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Puerto | Las naves del misterio (IX)

Este Káiser también perdió la guerra

El mayor buque de pasajeros del mundo a finales del siglo XIX fue intervenido por el ejército alemán al principio de la Primera Guerra Mundial y acabó hundido en aguas del Sáhara

El trasatlántico alemán 'Kaiser Wilhelm der Grosse'. lp/dlp

A finales del siglo XIX, tres países dominaban la construcción naval. El Reino Unido, Estados Unidos y Alemania estaban en plena competición por dar forma a los buques más rápidos del mundo, naves que superaban la eslora, el tonelaje y la velocidad de cualquier embarcación conocida hasta la fecha y permitían dar respuesta al incremento en la actividad comercial y el transporte de pasajeros que se vivía en aquellos momentos. Entre ellos destacaba el Kaiser Wilhelm der Grosse, que se volvió habitual de las aguas cercanas a Canarias hasta que acabó bajo el mar cerca del Sáhara occidental en una de las escaramuzas iniciales de la Primera Guerra Mundial. El del Kaiser supuso el primer hundimiento de un trasatlántico en aquel conflicto, una contienda bélica de la que Canarias fue protagonista accidental debido a su ubicación geográfica.

La prensa grancanaria se interesó por el Kaiser casi desde su construcción. "Se muestran orgullosos -y con razón- los alemanes por ser el barco más veloz de todos los conocidos hasta ahora", publicaba el Diario de Las Palmas el primer día de febrero de 1899 en una reseña sobre el anuario de buques mercantes de aquel país. "Ha atravesado el Océano con un andar medio de 22,35 nudos por hora, en cinco días, veinte horas y algunos minutos", detallaba el vespertino. Ningún otro barco, "no obstante haberlos velocísimos", podía completar la travesía en tan poco tiempo.

Cualquier cosa que ocurría a bordo del Kaiser, aunque fuera en la otra orilla del Atlántico, era objeto de análisis en la prensa canaria. Así ocurrió en 1910, cuando el entonces alcalde de Nueva York, William J. Gaynor, fue víctima de un intento de asesinato cuando se encontraba a bordo del buque para dirigirse a Europa. Al parecer, un hombre llamado Jakob Katz accedió al trasatlántico a través de un bote y "con una frialdad completamente británica disparó tres tiros sobre el alcalde de Nueva York, hiriendo a este en el cuello". Gaynor pudo recuperarse y el agresor fue detenido.

Las menciones al Kaiser se multiplicaron en el Diario de Las Palmas a raíz del comienzo de la Primera Guerra Mundial, ya que el ejército alemán intervino el buque, preparado desde hacía tiempo con cañones ante la eventual posibilidad de que estallara el conflicto. Armado en corso, el trasatlántico navegaba por las estratégicas aguas cercanas a Canarias y se encargó de la detención, a mediados de agosto de 1914, de los vapores ingleses Arlanza y Galician. El primero se encontraba "a unas 16 horas de viaje al sur de Gran Canaria" cuando se topó con el Kaiser, que le ordenó parar tras dar un cañonazo e izar la bandera imperial alemana, según publicó el vespertino el día 18 de aquel mes. Los oficiales del buque germano accedieron a la nave británica y ordenaron al capitán que desmontara los aparatos de la telegrafía sin hilos, a lo que este accedió. Sin embargo, al poco los volvió a montar "lanzando radiogramas para avisar a la escuadra inglesa que se halla en estas costas".

La fortuna del Kaiser no duró demasiado. El 28 de agosto de 1914, el Diario de Las Palmas publicaba la noticia de su hundimiento, que había llegado a la Isla a través del buque carbonero Arucas, propiedad de una de las empresas alemanas que operaban en el Puerto de La Luz. "Hallándose con otros buques cerca de Río de Oro dando carbón al Kaiser, apareció un crucero inglés que empezó a cañonearles", relataba el cronista. El capitán había dispuesto "que precipitadamente pasaran a bordo del Arucas setenta y siete marineros alemanes", de modo que a bordo del trasatlántico solo permanecía "la gente necesaria para el manejo de los cañones". El buque alemán "presentó combate al crucero inglés negándose a rendirse y disparó a sus cañones, pero al poco tiempo este gran trasatlántico, destrozado por los cañones del Highflyer, se hundió" en la ría de Dajla, por entonces Villa Cisneros. "El sensacional suceso, tal y como lo hemos relatado, es rigurosamente exacto", subrayaba el periódico. Los tripulantes del Kaiser que llegaron a Gran Canaria a bordo del Arucas se adaptaron a las Islas y no era extraño que participaran de la vida social. Así, el Diario de Las Palmas publicaba en marzo de 1915 esta crónica deportiva: "Ayer celebrose un match de foot-ball entre el club Marino y un team formado por marinos del Kaiser Wilhelm resultando vencedor el primero, que se apuntó cinco goals". Algunos de los marineros incluso se casaron en las Islas y continuaron aquí sus vidas.

El Kaiser Wilhelm permanece en el mismo lugar, enterrado entre el agua y la arena junto a Dajla. Durante mucho tiempo, los restos del barco resultaban visibles a simple vista, hasta que parte de su estructura fue reti-rada a mediados de la década de 1950. En 2013, las autoridades marroquíes que adminis-tran la antigua colonia españo-la anunciaron que habían descubierto los restos del buque a unos 23 metros de profundidad tras una campaña submarina de tres días.

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