siempre los vecinos, en colaboración con el Consistorio, han efectuado la organización del evento”, expresa por su parte Ángel Martel, técnico del área. «Esto supone mucho dolor, porque la ciudadanía no puede demostrar lo que puede hacer», añade, destacando que algunas ediciones podían contar con hasta 300 participantes entre bailarines, zancudos y actores.

Este año solo unos 50 vecinos que fueron seleccionados por la administración serán los protagonistas de la noche, además obviamente del perro, cuya identidad solo será conocida en el momento en que se inicie el espectáculo a las 00.00 horas. También es preciso mencionar el equipo de producción, de vestuario y maquillaje que suman alrededor de 30 vecinos. «La situación además ha supuesto que este año se realicen más ensayos que nunca, ya que al tener distanciamiento social es todo mucho más limitado; no cabe la improvisación ni el contacto estrecho con el público, esta vez será una actuación más coreografiada», concreta Martel, que recuerda que los ensayos se han efectuado en grupos burbuja para evitar al máximo que se efectuasen reuniones con más de diez personas. De este modo, la tarde de ayer fue el primer ensayo general, en donde estuvieron presentes la mayoría de los actores y bailarines.

Samuel Suárez, uno de los vecinos que más año ha participado en la organización del evento (actuando incluso en una ocasión como el perro maldito), se encarga en esta edición del vestuario. «Es un aspecto que se diseña y ejecuta entre muchos vecinos otros años, a través de los talleres, pero que ahora solo lo hago yo con algunos ayudantes», expresa apenado. Desde la institución local resaltan que para decidir qué haría cada tarea este año pensaron en personas «responsables, comprometidas y que amaran sobre todo el proyecto», además de que ya contasen con conocimientos previos sobre cómo desarrollar el espectáculo para ir lo más rápido posible y asegurar el éxito. «Ha sido una decisión dura, en la que no todo el mundo ha estado de acuerdo porque debemos incidir en que esta es una tradición del pueblo y todas las ideas siempre salen de los vecinos», enfatiza.

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