Entrevista | José Chirivella Guerra Ingeniero del Consejo Insular de Aguas

José Chirivella: «Estamos ante un escenario crítico en la gestión de los recursos hídricos»

El ingeniero del Consejo Insular de aguas explica que la solución ante la falta de recursos convencionales es doblar la apuesta por los no convencionales

José Chirivella Guerra, ingeniero del consejo insular de aguas

José Chirivella Guerra, ingeniero del consejo insular de aguas / LP/DLP

C. G. A.

El ingeniero del consejo insular de aguas José Chirivella participó el pasado 9 de mayo en las jornadas de ‘Agua y Patrimonio. Recursos a Preservar’ organizadas por el Ayuntamiento de Santa Brígida. Chirivella explica que el abastecimiento urbano está a salvo gracias a la desalación y asegura que están trabajando para implantar 4 plantas desaladoras móviles contenerizadas para incrementar la producción de agua desalada.

¿Qué importancia han tenido las jornadas de ‘Aguas y patrimonio. Recursos a preservar’, que puso en marcha el Ayuntamiento de Santa Brígida?

Todas las acciones de divulgación sobre el agua son pocas en el territorio de enorme incertidumbre en el que nos encontramos, impuesta por un cambio climático amenazante. Es necesario que todos seamos conscientes de esta realidad, recordar que la disponibilidad de agua es vital para el desarrollo de nuestra sociedad, desde el punto de vista social, económico y ambiental. En ese sentido, unas jornadas de carácter transversal como las que vivimos en Santa Brígida se me antojan absolutamente adecuadas para este fin divulgativo.

¿Cuál es la situación de Canarias ante la crisis hídrica?

Canarias es un territorio complejo, tanto desde el punto de vista de la disponibilidad de recursos hídricos de cada una de las islas, como desde el punto de vista de la estructura de su demanda. Por ello, intentar generalizar la situación sería un error, porque estamos ante una realidad poliédrica.

¿Existen algunas reflexiones ante esta realidad que explica?

Partimos de una malísima situación desde el punto de vista meteorológico que está afectando a todo el Archipiélago. Estamos ante el cuarto año hidrológico más seco desde que empezó la serie; el primer cuatrimestre de 2024 es uno de los dos más cálidos de la serie histórica; y entre enero y abril de 2024, el número de días con altas concentraciones de polvo en suspensión en Canarias iguala el promedio de un año entero. Llueve mucho menos de lo habitual, hace mucho más calor de lo normal, y el tiempo está más seco de lo usual.

¿Qué supone esta situación?

Estamos ante un escenario crítico desde el punto de vista de la gestión de los recursos hídricos, puesto que repercute negativamente en la disponibilidad de recursos convencionales, porque sin precipitación no hay recursos superficiales, y se ve comprometida la recarga natural de los recursos subterráneos a medio y largo plazo. Por otro lado, en las necesidades hídricas del sistema, en situaciones de mayor temperatura y sequedad, la evapotranspiración se dispara.

¿Qué efecto ha tenido la apuesta que hizo la isla por la desalación en los años 90?

En Gran Canaria, la firme apuesta realizada por la desalación y su robusta vinculación a los sistemas de abastecimiento urbano más importantes, que se ubicaban en las zonas bajas de la isla, ha desplegado un efecto enormemente positivo sobre la resiliencia de esos sistemas, hasta el punto que en la actualidad, el abastecimiento urbano depende en un 86% del agua desalada, lo cual supone que salvo incidencias o averías, el servicio no debe verse comprometido. Evidentemente, esta garantía se refiere a la franja costera de la isla, aunque, para las zonas de medianías y cumbres, al depender del agua subterránea no es esperable que se registren grandes incidencias.

¿Debe ser optimista el sector primario?

No, porque en contraposición con el abastecimiento, se estima que las demandas hídricas del sector primario se cubren en un 78% con aguas subterráneas y superficiales. La reducción de precipitaciones constatada supone que se detrae del sistema una importantísima cantidad de agua que no está siendo almacenada en las presas ni se está infiltrando para recargar el acuífero insular. Por consiguiente, el sector primario cuenta con mucha menos agua para cubrir sus necesidades, lo cual está redundando en dificultades que no son uniformes según los territorios, siendo más destacadas en aquellos en los que el suministro de agua agrícola depende del agua almacenada en las presas, sobre las que podríamos decir que, en la actualidad, muchas de ellas tanto públicas como privadas, se encuentran totalmente vacías.

