La Provincia - Diario de Las Palmas

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Una capital muy animal

La ciudad ve en 2019 una cabra por Triana y hasta un caballo en Las Canteras, nada comparable con la leona y los elefantes de los años 60

Stellan Mörner e Inge Sickfeld pasean a la leona 'Tonny', de seis meses de edad y doce kilos de peso, por Triana camino del restaurante Columbus, el cual regentaba, en 1969. la provincia / dlp

Una cabra por Triana, una pareja de carneros sobre la hierba de la plaza de la Música y hasta un caballo bañándose en Las Canteras. El 2019 termina con unas cuantas mascotas de lo más variopintas paseándose por algunos de los lugares más emblemáticos de Las Palmas de Gran Canaria. Pero lo cierto es que las calles de la capital han visto animales mucho más exóticos en las últimas décadas. Algunos todavía recuerdan una familia de elefantes bañándose en las aguas de las Alcaravaneras y hasta una leona con correa a las puertas de Almacenes Cuadrado. Tiempos en los que las leyes, en cuanto a tenencia de especies salvajes se refiere, eran más bien laxas y los circos se entendían de una manera diferente a la actual.

Miércoles, 15 de febrero de 1967. El Diario de Las Palmas luce en portada una fotografía que no da lugar a equívocos: "La familia Dumbo se baña en Las Alcaravaneras", reza el titular. En la mañana del día anterior una pareja de elefantes enfiló por la calle León y Castillo hasta alcanzar la playa capitalina, escoltados por sus domadores, procedentes de uno de los circos que en aquel entonces frecuentaban la ciudad. Estos llegaban a la Isla con animales de gran porte, desde leones hasta chimpancés. Los cuales padecían largas travesías en barco, con las consecuentes molestias, sin contar el uso de látigos para "amansar" a las denominadas entonces "bestias".

No obstante, la escasa legislación contra la tenencia de especies exóticas en plena década de 1960 propició que esta particular familia pudiera pasearse por las calles de la capital. Según relató entonces el Diario de Las Palmas, ambos llegaron a la playa "enganchados de la cola del anterior con la trompa del que le seguía". Para, una vez en las Alcaravaneras, meterse "con ansia" en el agua para disfrutar de unos cuantos chapuzones "bien merecidos", relató entonces el vespertino, antes de volver al circo donde vivían en cautiverio.

Un espectáculo inédito que despertó la curiosidad de los que frecuentaban una playa eminentemente familiar. Algunos no dudaron a la hora de acercarse a tocar la piel de estos cuadrúpedos, tal y como constatan las fotografías de la época, cuyo autor fue Gerald Clayton. Varios, incluso, corrieron tras los animales mientras estos se revolcaban en la orilla, según se puede constatar a través de las imágenes.

Pero, esta no fue la única especie exótica que los bañistas de las Alcaravaneras pudieron presenciar hace ya más de 50 años. En marzo de 1967, las cámaras fotográficas de LA PROVINCIA captaron a un hombre tirando de una cadena metálica por la arena de la playa. Al otro extremo de la cuerda no había ni un perro, ni un gato. En lugar de eso, el hombre en cuestión llevaba sujeto un mono, de una especie sin identificar, amarrado por la cintura y con el cual "paseaba".

En la actualidad, la ordenanza municipal de animales de Las Palmas de Gran Canaria prohíbe expresamente "la circulación y tenencia" de especies exóticas o silvestres en vías y espacios de dominio público. Al mismo tiempo, la normativa señala que "su transporte queda condicionado a la obtención del pertinente permiso municipal". Una legislación muy diferente a la de décadas atrás, cuando era habitual ver a algunas personas con monos o papagayos en el parque Santa Catalina o Las Canteras reclamando unas pesetas por parte de los turistas y viandantes.

Esta documento quedó ratificado por la actual corporación municipal este mismo 2019. La misma legislación municipal establece que "la tenencia de animales exóticos y peligrosos, así considerados por su potencial comportamiento agresivo o por pertenecer a especies cuya tenencia en cautividad no es común, queda condicionada a la autorización por parte del Ayuntamiento". De esta manera, los dueños de aquellos monos que se paseaban por las playas de la capital hace 50 años quedarían ahora a expensas de un permiso con unas condiciones muy estrictas. Desde disponer de los medios suficientes para cuidarlo, tener de buena capacidad de alojamiento, además de imposibilidad de fuga y que no suponga un riesgo para la seguridad.

