La ley del silencio reina en el Ile de Sein (Isla de Sein, en francés). Sobre el cablero francés pesa la sospecha de que, además de los restos del fuselaje del Airbus siniestrado en el océano, transporte en sus bodegas restos humanos de los pasajeros que perdieron la vida esa noche y que sí fueron rescatados por un robot sumergible de última generación.

La agencia estatal de aeronáutica francesa (BEA en sus siglas francesas) emitió un escueto comunicado hace unos días en el que anunciaba que esos restos llegarían a Francia en una semana sin especificar si en barco o en avión. La BEA siembra más incógnita aún al asegurar ayer desde París a LA PROVINCIA/DLP que tienen prohibido hablar sobre los restos humanos hallados en las profundidades al estar el caso bajo secreto sumarial.

Por su parte, fuentes de Sanidad Exterior del Gobierno de España descartan que esos restos vayan en el Ile de Sein porque no se les informó de tal transporte, y todos los barcos están obligados a hacerlo por ley. Además, el capitán del buque cablero prohibió también a su tripulación y a la consignataria que les atendió en La Luz hablar con medios de comunicación.

Otras fuentes que conocen el barco de su actividad como cablero y de otros atraques en La Luz coinciden en señalar que el buque no está preparado con cámaras frigoríficas suficientes para el transporte de restos humanos durante tantos días.