Aquí voy a morir por la patria. Mi límite es la muerte". Martha Beatriz Roque, de 64 años, habla con firmeza, pese a estar enferma. Sus palabras cruzan el charco gracias a la intermitente comunicación que mantiene con su familia canaria.

Su padre, nacido en Gáldar, emigró a Cuba en busca de una vida mejor. Años después, Martha Beatriz es una de las voces más activas del cambio en Cuba. Por ello ha sufrido un sinfín de detenciones y maltratos, y ha sido en dos ocasiones condenada a pasar varios años en prisión.

De su familia en Cuba sólo quedan ella y un sobrino. No tiene hijos ni pareja. Las tres hermanas que le quedan vivas se marcharon a Miami, junto a otra sobrina. El resto de su familia vive en Canarias, pero ella se niega a marcharse. "No quiere salir de Cuba, la única ilusión que tiene es venir a Canarias a conocer sus raíces, pero insiste en que de ahí no se va", explica su prima Mariluz Roque, que vive en la capital grancanaria.

La disidente cubana fue condenada entonces a 20 años de cárcel, pero fue excarcelada meses después debido a su delicado estado de salud. Orlando Zapata, que murió hace una semana en prisión tras llevar 86 días de huelga de hambre, también formaba parte del grupo de los 75.

Martha Beatriz no era la primera vez que iba a la cárcel. Como miembro del llamado grupo de los Cuatro, fue una de los autores del documento La Patria es de todos, por el cual fue condenada a tres años y medio de prisión.

Actualmente vive en su domicilio con "licencia extrapenal por motivos de salud", pero sobre ella continúa vigente la condena de 20 años de prisión. "Vive en un apartamento pequeño de La Habana. Daba clases en la Universidad de La Habana, pero la echaron. No la dejan trabajar, por lo que no tiene dinero. La sacaron de la cárcel para que no le pasara lo de Orlando [Zapata], que muriera dentro y la hicieran mártir", explican sus allegados.

Las ideas de Martha Beatriz, licenciada en Economía, le han hecho soportar un calvario. En la cárcel, según cuentan sus familiares, vivía en una celda aislada de máxima seguridad de apenas tres metros de ancho. Rodeada de ratas y cucarachas, sin ventanas ni luz natural, la disidente denunció que las palizas y maltratos fueron constantes.

Ahora su familia canaria está muy preocupada por su corazón, que le ha dado varios sustos. El régimen cubano no permite que le lleguen ni dinero ni paquetes y comunicarse con ella por teléfono es complicado. Apegada a sus orígenes, cuentan que la disidente lleva siempre consigo una cadena con la imagen de la Virgen del Pino. Un objeto que sus familiares canarios esperan desde la distancia que le sirva para mantenerse a salvo.