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Turismo Premio al equipo de vela adaptada del Club Náutico

Luis Ley: "Las barreras en la vela adaptada son las que cada uno quiera poner"

"Mantener esta actividad es caro, pero es un deber social que tiene el Club Náutico con la ciudad", afirma el entrenador del equipo de vela adaptada del Club Náutico

Luis Ley, en el Club Náutico, ayer. JOSÉ CARLOS GUERRA

¿Cómo nace el proyecto de vela adaptada en el Club Náutico?

El proyecto va en dos líneas: el equipo de regata y la escuela de vela adaptada. Todo empezó a caminar en octubre de hace dos años con el equipo de regatas, en 2.4 con José Guerra, y ya entonces se comienza a trabajar con lo que es la escuela, promocionándola a través de la web y de la Once. Este verano fue el segundo año de los cursillos, patrocinados por la Obra Social de La Caixa. Una vez que tenemos la escuela funcionando y el equipo de regatas de 2.4 , llevamos unos tres meses trabajando con Daniel Llaca en la clase Hansa 303. La escuela es la cantera, y es de donde tienen que salir los regatistas en el futuro; es una escuela abierta, no funciona solamente para socios, sino para la ciudad entera. Este es un proyecto social del Club, que se puede mantener gracias a las entidades colaboradoras.

¿Cuántos deportistas hay en cada modalidad y en la escuela?

En 2.4 tenemos dos regatistas y en el de 303 tenemos a uno. Y en la escuela tenemos una media de 60 alumnos anuales. No hay límites de edad ni cupo.

Hacía falta un proyecto como este en la ciudad, ¿no?

Sí. Antes de esto no había nada, salvo algún pequeño cursillo que se ha hecho. Pero nada continuado en el tiempo como esto. Es la primera vez que se hace un proyecto serio como este. Mantener esta actividad es caro, pero es un deber social que tiene el Club con la ciudad, y así lo ha mantenido el presidente de la entidad. Si hay algo que tiene futuro en el Club es la vela adaptada; no se va a dejar tirada, es un proyecto consolidado.

¿Qué tal la experiencia de trabajar con personas con discapacidad?

Este verano mezclamos en uno de los cursillos a niños con discapacidad con los demás, y los que no tienen ninguna discapacidad se peleaban por ir en el barco adaptado, porque es un barco de dos, más divertido y que da una sensación de seguridad más grande. La realidad es que las clases teóricas son las mismas para unos y para otros. Y si hablamos de una discapacidad de cintura para abajo, no es posible distinguir a un alumno que no la tenga de uno que sí una vez y están navegando, porque en la navegación se emplean solamente los miembros superiores. No hay nadie en desventaja ni en situación de superioridad; gana el mejor.

Se sentirá orgulloso de estar al frente de este proyecto.

Es algo muy enriquecedor. Ver sus caras, no solo las de los niños sino también las de los padres al ver que sus hijos están navegando, es algo espectacular. He tenido alumnos invidentes que navegan muy bien, algo que para ellos, hace un tiempo, era una actividad impensable. Yo lo que quiero es que una persona no se quede sin navegar por el hecho de tener una discapacidad; ese es mi premio. Mi meta es difundir la vela adaptada, pero como regatista me encantaría que algún día en el palmarés aparezca uno de mis alumnos como campeón de España, de Europa o del Mundo.

¿Con qué barreras se suelen encontrar estas personas?

Las barreras, como dicen ellos, son las que tú te quieres poner. No hay ninguna, el mar está ahí y los medios para navegar los pone el Club. El que no navega es porque no le da la gana.

¿Qué significa recibir este sábado el premio del Turismo?

Significa muchísimo. Es un reconocimiento a una labor personal y, por supuesto, del Club, que podría haber dicho que no a este proyecto por el costo que supone.

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