¿Hay alguna solución? La gente no entiende por qué hay falta de agua en una isla…

La solución ante la falta de recursos convencionales no puede ser otra que doblar la apuesta por los no convencionales. Esto es, incrementar la capacidad de producción de aguas desaladas y regeneradas.

¿Es esa una apuesta sencilla?

No es ni sencilla ni rápida. Una planta desaladora es una instalación muy compleja que precisa de proyecto, financiación, autorizaciones, licitación, etc. Precisamente por su complejidad y al objeto de intentar paliar, al menos en parte, este problema de escasez de recursos para el sector primario, se está trabajando en un plan para implantar en el menor plazo posible, 4 plantas desaladoras móviles contenerizadas, con el objeto de incrementar la producción de agua desalada. Estas instalaciones, en cualquier caso, desplegarán sus efectos positivos en la zona baja de la isla, ya que salvo excepciones, acometer grandes elevaciones generalizadas de agua desde la costa a las medianías supone un gasto energético importantísimo.

¿Se precisa de mucha energía para la producción industrial de agua?

En la actualidad, el 15% de la energía consumida en Gran Canaria se asocia al ciclo integral del agua (producción, distribución, depuración y regeneración). Incrementar las capacidades en todas las fases precisará de mayor disponibilidad de energía. Aparecen ahí también proyectos estratégicos como el Salto de Chira, que permitirá un mayor grado de penetración de las energías renovables, además de poder disponer de hasta 700.000 m3 anuales de nuevos recursos en las zonas de cumbre. También el proyecto Renovagua, que pretende vincular al sistema público insular hasta 33 instalaciones de energía renovable, con el objetivo de reducir la dependencia de los combustibles fósiles y un ahorro energético objetivo de hasta el 40%.

¿En qué momento empezó la isla a tener estos problemas de agua?

Gran Canaria ha soportado periodos secos con anterioridad. Lo que ocurre con este es que han coincidido la falta de precipitaciones y las altas temperaturas, que están tensionando el sistema hídrico insular hasta niveles muy importantes. Aunque estamos ante el peor momento, llevamos 8 años consecutivos con precipitaciones por debajo de la media. Por suerte, el abastecimiento urbano está a salvo gracias a la desalación, pero debemos intentar proporcionar más agua al sector primario. Ese es ahora mismo el gran reto al que nos enfrentamos.

¿Qué futuro espera a los canarios con este problema de agua?

Cuando tengamos la respuesta a si volveremos a tener una climatología normal, podremos identificar cuáles serán las medidas que será preciso adoptar, su temporalización y el calado de las mismas. Pero el camino siempre pasará por ejes como el incremento en las capacidades de producción de aguas industriales, mejora en las redes de transporte, distribución e infraestructuras de almacenamiento, mejora de la gobernanza para dotar al sistema de la flexibilidad adecuada y, por supuesto, políticas de concienciación, sensibilización y comunicación.

¿Cree que la población está concienciada de esta escasez?

El canario tiene en su memoria histórica la escasez de agua. Somos una sociedad que nació luchando contra la falta de agua, que plantó sabiendo que el agua era escasa.

Pero la juventud no sabe lo que fue eso...

Las nuevas generaciones no tienen la misma conciencia de ello que sus padres y sus abuelos. En este sentido, es fundamental que este mensaje de que el agua es un bien preciado no se olvide. Cuesta mucho lograr que cuando cada uno de nosotros abre un grifo, salga agua. Cuesta esfuerzo y cuesta dinero.

¿Qué mensaje mandaría a la ciudadanía?

Es necesario que la ciudadanía comprenda que en la actualidad el objetivo es que el agua residual será fuente de un recurso, que con las tecnologías actuales puede ser reusada perfectamente en agricultura. Lo que tiramos por el desagüe, como toallitas, aceites o grasas llega a las redes de saneamiento y posteriormente a las plantas depuradoras, y si no lo hacemos bien, dificultamos la depuración, la regeneración del agua y su posterior reutilización.

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