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"Para la escritura literaria las nuevas tecnologías han sido una catástrofe"

"Lo que más me enorgullece de mi trayectoria profesional es el afecto de mis estudiantes", asegura Jorge Rodríguez Padrón, poeta, ensayista y catedrático de Lengua y Literatura

Jorge Rodríguez Padrón. LA PROVINCIA/DLP

¿En qué andaba cuando le comunicaron el galardón?

En mi tarea diaria: leer y escribir para pensar en lo leído. En broma diría que estaba en la inopia: no me pasaba siquiera por la cabeza que podría sucederme una cosa así.

¿Y qué ha experimentado?

En primer lugar, cierto desconcierto; luego, una gratitud especial hacia la Corporación municipal por el honor que me hace; y, claro, mucha satisfacción, porque viene a reconocer un trabajo gustoso, sí, pero sujeto a constantes alternativas emocionales. También me compromete a mantenerme siempre a la altura de tal reconocimiento.

¿Por qué dirigió sus pasos a estudiar Filología Románica?

Nunca lo dudé. Yo siempre he sido 'de Letras', como entonces se decía. Y no sólo en lo que a los estudios se refiere; también en la manera de afrontar la vida. Desde aquellos años de formación en Las Palmas. Lo entiendo como una manera de vincularme a mi memoria, de entender mejor a los otros; de estar en el mundo, en fin.

¿Y cómo fue lo de descubrir al poeta Domingo Rivero, sobre el que hizo su tesis?

En realidad, fue mi memoria de licenciatura. Un trabajo difícil. El poeta había dejado muy pocos rastros; tanto de su vida como de su obra. Además, yo era aún un escritor primerizo, y sabía poco de esas cosas. Pero la cuestión fue que mi trabajo sirvió para fijar la mirada en el poeta y ver la necesidad de estudiarlo a fondo. Lo que haría años después, y con más conocimiento que yo entonces, el profesor y poeta Eugenio Padorno.

Fue poeta en sus comienzos, aunque luego dirigió su trayectoria hacia el ensayo, la crítica literaria y a ser profesor de Lengua y Literatura en la universidad. ¿Qué le aporta cada una de estas facetas? ¿Hay alguna de la que podría prescindir?

En efecto, he dado clases en la Universidad, en España y en los EEUU. Siempre fui catedrático de Enseñanza Media, cuando eso aún significaba algo; cuando no se había depreciado y desprestigiado la educación Secundaria hasta los extremos a que ha llegado hoy, después de pasar por las manos de pedagogos y políticos que, de eso, saben más bien poco. Pero poeta no lo he sido, apenas escribí algunos poemas, cuando en la universidad mis compañeros de estudios y de generación eso hacían. Pronto me di cuenta de que no era mi camino; preferí el ensayo y la crítica como la mejor manera de expresar mi relación con la literatura y con la existencia. Por eso, en un momento dado, dejé también de hacer crítica de la actualidad editorial. Y en mis lecturas me aventuré por las complejidades que la creación literaria presenta; que para mí son su razón primera de ser.

Su interés comenzó en la poesía española de ambos lados del Atlántico, ¿qué le atrajo?

En un primer momento, la distancia tan grande que había; entonces, todavía, se volvían mutuamente la espalda, en las dos formas de escribir en la misma lengua, había perspectivas diferentes. En romper con eso me esforcé durante mucho tiempo, pero, de buenas a primeras, me di cuenta de que, cuanto más me dedicaba a ello, menos identificado me sentía con aquel mundo: descubrí que no estaba allá mi memoria.

Después ha ampliado sus miras hacia la literatura europea. ¿Hay algo que une a los escritores europeos para crear esa identidad europea que tanto demandan los políticos?

Eso es. Pronto comprobé que mi memoria, la memoria que me había permitido ser quien soy, estaba en Europa; en la dificultad con que se había ido formando un pensar, y por consiguiente una escritura, europeo. Memoria en la que se integra, desde el origen, el mundo oriental; memoria en la que los conflictos de construcción política arraigan en los cruces y debates culturales y religiosos; memoria en la que las lenguas son campos de relación y de experiencia existencial. Porque todo ello tiene que ver con los sucesivos intercambios comerciales y de pensamiento. Son cinco los ensayos dedicados a este asunto, para mí (para la necesidad de entenderme yo) decisivo. Aunque, por ahora, sólo haya logrado publicar uno de ellos.

¿Cómo ve la literatura que se hace hoy en día?

Deberíamos tener presente una cosa: la medida "hoy en día" no vale para entender la literatura. Si queremos ser ponderados en el juicio, tendremos que esperar a ver qué pasa. Porque no digo nada nuevo si, al mirar alrededor, veo trivialidad o superficialidad; más diversión y entretenimiento que pensamiento y una escritura capaz de manifestarlo; veo la dictadura de la corrección, política y poética, y del pensar uniformado. Uniforme siempre lleva connotaciones militares, por cierto. ¿Cómo puede haber así un lenguaje vivo y una creación literaria de verdad?

¿Y la literatura canaria, en particular?

En esto, mi posición es más que conocida. Si es una literatura que pretende cerrarse en sí misma, nunca llegará a nada; si es una literatura de la queja, se reducirá cada vez más a sus propios límites. Además, la queja, decía alguien con toda razón, es un signo de mala educación. Para mí, el ejemplo es claro: Pérez Galdós es el novelista fundamental que es porque introduce su perspectiva insular y su modo insular de trato con el lenguaje en la tediosa literatura española del sigo XIX.

¿Qué autores de la literatura canaria tendría que leer un chico de hoy en día para empaparse de la identidad canaria?

Ni hoy en día, ni identidad canaria. Lo anterior responde a su pregunta. ¿Y si se le supiera enseñar a Galdós; y si se le acercara, como es debido, a escritores como Alonso Quesada o Agustín Espinosa?, diría a bote pronto. Pues eso.

Sigue colaborando en diversas publicaciones, ¿cómo ve el impacto de las nuevas tecnologías sobre el papel?

Hace ya tiempo que dejé de colaborar regularmente en revistas y en prensa. La agitación de la actualidad, como le dije antes, no me interesa. Y por lo que hace a las nuevas tecnologías, cómo voy a negar lo decisivas que resultan para el mundo que hoy nos rodea. Es una evidencia. Ahora bien, para la escritura literaria han sido una catástrofe. Por un lado, nos han ido dejando progresivamente sin lenguaje, que es lo que identifica al ser humano, su propia voz. Y, por otro, hoy, cualquiera; incluso un cualquiera, puede escribir lo que le venga en gana y ponerlo a circular con toda tranquilidad. Con un agravante, que los medios y hasta la crítica lo toman en consideración, como si de literatura se tratase. Allá ellos.

¿Se ve escribiendo una crítica en 140 caracteres en twitter?

Creo que mi respuesta anterior contesta también a esta pregunta. Escribir sobre algo exige pensar sobre ese algo. Y pensar exige tiempo.

¿Se ve jubilado volviendo a Canarias?

En esto, la vida manda. Y así han sido las cosas. ¿Volver? , me pregunta. Pero si yo nunca me he ido. Al menos, no tengo conciencia de haberlo hecho en ningún momento.

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