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Crisis del coronavirus La vuelta a la nueva normalidad

La Puntilla revive al sol

Los bañistas retoman sus costumbres playeras y toman las terrazas v La reapertura de restaurantes permite a los pescadores de la zona recuperar poco a poco su actividad

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Desescalada de la crisis del coronavirus en Canarias | La Puntilla

Igual que un día de fiesta. La playa y el paseo de la zona de La Puntilla ofrecían ayer un paisaje repleto de centenares de personas disfrutando del salitre, el mar y del sol y también de las terrazas. La mayoría aprovechó para darse un bañito y tomar el sol después de varios meses tragándose las ganas de salir a tomar el aire por el confinamiento.

Los ciudadanos siguen acudiendo con entusiasmo a disfrutar del reencuentro con los amigos y familiares y de las terrazas de la zona y los restaurantes, que ya están abriendo los comedores interiores desde el pasado lunes y se preparan ahora para la gran afluencia que se espera el próximo sábado por el Día de Canarias.

Muchas de las delicias del mar que sirven estos restaurantes se encargan de pescarlas los marineros de la zona. Entre los pocos que quedan todavía en el oficio está Paco Lucas, uno de los marineros más antiguos de La Isleta, un personaje conocido y querido en la zona.

Se ha pasado dos meses en dique seco por el confinamiento, aunque como él dice, con los restaurantes cerrados tampoco tenían a quien vender el pescado a no ser los vecinos.

"Hemos estado pescando de todo, bocinegros, gallos, viejas, meros, sargos, salemas, todo lo que se ha metido dentro. Lo vendemos a los restaurantes pero también a los vecinos, gracias a ellos vamos escapando todos los días", explica Lucas, que aprovecha para quejarse de la presión que sufren los pescadores por parte de la Guardia Civil.

"Está todo el día encima de uno como si fuéramos ladrones, que si papeles de esto, que si papeles de otro; no puedes llevar ni siquiera a un hijo tuyo para que aprenda, sin estar asegurado. Demasiadas exigencias para un barco tan pequeño de siete metros", se queja este marinero, mientras aprovecha para reparar su barca. El nuevo papa se llama la embarcación, afirma mientras aclara que el nombre no es suyo porque lo compró de segunda mano.

Lucas da por casi perdido el año de pesca porque a partir de septiembre el mar se pone feo y es difícil salir a pescar, pero él tampoco se apura. "Esto ya practicamante se acabó porque septiembre es criminal", avisa.

Tiene 70 años y son muchas ya las malas rachas que atesora en su memoria.

"Ha habido muchos años malos. Hace unos quince o así hubo un reboso impresionante que no podíamos salir al mar, se soltaron las amarras y tuvimos que venir de madrugada a echar un ancla para poder fondear", recuerda. Y añade que el invierno "es lo peor cuando hay reboso. Es criminal, tenemos que jugárnosla para salir por aquí y si no dar la vuelta e ir para el muelle. Muchas veces tenemos que hacer eso. En el mismo verano hay mucho reboso también".

En cuanto al coronavirus, le molesta que la gente no tome precauciones. "Hay que tener miedo con esta pandemia. Lo que pasa es que la gente no cumple la normativa. Hay que respetarla, si te quieres curar tienes que hacerle caso al médico", sostiene.

Mientras Paco Lucas le da una nueva vida a las maderas de su barca, guiándose con el escantillón en el embarcadero de La Puntilla, Acozayda Perdomo, una isletera que vive en Escaleritas, disfruta del día en una terraza a pocos metros.

Esta semana se ha desquitado de su magua por no poder ver el mar y ha recuperado con la alegría de una niña chica los baños mañaneros en Las Canteras y el aperitivo posterior en la terraza. "Lo que más he echado de menos es el mar. A mí el mar me dala vida. Normalmente vengo y me pego un bañito a primera hora", explica Acozayda, a quien el confinamiento la cogió de baja médica, recuperándose de una operación de cervicales.

Ella es una de las clientes fieles de la terraza del restaurante La Oliva y ya ha perdido la cuenta de los años que lleva viniendo. "¿A quién no le gusta venir a Las Canteras?, se pregunta, mientras asegura que estos días ha estado gozando. Uno de los dueños del restaurante, César López, asegura que no se puede quejar de la clientela, que ha estado llenando el aforo permitido de la terraza desde que abrió al principio de la fase uno de desconfinamiento.

El de ayer no era uno de los mejores días, porque la gente prefirió tirarse en plancha a la arena. "Estamos trabajando a tope, pero estamos llenando al 100% el aforo permitido. Desde que abrimos ha ido muy bien", explica el hostelero que no ha querido abrir el interior de su restaurante, pese a que puede hacerlo desde el lunes pasado.

"Estamos acondicionándolo un poco porque tenemos my poco aforo y tampoco creo que sea un buen momento para abrir en el interior. Hemos sacado ya a un 70% de los trabajadores que teníamos en el ERTE. El interior puede tener algo de riesgo para nosotros y para los clientes. Tenemos otro local que no tiene terraza y tampoco lo hemos abierto por la misma razón", explica.

El empresario no se ha molestado tampoco en solicitar la ampliación de la terraza porque reconoce que en la zona donde está no hay mucho espacio del que tirar.

"Creo que hay unas necesidades en el paseo también porque tiene mucha afluencia. Si me acotan un espacio en la playa y me dan un trocito, pues vale, pero en el paseo no hay más espacio. Yo creo que esa guerra está perdida. Hay que esperar a que vuelva la nueva normalidad", explica López, que añade que "los clientes están contentísimos, disfrutando más que nunca. Valoran mucho estar aquí. Durante la primera semana no se vendía nada de agua. Ahora han vuelto un poquito a la normalidad, pero se notó que soñaban con el grifo de cerveza".

Los hábitos culinarios de la clientela siguen siendo los mismos y han vuelto con ganas a las frituras de pescado, calamares y verduras en aceite de oliva, aunque también están los que prefieren los arroces y las carnes. "Ojalá que la terraza se mantenga como está ahora. Si sigue así, vamos bien", dice.

En el restaurante La Marinera ocurre otro tanto de lo mismo. Por ahora sólo se ha abierto la terraza y se prepara la puesta en marcha del comedor para este fin de semana festivo. El 90% del aforo ya está reservado, asegura el encargado Jesús Calixto Santana, quien considera que la "clientela habitual está respondiendo bien y la no habitual, también. Ya les hemos dicho a clientes que han llamado que no hay mesa". Este fin de semana volverán a correr por las mesas los pimientos de Padrón, la ensalada, los tacos de atún salteado con soja y también el cherne, el gallo, el bocanegra o la sama.

Algunos de los trabajadores del restaurante Somos Costeros-Mangú preparan el restaurante para la apertura el próximo sábado. Juan Pérez Trejo, uno de los empleados, asegura que "no valía la pena abrir" porque la terraza tiene muy pocas mesas.

"La terraza es bien pequeña. Se supone que vamos a poder poner las siete mesas, que es la mitad del aforo. Eramos más trabajadores, pero sólo quedamos dos. Yo me salvé", explica Pérez, que es colombiano cien por cien, "como el café y como la coca".

No es muy optimista en relación con la recuperación de la normalidad porque considera que esta pandemia "es una guerra sin balas, una guerra disimuladita y tardará porque esto es un proceso muy largo".

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