La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los médicos piden una calle en Tafira para Agustín Bosch y Vicente Navarro

Los doctores atendieron a miles de enfermos de tuberculosis en la provincia en el siglo XX

Los médicos piden una calle en Tafira para Agustín Bosch y Vicente Navarro

Los doctores Agustín Bosch Millares y Vicente Navarro Marco jugaron un papel fundamental en el tratamiento y la erradicación de la tuberculosis en la provincia de Las Palmas a mediados del siglo pasado y por esta razón el Colegio de Médicos ha solicitado al Ayuntamiento de la capital que se le ponga el nombre de ambos a dos tramos de la vieja carretera de Tafira, que ahora ha pasado a ser una calle municipal. La junta del distrito Vegueta-Cono Sur-Tafira ratificó por unanimidad el pasado viernes la petición del Colegio de Médicos, que además cuenta con el apoyo de las asociaciones de vecinos Bandama y Lagares de Tafira y más de 500 firmas de ciudadanos.

Navarro Marco y Bosch Millares trabajaron en el Sanatorio Antituberculoso de El Sabinal, que en la actualidad es un geriátrico, en la época más dura de la denominada peste blanca, cuando esta enfermedad asolaba Gran Canaria, al igual que buena parte del resto del país, espoleada por la hambruna y la pobreza de la posguerra y también por la falta de medios efectivos para combatirla. Atendieron a miles de enfermos. La de Navarro y Bosch fue una lucha contra la enfermedad y también contra la falta de recursos, en los peores momentos de la epidemia.

Según aseguraba el propio Navarro en un artículo publicado en 1950 en el periódico Falange, la enfermedad causaba la muerte en España de no menos de 32.000 personas al año en esa época. En medio de este pavoroso escenario, comenzaron a trabajar en El Sabinal en 1948. Ambos ingresaron como médicos tisiólogos en un hospital que carecía de plazas suficientes para atender a tanto enfermo y también de los recursos necesarios. Pese a ello, le plantaron cara a la enfermedad, a base de muchísimo trabajo y voluntad, algo que fue posible, resaltan sus hijos Álvaro Navarro y Agustín Bosch, por la tremenda vocación que les movía. "Mi padre tenía la vocación de cuidar los casos extremos. Y a eso se dedicó toda su vida. Esa vocación de luchar contra la tuberculosis fue lo que más destacaría de su profesión como médico", explica Navarro.

"Aparte de un gran médico", tercia Bosch, "mi padre poseía esa capacidad de saber, sólo con mirarla, si una persona estaba enferma de verdad o no. Fue un gran humanista y nos transmitió a todos su humildad". Durante más de veinte años trabajaron a destajo sin horario, lo mismo de día que de noche, atendiendo miles de enfermos. En el hospital llegó a haber 500 personas ingresadas al mismo tiempo. Siempre había cuarenta plazas reservadas para los niños y niñas. Con el internamiento, que en el mejor de los casos duraba unos seis meses, se perseguía dar un tratamiento al paciente y evitar al mismo tiempo que este contagiara la enfermedad a otras personas. Era tanta la escasez de medios, que el sanatorio carecía de transporte y Bosch y Navarro tenían que ir caminando desde sus casas de Tafira Alta hasta el hospital. Precisamente, parte de esa caminata discurría por la carretera vieja de Tafira, que ahora será bautizada con sus nombres.

Esa carencia de medios que había en la Isla para atender a los tuberculosos de toda la provincia de Las Palmas y también a los enfermos que venían de El Sáhara a tratarse se reflejaba en la prensa de la época, en la que cada año se informaba de las cuestaciones públicas para conseguir fondos, entre las que destacaba La Fiesta de la Flor. La lucha no dio tregua hasta que en los años 60 comenzó a erradicarse la enfermedad.

Lista de espera

En 1951, el sanatorio estaba desbordado y sus 347 plazas eran incapaces de dar respuesta a la gran demanda, según advertía ese año Vicente Navarro. "Tenemos todas las camas ocupadas y una lista bastante larga de personas que esperan turno", afirmaba Navarro en una entrevista del periódico Falange. Al final se consiguió ampliar a 500 el número de plazas. La falta de médico de guardia obligaba a veces al médico director a dormir en el hospital para atender las necesidades urgentes que pudieran tener los centenares de enfermos ingresados.

Agustín Bosch Millares nació en Las Palmas de Gran Canaria el 15 de noviembre de 1918. Estudió Medicina en Madrid y en 1946 comenzó a ejercer en Santander como especialista en pulmón y corazón. En 1948 regresó a Las Palmas y durante más de 20 años ejerció su profesión en el Sanatorio Antituberculoso de El Sabinal. En 1969 comenzó a ejercer como médico de familia en la Seguridad Social, labor que compatibilizó con su consulta privado. Falleció el 2 de septiembre de 2001. Su compañero Vicente Navarro Marco nació el 19 de febrero de 1909 en Alhama de Aragón (Zaragoza). Lo destinaron a El Sabinal como médico residente y conoció a la que sería su esposa Cayetana Juan Suárez, principal motivo que le llevó a volver a la Isla, tras ser destinado como médico director al dispensario antituberculoso de Teruel. En 1948 volvió como médico director a El Sabinal y allí estuvo hasta 1969, año en el que comenzó a ejercer como especialista de pulmón y corazón en la Seguridad Social. Se jubiló en 1979 y un año más tarde, el 1 de mayo de 1980, falleció.

En medio de esa época tan dura hubo espacio también para las anécdotas. El hijo de Vicente Navarro recuerda una que contaba su madre, relativa a los problemas que tenía para entender a los enfermos al principio, sobre todo cuando éstos eran del campo, lo que le llevó a utilizar los servicios de Sor María, una del as monjas de la Caridad que trabajaban en el hospital, como traductora. "Mi padre se convirtió en canario, pero llegó peninsular y no entendía nada. Pasaba revista con Sor María. El enfermo decía: "Es que tuve escarujos sangujientos". Y sor María traducía: "Esputos manchados de sangre. Luego se canarizó", explica.

Compartir el artículo

stats