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Fiestas Fundacionales / Hijo predilecto

"De joven me reunía los sábados para leer obras de teatro, éramos unos frikis

"Para coger el acento de Candelaria en 'El tiempo entre costuras' sólo tenía que llamar a mi madre por teléfono", reconoce la actriz Mari Carmen Sánchez

"De joven me reunía los sábados para leer obras de teatro, éramos unos frikis

Nació en Cádiz, ¿cuándo llega a Las Palmas de Gran Canaria?

Vine con diez años, mi padre montó aquí su empresa de reparaciones navales y entonces trajo a toda la familia. Fue una persona muy querida en el puerto. Me da pena que no esté presente en estos momentos, ya falleció, pero se sentiría muy orgulloso por mi reconocimiento como Hija Adoptiva. Mi padre adoraba esta tierra.

¿Qué supuso el cambio de ciudad para una niña de 10 años?

Para una niña es un poco difícil porque dejas todo atrás, pero rápido conocí otros niños, siempre he sido muy extrovertida. Me ocurrió una cosa muy bonita, los primeros días mi madre me vio triste. Entonces, le comentó a una vecina, que tenía una hija en un grupito de teatro, que estaba aburrida y todo eso, ahí empezó todo. Desde que tengo uso de razón siempre me ha gustado el teatro y ser actriz, y luego mi madre es la culpable del resto. Cada vez que hablamos de la vida inestable de los actores le recuerdo que la culpa es suya [ríe].

¿Cómo transcurrieron sus primeros años en el mundo de la interpretación?

Tuve una juventud normal. Eso sí, cuando otra gente iba a la discoteca, nuestro grupo prefería quedar para leer obras de teatros, éramos un pocos frikis. Luego montamos incluso una cooperativa, ni sabíamos que era aquello. Hasta que surgió Soy lo prohibido de Clapso. Actuábamos en bares, en un pub que tenía mi hermano. Allí me vio Israel Reyes, me dijo que iban a montar un espectáculo de canciones y textos en plan monólogos, le dije "venga vale"; me dice "pero si no te he dicho lo que es", le repliqué "no importa"; es una anécdota que siempre recordaré. El espectáculo fue un éxito, ahí es cuando me doy cuenta que solamente quería dedicarme a este mundillo, fue mi punto de inflexión.

¿Cuándo pisó por primera vez las tablas del Pérez Galdós?

Fue con una compañía que había aquí, con un señor que se llamaba Pepín Muñoz. Yo era una chiquilla de 16 o 17 años y para mí fue como algo extraordinario.

¿En esa época compaginaba el teatro con otros trabajos?

Claro, he vendido almohadas cervicales por teléfono, haciendo promociones de colonias en El Corte Inglés, dependienta en una boutique, unos años en la Seguridad Social. Y ya cuando me empezaron a salir más cosas, me dije que tenía que dejar todo aquello y quedarme con mi vocación.

¿Cómo fue su paso por El tiempo entre costuras

Tuve la gran suerte de pasar el casting para el personaje de Candelaria. Es el típico personaje que cualquier actor diría gracias. El rodaje de la serie fue una gran experiencia. Tuve la suerte de arrancar en la primera secuencia con Adriana Ugarte. Hicimos un equipazo, arrancamos en Tetuán y nos fuimos todos juntos, con la emoción, porque aquello olía muy bien, porque más que televisión parecía cine. El quedarnos todos en el mismo hotel, salir juntos, una experiencia maravillosa.

Siendo de origen gaditano, ¿fue fácil dar vida a Candelaria?

Claro, ella es de La Línea de la Concepción, provincia de Cádiz. Para coger el acento solo tengo que llamar a mi madre y decirle que me hable. Pero, lo primero que me dijeron era que no podía quedar folclórico.

¿Había salido en televisión previamente?

Anteriormente me llamaron para un personaje capitular de una serie de José Luis Moreno. El hombre se deshizo en halagos conmigo y me dejó fija en la serie, pero fue un fracaso. Luego hice Operación Malaya de Televisión Española, dando vida a Marisol Yagüe. Grabamos en Sitges porque no dejaban hacerlo en Marbella. Luego hubo otros personajes, en El secreto de Puente Viejo hice de una monja muy mala. Hasta un personaje con el que me divertí muchísimo, que fue mi intervención en Aída. Interpreté a la madre del personaje de la Macu, nos escribieron unos diálogos súper divertidos.

También ha hecho cine, ¿no?

Por supuesto. Participé en La Caja, de Juan Carlos Falcón, en Mararía, en La Voz Dormida, una película maravillosa de Benito Zambrano. Ahora por último tuve un pequeñito papel en Julieta. Tengo una fantástica representante que me mueve bien por Madrid.

Su último trabajo reseñable ha sido La Ratonera

Pues acabamos de terminar la gira y ha sido muy buena. Pasamos por Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife. La idea de la compañía es retomarlo y continuar después de un parón. Terminamos hace poco en el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife, donde se petó el patio de butacas. Además, de ahí viene el gripazo que tengo ahora, se ve que me puse debajo del aire acondicionado.

¿Tiene predilección por algún tipo de personaje o género dramatúrgico?

Me gustan todos los personajes, todos. Siempre he pensado que los malos y con carácter te dan más juego frente a los buenos, puede ser porque siempre me dan de ese tipo. De géneros me gusta todo, la comedia me apasiona, me lo paso de vicio. De todas formas, hace unos meses tuve la suerte de encarnar a una persona de mi edad con alzheimer precoz en el espectáculo Siempre Alice. Son algunos de los textos más emotivos que he interpretado, estoy muy orgullosa de ese personaje.

Ha cantado en alguna de sus actuaciones, ¿se considera cantante?

Cantar, canto, pero no soy cantante. Me merece mucho respeto, el intrusismo es algo que no soporto, porque me gusta que me respeten en lo mío. Las carreras de arte llevan mucha preparación, entrega y vocación, por eso no quiero frivolizar. No desafino, puedo defender un tema, pero me merecen mucho respeto los cantantes como para considerarme como tal. Canto cuando tenga que hacerlo, pero yo soy actriz.

¿Qué puede decirle a las nuevas generaciones que quieren dedicarse a la interpretación?

Les diría que tengan mucha paciencia. No es oro todo lo que reluce. Esta profesión tiene luces y sombras, y a veces las sombras son más largas que las luces. La inseguridad no te la quita nadie. Tienen que ver mucho teatro, es fundamental. Cuando era pequeña, si podía hasta me colaba.

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