La Provincia - Diario de Las Palmas

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in memoriam

Un gestor formidable

Germán Suárez esperaba en Triana, sentado ante el monumento a Juan Negrín, el paso de la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, de la Dolorosa, una de las vírgenes con más devoción popular en la Isla, y a la que acompañaba como cofrade su hija Ana. Era Viernes Santo y la multitud se estaba agolpando en las calles para el paso de la Magna Procesión. Rodeado de familia, bien protegido del frío de la noche, en cuerpo y alma, con una gorra visera y aún sin dejar el cigarro puro, allí estaba el pregonero de la Semana Santa de Las Palmas de Gran Canaria en 2015. Fue entonces nuestro último saludo. Pese a estar distinguido por las Cofradías y Hermandades, y con opción a un lugar destacado en el desfile, optaba por un discreto rincón en la calle Mayor para emocionarse, por última vez, con las imágenes que marcaron su vida. Allí renovó su fe ante la representación de la Pasión.

En la lírica se habla de abril como el mes más cruel, para Germán Suárez ha sido mayo. Cristiano, creyente y practicante, ha sido llamado por Padre Dios, en el que tanto confiaba y esperaba, en la misma calle de Triana. Su corazón, como el de la Dolorosa, fue atravesado.

Hombre cortés y firme, dispuesto a ayudar sin necesidad de exhibición, cumpliendo la exigencia evangélica de que la mano derecha no sepa lo que hace la izquierda, Germán Suárez ya ha alcanzado a ver la Luz que pregonó.

En este país tan dado a las envidias, en estos momentos tristes por su muerte repentina e inesperada, no faltarán algunos a los que cueste reconocer su éxito, familiar y profesional, y su laboriosidad; su ingente y sagaz gestión empresarial. Abuelo, padre y esposo querido y cariñoso, empresario lúcido, Germán Suárez Domínguez ha demostrado siempre un sentido profundo de la amistad, como atestiguan quienes han compartido con él toda una vida de labor y sacrificios personales.

Sus buenas maneras, su moderación, su equilibrio y su prudencia han dado frutos sin igual. Permanecen y se mantendrán constantes en el recuerdo de todos.

Maestro en el arte de la vida, del trabajo y de los negocios, deja un huella imborrable de gestor formidable. Supo convertir su grupo de empresas, el astillero, en una referencia internacional con un trabajo eficaz no exento de sombras en tiempos de crisis. Germán Suárez, con dedicación y entrega, deja a sus hijos y herederos el reto de mantener un emporio que está llamado a seguir siendo uno de los referentes empresariales de Canarias.

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