Como en todo entierro de la Sardina, los adolescentes, con sus atrevidos, imaginativos e hilarantes disfraces dieron la nota de color y mostraron bailando detrás de las carrozas que para ellos el Carnaval nunca termina.

Mónica, Paola, María, Patri e Isa, vestidas de negro y con una buena dosis de purpurina dorada en los ojos, a modo de antifaz brillante iban de superheroínas. El último disfraz de las fiestas salió de la nada, cuando todo parecía perdido. "Mi madre nos maquilló así", explicaba con una sonrisa Mónica, "y ahora nuestra misión es salvar a la Sardina", continuaban todas.

Tras ellas, un grupo de jugadoras de rugby le enseñaban a una amiga alemana, Hannah Müller de 15 años, en la isla por un intercambio, las delicias del carnaval grancanario. Ella, alojada en la casa de María Jesús (16), traducía sus palabras de satisfacción: "Estoy aquí de vacaciones y me lo estoy pasando muy bien. El carnaval es muy divertido porque es una gran fiesta y la música está muy bien".

La mejor guagua y las hippies

"La mejor guagua del mundo", también estaba representada en el fin de las fiestas. Bea, Claudia, Marta, María y Lucía vestían de Global. "¿Por qué?" explicaba Marta, "porque más canario de toda la vida que las guaguas Global no hay nada". A su lado, un grupo de hawaianas defensoras de su disfraz, "¡Qué vamos de hippies! gritaban, esperaban bañarse tras la quema de la Sardina. "Será nuestro homenaje final que, aunque sea un entierro, esta es la mejor fiesta de todas", comentaba una de ellas mientras el resto la arrastraba tras la carroza.