El Rincón de Tenteniguada siente sus costumbres

Eloísa Peña, que hace sombreros, cuenta cómo su familia vivía de las vacas y la costura | El barrio de Tenteniguada rinde un homenaje a los artesanos

'Día de las tradiciones' en Teteniguada (Valsequillo)

LP/DLP

Tenteniguada preserva intacta su historia y sus costumbres. En el barrio de El Rincón las labores en la tierra con la ayuda del ganado y los distintos oficios marcaron ayer la jornada dedicada al Día de las Tradiciones. Y es que los quehaceres en el campo y los trabajos de los artesanos de un pueblo en el que reside el mayor número de toda la isla, con una decena de vecinos que trabajan los hilos, las hojas de palma, de centeno o el hierro, para bordar, hacer sombreros, cestas o forjados, fue la temática elegida por la Asociación Juvenil La Parada de El Rincón para celebrar esta edición dedicada a las tradiciones. Una fiesta homenaje que llevan organizando estos jóvenes desde 2006.

Desde las diez de la mañana en los terrenos de las calles El Toril y Los Parrales se podía contemplar como unos agricultores araban la tierra con yuntas de vacas y toros. Poco después, en la plaza, la música de las agrupaciones folclóricas empezaban a animar el ambiente. Por allí cantaron la agrupación Abenechara de Valleseco, y le siguieron Entre Amigos de Telde, Umiaya de San Bartolomé de Tirajana y la parranda El Mejunje hasta media tarde.

En El Rincón de Tenteniguada se palpaba ayer la admiración que sienten por los trabajos artesanos, unas labores con la que sus vecinos se han ganado la vida y han sacado a sus familias adelante. Las calles mostraban una estampa de los hilados con lana, los calados, también se descamisaban y asaban piñas, se molía café con un antiguo molinillo y se preparaban unos sabrosos chicharrones o una sopa con trozos de pan. 

 Por momentos parecía como si el tiempo hubiera retrocedido medio siglo. Ahí estaba hasta el viejo telar para atestiguar que no hace mucho tiempo las mantas no llegaban desde China, y que la colada se hacía en los lavaderos. 

Entre las artesanas estaba María Eloísa Peña trenzando las hojas de palma y de centeno para hacer sombreros y cestas. Desde los siete años, y ya ha cumplido los 74, aprendió a hacer bordados, y un tiempo después, mirando un sombrero que encontró por su casa, se atrevió con este complemento que decora con lazos de colores. A María Eloísa le enseñó a bordar su madre Dolores, una mujer que tuvo trece hijos, y encontró en este oficio una forma de contribuir al sustento de tanta prole, tarea para la que sólo tenía tiempo en las noches, porque durante el día ayudaba a su marido en las tareas con el ganado. Además esta artesana, la cuarta de una saga familiar, tuvo como maestras a sus dos abuelas: Concha que hilaba, y a Carmen que bordaba y hacía arreglos y remiendos. «Nos ganábamos la vida con los bordados, y hasta pude ahorrar para comprarme todo el ajuar para la boda», relata.

Y en los ajuares para otras chicas casaderas encontró una forma de obtener ingresos. Por bordar unas fundas de almohadas y unas sábanas se ganaba unos veinte duros, algo así como la tercera parte de un euro, pero que «era algo de dinero entonces». Explica que las hojas de centeno para los sombreros las coge de un cercado que tiene junto a su casa, mientras que la palma la compra en Elche, y se queja de lo que se encarece por el transporte. 

Sin embargo, a Tomás Fleitas el oficio de herrero no le llegó por tradición familiar. Fue a los 14 años cuando le empezó a entusiasmar las tareas del forjado y de eso ha vivido toda su vida. De lo que más tiene ahora son encargos de regatones, que es la punta que se pone en el palo que utilizan los pastores, pero también realiza cocinas de leña, hoces, y otras herramientas para las labores del campo así como barandillas o puertas.

Dentro de esta celebración que ayer tuvo su día grande, la Asociación La Parada de El Rincón brindó en la jornada del sábado un reconocimiento a los artesanos que han fallecido recientemente. Fue el caso de la cestera Ángela Peña Galván, y de Francisco Navarro Ramírez, y Antonio Mayor Álvarez que también se dedicaron al oficio, mientras a que María Milagros Herrera le reconocieron su participación durante años en el Día de las Tradiciones. 

Idaira Peñate, presidenta de esta asociación juvenil que organiza este evento, señaló que también tuvieron un detalle con los jóvenes que colaboran para que las Jornadas culturales Recordando Nuestro Pueblo sigan celebrándose cada año como una forma de mantener y disfrutar de las tradiciones. Entre ellos estaban Miguel Santana Artiles, Leandro Martín González, María Dolores Hernández, y a título póstumo se recordó la labor de Noé Peña Rodríguez.