Una leona en Triana

Una de esas especies "cuya tenencia en cautividad es poco común" causó la sorpresa de muchos en junio de 1969. En aquel entonces, el matrimonio Mörner Sickfeld paseaba por Triana a Tonny, una leona de seis meses de edad y doce kilos de peso. Inge y el conde Stellan caminaban un buen día de primavera por las calles de la capital con su felino de la sabana tirando de una cadena. En la otra mano, tenían un perro. Y así hasta llegar a las puertas del restaurante Columbus, el cual regentaban. Un recorrido que realizaban todos los días, según publicó entonces este diario.

"Cuando intentamos marcharnos, al igual que un gato, el animal rozó su fuerte lomo por nuestras piernas" según relató José Vera Suárez en este diario hace 50 años. El periodista señaló que al acariciarlo Tonny "emitía unos ruidos poco tranquilizadores". Por aquel entonces, la leona, "cariñosa y simpática" menos cuando enseñaba "sus respetables colmillos", consumía a diario un litro de leche y dos kilos de carne, señaló el conde. El animal causó furor en Triana, incluso una señora llegó a preguntar "¿Qué raza de gato es?".

Inge Sickfeld llegó incluso a pasear a Tonny por Las Canteras, cuenta Vera Suárez. El matrimonio ya tenía experiencia en cuidar leones, uno de estos acabó en el Circo Alemán unos años antes, mientras que otra la entregaron al zoológico municipal, situado entonces en el parque Doramas. "Allí me prometieron que cuando tuviese cachorros, corresponderían regalándome uno", apuntó la señora entonces.

Precisamente, son muchos los que recuerdan aquel pequeño zoológico del Doramas. Inaugurado el 18 de julio de 1958, el lugar se hizo muy pronto popular en la ciudad. En 1965 el Diario de Las Palmas informaba de que el parque superaba las 10.000 visitas mensuales y unos 200 ejemplares repartidos en más de un centenar de especies. Este mismo periódico llegó a afirmar en aquella década de 1960 que varios padres llegaban a "amenazar" a sus hijos, en caso de realizar perrerías, con no llevarlos el domingo a ver al "mono" Felipe.

Felipe era en realidad un chimpancé. Un animal que vivió entre estrechas rejas la mayor parte de su vida. Incluso llegó a estar sujeto y amarrado con una cadena metálica por el cuello. Mientras, las multitudes acudían hasta el Doramas para observarlo y reírse de sus supuestas gracietas. Este simio "leía" el periódico, fumaba cigarrillos y se metía dentro de un saco a modo de mata. Pero, al mismo tiempo, muchas personas no dudaban a la hora de fastidiarle la vida. Según relataba El Eco de Canarias en sus páginas de 1969, varios desaprensivos llegaron a darle cerillas encendidas para quemar sus dedos o pitillos al revés para marcar su lengua.

Hasta llamas

Una tortuga gigante y varios flamencos fueron otros de los animales más destacados del zoo. Leones, serpientes, cisnes negros, ciervos, cocodrilos y hasta llamas completaron el repertorio de este parque. Todos ellos vivían en un reducido espacio, no obstante, el propio Diario de Las Palmas reflejaba en sus páginas ya en 1969 cómo muchos turistas habían denunciado la falta de limpieza y las malas condiciones del mismo. Pero, el Ayuntamiento tardaría casi 30 años en cerrarlo y remodelar el Doramas.

El veterinario Augusto Fierro fue el encargado de anestesiar a los animales que todavía quedaban en el parque Doramas en la década de 1990, tal y como resaltó en una entrevista en el último ejemplar del Diario de Las Palmas, hace ahora 30 años. Según el listado que aportó, el zoo contaba en su cierre con cinco leones, dos osos polares y varios lobos y monos, entre ellos el chimpancé Felipe. Atrás quedaron aquellos tiempos de fieras en la ciudad. En aquel entonces las críticas se multiplicaban en contra del zoo, hoy todo aquello ha quedado en el recuerdo. Hasta tal punto que la ordenanza municipal prohíbe tener animales en los circos. En este siglo lo más parecido a una especie "exótica" que verán los capitalinos será la cabra Ivanna por Triana.

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