La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Museo Elder, dos décadas de sensaciones

La media anual de visitantes era de 155.000, de los que casi 45.000 eran escolares en horario lectivo

Museo Elder, dos décadas de sensaciones

"La Naturaleza no tiene la culpa de los planes de estudio previstos en escuelas y universidades".

(Jorge Wagenberg)

Los planteamientos que me hacía a principios de los años 90 eran que, aparte de las aulas o talleres que podían contener los centros educativos donde se realizaban actividades de enseñanza y aprendizaje de las distintas materias científico-técnicas curriculares y que estaban, casi en su totalidad, dedicadas a un sector de edad muy determinado, existían otros espacios, una nueva tipología de museo, los llamados Centros de Ciencia -Science Centers-. Espacios cuyas propuestas iban dirigidas a amplios sectores de la población que apostaban por una cultura científica y tecnológica basada en la comunicación inteligible y la participación, una cultura respetuosa con el distinto nivel de interés y formación de cada persona y preocupada más por motivar la búsqueda que por transmitir un mensaje cerrado. Lugares donde se estimulaba el innato deseo de aprender, se abrían horizontes y se despertaba la curiosidad. Espacios donde estaba "prohibido no tocar", o "no pensar", o "no sentir", o "no aprender" y donde la ciencia y la tecnología estaba presentes, ya sea en forma de " exhibits interactivos", piezas singulares, esculturas alegóricas, espectáculos de planetarios, cine de gran formato; o ya sea en forma de exhibiciones y concursos, unas veces de manera más concreta y otras de forma multidisciplinar.

Todos los centros interactivos que existían querían servir de puente, de traductor del lenguaje de los científicos a todos los ciudadanos. Querían hacer un acercamiento entre la ciencia y el visitante por medio de experiencias interactivas, demostraciones y otras formas de comunicación, que les permitían una mayor comprensión de los fenómenos que tenían lugar en la naturaleza, y un conocimiento de los aparatos (y su funcionamiento y evolución) propios de la tecnología. Y estos nuevos centros -unas veces llamados Museos de la Ciencia, Centros Interactivos de la Ciencia o Casas de las Ciencias y otras veces en forma de Planetarios, e incluso presentados en forma de exposiciones temporales, exposiciones itinerantes o carpas de la ciencia- se caracterizaban -y esto los diferenciaba de los museos y las exposiciones clásicas- en que habían evolucionado, habían cambiado, habían pasado de la vitrina al experimento, del "cuidado no toques" al "prohibido no tocar", de la etiqueta académica a la presentación de una información inteligible, del sentido único de la vista a poner en marcha casi todos los sentidos, de la preparación de respuestas a enfatizar la preparación de preguntas. En suma, trataban de favorecer lo que consideramos clave: la provisión de estímulos basados en los objetos y los fenómenos de la realidad para hacer posible la creación de un pensamiento tecnocientífico.

Para enlazar con la frase con la que empezamos este artículo, diremos que en los sistemas educativos la principal motivación para aprender es externa: se aprobará un examen, se conseguirá un título que ayudará a lograr un trabajo, se evitará la regañina del padre, etc. Sin embargo, en un Science Center, la motivación es interna. El visitante va porque quiere y el elemento fundamental por el que toma la decisión de ir es la curiosidad.

Había que materializar esos pensamientos y diseñé, con mil referentes, el Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología. Lo ubicamos, con muchos problemas, en el antiguo edificio Elder en el Parque Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria. Abrió sus puertas, después de un sinfín de retrasos, el 10 de diciembre de 1999. Ese día del año que es cuando se entregan los premios Nobel en Suecia, a mí me lo entregaron aquí en mi tierra, en mi ciudad, en el centro de la ciudad.

Desde el principio estuvo gestionado por una Fundación en la que era y es mayoritaria el Gobierno de Canarias, con una considerable participación de instituciones y empresas.

Con 6.800 metros cuadrados de superficie edificada y 4.600 metros cuadrados de superficie expositiva, se dotaron cuatro plantas con más de 200 exhibits, 150 de ellos interactivos, y dos áreas de exposiciones temporales. La planta baja contenía la sala Tecnos dedicada a la tecnología presentada de forma interactiva (áreas de energía, transportes, espacio, producción industrial y nuevas tecnologías) y la sala Pirinola dirigida a los más pequeños.

La planta primera contenía dos salas: Xploratorium y Gaia, llenas de contenidos interactivos de física, matemáticas, biología y medicina respectivamente, así como un Planetario, un Invernadero, un espacio exterior de meteorología y un Taller de Ciencias. Las plantas segunda y tercera presentaban una sala de cine de gran formato (Cinemax´70) y salas de exposiciones temporales y monográficas. El museo contenía elementos escultóricos singulares como un reloj de sol, la bola de agua, la locomotora de vapor La Pepa, el motor Sulzer, el morro del DC-9, la máquina audiocinética de bolas, y la escultura de hilos en su exterior y en los accesos.

Las exposiciones temporales y monográficas eran cuidadas con esmero en la programación anual del centro. Cada año se preparaba en forma de exposición una variedad de temas científicos, aniversarios, eventos y presentaciones tecnológicas e incluso artísticas. Desde el museo se organizaban múltiples actividades anuales: cursos, seminarios, conferencias, concursos, inauguraciones, actividades empresariales, etc. Regularmente el museo era visitado por personalidades de la ciencia y la tecnología, como astronautas, divulgadores, eminentes profesores,... Semanalmente se presentaban sus actividades educativas al profesorado. Diariamente se realizaban distintas actividades que complementaban la visita: proyección de películas de gran formato IMAX, espectáculos en el Planetario, talleres de prácticas científicas y actividades en diferentes áreas del museo. La media anual de visitantes era de 155.000 de los que casi 45.000 eran escolares en horario lectivo.

Con todo este bagaje llega a su 20 cumpleaños. Si primero fue la Gran Canary Coaling Company (o compañía del Carbón) y luego la Casa Elder & Demster Co desde el liderazgo de Alfred L. Jones, a la vitalidad de los Pavillard con el arranque de la ciudad moderna desde el Puerto, ahora con 20 años ininterrumpidos de funcionamiento del Museo Elder el mismo edificio ha vuelto a hacer vibrar la ciudad desde el Puerto con sus más de tres millones de sensaciones, las de sus entusiastas visitantes. Que viva 20 años más... y nosotros lo veamos.

Jacinto Quevedo Sarmiento. Exdirector del Museo Elder de la Ciencia y la Tecnonología.

Compartir el artículo

stats