La Provincia - Diario de Las Palmas

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Crisis del coronavirus La ciudad vacía

Difuntos con las flores marchitas

Los cementerios de la capital están "en alerta" por si hay un aumento de la mortandad por el Covid-19

Fachada del cementerio de San Lázaro el pasado lunes, cerrado por el estado de alarma y sin puesto de flores. JUAN CASTRO

Han pasado más de dos semanas. El sábado 14 de marzo, día en el que el Gobierno central declaró el estado de alarma, dos hermanas agarradas de la mano cruzaron el umbral de las puertas del cementerio de San Lázaro de la capital grancanaria para depositar un ramo de crisantemos sobre la tumba de su difunta madre. Desde entonces, nadie más ha podido volver a rendir homenaje a la memoria de sus seres más queridos. Los campos santos de los pueblos y ciudades de las Islas han permanecido cerrados, salvo para nuevos entierros, los cuales también se han visto sacudidos por el miedo a contagiarse de Covid-19. De hecho, el Ministerio de Sanidad decretó el pasado lunes que a las inhumaciones puede ir un máximo de tres personas, además de prohibir velatorios y funerales, independientemente de las causas de la muerte del finado.

En los campos santos están siendo días de difuntos con las flores marchitas. "Ya estábamos viendo entierros con solo cuatro o cinco personas, van a ser semanas muy duras para las familias a partir de ahora, para nosotros también", señala Marina Bethencourt, directora de Canaricem, empresa gestora de los cementerios de Las Palmas de Gran Canaria. "Esperamos no tener que controlar en las entradas quién puede pasar y quién no", indica, en referencia a la nueva restricción de un máximo de tres allegados por inhumación.

Sanidad intenta cortar de raíz nuevos focos de expansión del Covid-19, al no poder asegurar que puedan cumplirse las medidas de distanciamiento en un momento tan delicado como la pérdida de un ser querido. Y es que el ministerio que dirige Salvador Illa todavía tiene en mente el multitudinario sepelio de finales de febrero en Vitoria, a raíz del cual se contagiaron más de 60 personas de Álava y La Rioja. No obstante, ya en las últimas semanas la mayoría de ciudadanos han tomado conciencia, señala Bethencourt, por lo que los cementerios han quedado un poco más en silencio que de costumbre. De hecho, los velatorios de los fallecidos por la pandemia llevan prohibidos desde el momento en el que se decretó el estado de alarma.

Desde el comienzo del estado de alarma la empresa gestora de los cementerios capitalinos -San Lázaro, Puerto, Vegueta y Tafira- ha organizado a sus empleados por turnos, en los que se van alternando entre enterradores, limpieza, administración y peones. "La ampliación de la zona de nichos no podemos paralizarla, podemos llegar a tener un exceso de mortandad", señala Bethencourt. Y es que el sector funerario está prevenido, "en alerta", por si se produce un brote de coronavirus en la ciudad. Aunque por el momento el número de enterramientos entra dentro de "lo normal", recalca.

"Hemos contratado a tres personas más en marzo, en previsión de un aumento de la mortandad", explica Bethencourt. "Realmente esperamos que no se llegue a la situación que hay en otras comunidades autónomas", señala. Por el momento, Gran Canaria acumula 15 fallecidos por coronavirus. Una cifra muy distante a la de la capital de España, donde ya han superado los 3.600 fallecidos, y donde han tenido que transformar en morgues temporales instalaciones deportivas -la pista del Palacio de Hielo- y la frustrada Ciudad de la Justicia madrileña -la cual incluía un nuevo Instituto Anatómico Forense-.

En los cementerios de la capital grancanaria, concretamente en San Lázaro, se han producido ya tres inhumaciones de fallecidos por Covid-19, la última este lunes por la mañana. Los enterradores siguen un protocolo especial con guantes, mascarilla y un mono protector de plástico con mangas largas y botas, según detallan desde Canaricem. Además, todos los féretros vienen especialmente sellados desde las funerarias, pues estas siguen los criterios decretados por el Ministerio, entre los que se incluye no realizar ningún tratamiento al difunto e introducirlo en una bolsa sanitaria estanca biodegradable en el lugar del deceso.

"También estamos realizando una limpieza y desinfección más exhaustiva de todas las instalaciones", explica Bethencourt. Un batallón contra posibles infecciones a base de agua y lejía, el cual hace hincapié en elementos que antes se repasaban con productos menos invasivos, como puede ser el mobiliario de oficina, según detallan desde Canaricem. Además, los operarios, especialmente enterradores y limpiadores hacen uso de las protecciones de guantes y mascarillas siempre que tengan que trabajar a distancias inferiores a las recomendadas por las autoridades sanitarias para mantener a raya al coronavirus. El campo santo de San Lázaro está sin duda lejos de la aparente normalidad. Los puestos de flores que había hasta hace una quincena larga han desaparecido. Sin allegados que vayan a recordar a sus difuntos, las rosas y margaritas poco a poco han ido marchitándose. Un escenario triste, más teniendo en cuenta que los primeros días del estado de alarma han coincidido con el 19 de marzo, día del padre, una de las fechas con mayor afluencia de público en los cementerios, explica Bethencourt.

"Es uno de los días clave del año, en los que más movimiento se ve", señala. El día de San José, más comúnmente asociado ya al del padre supone para muchas floristerías aumentar su producción y el género a la venta y, al mismo tiempo, los puesteros contratan más personal a modo de refuerzo, con el siguiente perjuicio económico para el sector, comenta Bethencourt. Todo un dispositivo que este año se ha visto truncado por el estado de alarma, el cual fue decretado tan solo seis días antes, en pleno fin de semana cuando algunos familiares de los difuntos ya se estaban acercando a recordar a sus progenitores ya fallecidos.

"El primer día tras el decreto si vino gente, porque no sabían si el cementerio iba a estar abierto o no, pero después se han ido informando y como mucho ha habido varias llamadas preguntando, para saber si podían venir a poner flores", señala la directora. De hecho, los campos santos municipales de la capital cerraron el pasado 15 de marzo. Desde entonces, tan solo se realizan entierros y las oficinas se encuentran operativas en un horario reducido de ocho a 12.

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