Los mellizos Álvaro y Mateo Oliva Redondo parlotean alegremente en el pantalán con sus mamás, Raquel Oliva y Alicia Redondo. Eso sí, cuando uno de los barcos se acerca toman posición, levantan la mano y al mismo tiempo que la sacuden de lado a lado gritan con todas sus fuerzas: "¡Adiós, buen viaje!". Muchos de los tripulantes de los navíos probablemente no entienden lo que estos pequeños de cuatro años les dicen, pero aún así les responden con otro saludo antes de salir del Muelle Deportivo y tomar posición en la bahía. El juego divierte a los niños teldenses a los que les gustan las embarcaciones, especialmente la 'suya' que no es otra que la del Fred Olsen "que tiene piscina de bolas" en la que viajan a otras islas. De ahí que sus progenitoras hayan decido llevarles una vez más a despedir a los navíos de la ARC que, como cada penúltimo domingo de noviembre, ayer pusieron rumbo hacia el Caribe.

En su trigésima tercera edición fueron 200 los yates que participaron en la Atlantic Rally for Cruisers. Como siempre, los barcos iniciaron su travesía transatlántica hacia la el puerto de Rodney Bay en la isla de Santa Lucía pasado el mediodía. Concretamente, el pistoletazo de salida fue a las 12.30 horas para los catamaranes, 15 minutos después para la clase regata y, por último, a las 13.00 horas, salieron los veleros de todas las divisiones crucero. Un espectáculo que muchos quisieron disfrutar desde distintos puntos de la Avenida Marítima o desde el mismo espigón del recinto portuario donde desde primera hora de la mañana se ultimaban los detalles en los distintos navíos antes de enfrentarse a las 2.700 millas náuticas que les separan de su destino.

Muy pegadito a la barandilla que separa el acceso al pantalán del paseo se encuentra Pablo Barrera Rendó, de seis años. Sin separarse de su madre observa el movimiento de las pocas tripulaciones que van quedando en el muelle, si bien lo que más llama su atención son los peces que se dejan ver entre las embarcaciones. Es la primera vez que ha ido junto a su familia a ver la salida de la ARC y aunque el barco que más le suena de todos es el Titanic, "por un anuncio" que vio, si pudiese subirse a uno de los que tiene delante lo haría en el Pitanga, cuenta divertido. No es para menos ya que se trata de un yate de vela de crucero modelo Ostra 745 de 22,7 metros de eslora que, en este caso, navega bajo bandera inglesa.

Otro que también se ha fijado en este barco es Pedro Mujica Quevedo. Lejos del asombro infantil, su admiración es fruto de la experiencia, de quien conoce a fondo la mar y también la ARC. Y es que han sido varias veces las que ha participado en esta prueba que se celebra desde 1986 en Las Palmas de Gran Canaria. De hecho fue de los primeros canarios en embarcarse hacia el Caribe en una competición marítima así. "La primera vez fue en el año 85, y creo que en aquel momento la prueba se llamaba Caribbean Race", explica. Para ello se sumó a la tripulación de " El Puma, el barco de Rafael del Castillo". A esta experiencia le siguieron otras cinco más, la última en 2011 cuando ganó en la clase F de la ARC con un modelo Swan 42.

Sobre aquellos días de navegación recuerda de manera especial el momento de la llegada al puerto de Rodney Bay, en Santa Lucía. "Es el mejor momento, aunque las llegadas allí son complicadas porque son a sotavento y hay que coger calma para poder llegar. Como no sea así terminas desesperándote", explica. Aún así ese año fue uno de los vencedores y casi lo celebra con una vuelta al mundo marítima. Y es que, según cuenta, muchos de los participantes de la Atlantic Rally for Cruisers no ponen punto y final a la aventura transatlántica en el Caribe, sino que continúan la travesía. "Suelen ir en grupos para que sea algo más seguro y después de Santa Lucía lo que hacen es cruzar el Canal de Panamá, empiezan por todas las islas y terminan en Sudáfrica", arguye quien se quedó con las ganas por un accidente. "Casi engancho, porque yo iba a ir en el barco de un amigo catalán, pero unos días antes le pilló un temporal y destrozó la embarcación", recuerda.

Los temporales "son lo peor" a lo que uno se tiene que enfrentar en el mar, apunta tras haberle plantado cara a alguno que otro durante varios días. A pesar de ello, asegura que su idea es volver a repetir una o varias veces más en la ARC. De hecho, en cuanto pueda, tiene claro que se embarca. Y es que Mujica Quevedo navega desde que tenía ocho años y tiene 51, por no hablar de que también es patrón de vela latina y que acuña recuerdos de numerosas regatas, entre ellas la de Colón 92 en la que disfrutó con la salida "de los clásicos", de los buques escuela como el Juan Sebastián Elcano.

Por lo pronto, esta edición, Pedro Mujica ha tenido que conformarse con ir al Muelle Deportivo para ver la partida de los yates. Un evento que otras ediciones ha congregado a multitud de personas y que este año, sin embargo, ha estado más descafeinado. Basta con echar un vistazo al espigón, otras ocasiones lleno de curiosos y amantes de la náutica, y en esta edición considerablemente más vacío. "Para mí que hayan dividido la ARC ha sido un fallo porque antes esto se hacía solo un día y generaba mucha expectación y ahora está todo más repartido", comenta Mujica.

A ello se suma también que la salida grande de la regata ha tenido lugar en un fin de semana con bastante movimiento. Por un lado, muchas tiendas y centros comerciales abrieron sus puertas con la prolongación de los descuentos del Black Friday. Por otro, también ha tenido lugar el festival Gran Canaria Fashion and Friends en el entorno del parque Santa Catalina. Aún así, los fieles de la náutica como Juan Manuel Torres, que lleva 20 años sin faltar al Muelle Deportivo, no se perdieron una de las citas más importantes para la ciudad que hace ya más de tres décadas "cambió la imagen que se tenía en el mundo de Canarias".