El Laboratorio de Salud Pública de Gran Canaria, donde se analiza periódicamente el agua de abasto, el de las zonas de baño y los productos alimentarios para determinar que no revisten riesgo para la salud humana, se iguala a los de la popular serie policiaca de la cadena Telecinco CSI. El laboratorio, que acaba de recibir el reconocimiento de la Entidad Nacional de Acreditaciones (ENAC) por su calidad, cuenta desde hace unos meses con un equipo tecnológico que permite detectar con mayor "rapidez y eficacia" los organismos microbiológicos o los metales pesados que puedan estar en los alimentos que consumimos.

La consejera de Sanidad, Mercedes Roldós, que ayer visitó las instalaciones junto al vicepresidente de Gobierno, José Manuel Soria, señaló que los nuevos equipos que se han adquirido -un cromatógrafo de líquidos, un cromatógrafo de gases y un Tempo- son de "última tecnología".

"Ustedes", refiriéndose a los periodistas, "cuando vean las películas de CSI verán muchas veces los resultados de un cromatógrafo tanto de gases como de líquido. Es decir, lo que se analiza es tanto la parte de organismos microbiológicos que puedan como la presencia de metales pesados como cadmio, mercurio, etcétera", dijo Roldós. La consejera añadió que los nuevos aparatos permitirán dar a los ciudadanos y a los "turistas" una "garantía de calidad" sobre lo que beben, comen o dónde se bañan.

La consejera señaló, no obstante, que aunque el Laboratorio de Salud Pública realiza periódicamente inspecciones, son los organismos pertinentes -ayuntamientos, restaurantes, empresas de catering, de agua de abasto...- los encargados de controlar que el agua y los alimentos estén en perfectas condiciones para la salud humana.

Rosario Domínguez González, jefe de Servicio de Inspección Sanitaria del laboratorio, explicó que los nuevos equipos -que han costado más de 250.000 euros- "acortarán los tiempos" de los análisis, lo que permitirá adoptar con más rapidez medidas sanitarias en caso de una alarma.

Las instalaciones sanitarias, ubicadas en la Residencia Nuestra Señora del Pino, analizaron el pasado año un total de 4.767 muestras de agua y de alimentos. Un 39% de las mismas se referían a aguas de consumo humano y de zonas de baño, un 58% a productos alimentarios y el 3% restante a análisis clínicos para detectar microorganismos en las personas que manipulan alimentos.