El obispo José Mazuelos ha ordenado este sábado diácono permanente por primera vez en la Diócesis de Canarias a un hombre laico, casado y padre de dos hijas, Francisco Javier López, quien ha afirmado que el paso que da "significa que otros muchos puedan seguir detrás".

En declaraciones a Efe, Francisco López ha considerado que ser el primero es "lo anecdótico" y que lo importante es que otros se animen, como ocurre en diócesis como la de Sevilla, en la que hay unos 60, y de Madrid, donde son "muchos más", aunque también existen otras en las que no hay ninguno aún, ha indicado.

Esta orden es inferior al sacerdocio y la recibe quien la pide y se prepara y una de las condiciones que se requiere para ser diácono permanente es disponer de un medio de vida, ya que es un puesto que carece de asignación económica, ha manifestado.

La ordenación como diácono la siente como "un momento bonito de la Iglesia", que en los años 60, cuando se celebró el Concilio Vaticano II, se planteó que los varones casados pudieran ser diáconos permanentes, de manera que esta figura dejó de ser el periodo transitorio para ordenarse de sacerdote, algo que ocurría en los primeros siglos de la Iglesia y que después quedó como paso previo a la ordenación como cura, ha señalado.

Pueden celebrar bautismos y matrimonios

Francisco López ha explicado que las funciones básicas de un diácono comprenden el servicio a la caridad, a la atención de los más necesitados, así como el de la palabra, que implica catequesis y formación teológica, que es el campo al que él ha dedicado "más tiempo y energía", pues ha sido profesor de religión de Secundaria durante más de 20 años, es doctor en Teología y subdirector del Instituto Superior de Teología de Las Palmas.

Los diáconos también pueden celebrar bautismos, presidir ceremonias de matrimonio, exequias y algunos actos sacramentales de ritos y bendiciones, y en la misa encargarse de la lectura del Evangelio.

Otras tareas propias son la atención de los hospitales o la pastoral penitenciaria.

Francisco López quedará adscrito a una parroquia, que aún no se le ha notificado, con la colaborará en tareas de apoyo al sacerdote.

Por su formación, su tarea fundamental la desarrollará como delegado de Enseñanza de la Diócesis, un puesto que le ha sido asignado recientemente y que combina con las clases que imparte en el Instituto Superior de Teología.