La playa de Las Canteras muestra por fin una cara diferente con respecto a las últimas semanas, que se traduce en cientos de rostros parapetados tras la mascarilla contra los brotes de contagios la Covid-19 en las islas. Desde que el Boletín Oficial de Canarias (BOC) publicara el pasado viernes las nuevas medidas aprobadas en la jornada anterior por el Consejo de Gobierno, marcadas por el uso obligatorio de la mascarilla al aire libre, incluso aunque se mantenga la distancia interpersonal de seguridad de un metro y medio, las riadas de gente que confluyen en la avenida o los accesos de la playa capitalina lo hacen con su mascarilla, con el objetivo común de frenar la creciente propagación del coronavirus en la Isla.

"Desde que el Gobierno estableció estas nuevas restricciones, se nota el cambio", afirmó ayer Carmen Marrero, que regenta un puesto diario de ropa y bisutería situado en la misma avenida, a la altura del Hotel Reina Isabel. A unos metros de su stand, la Policía Local Canaria permanece alerta desde uno de los accesos a la playa para comprobar el cumplimiento de las medidas de prevención y de seguridad. Les secunda la advertencia del altavoz que, cada cierto rato, recuerda que esta batalla solo se gana si cumplimos todos.

La estampa de Las Canteras sí es totalmente diferente este fin de semana: no solo una amplísima mayoría de los transeúntes pasea portando su mascarilla, sino que las entradas, salidas y desplazamientos en la playa se efectúan con este equipo fundamental de protección individual, al igual que los consumidores en las terrazas contemplan las vistas protegidos con sus mascarillas, salvo en el momento exacto de comer o beber.

Tambien las hileras de terrazas situadas a pie de playa se retrotraen a las últimas fases de la desescalada, dado que no pueden aglomerarse más de 10 personas alrededor de una mesa, como tampoco en el interior de los establecimientos, ni en la arena ni en la avenida. Y como novedad en este nuevo paquete de medidas contra la Covid-19, nadie fuma en las terrazas ni en espacios abiertos si no se garantiza la distancia de seguridad.

Por otra parte, tanto en las playas como en las piscinas, el uso de la mascarilla no es obligatorio en el agua ni si se toma el sol en un punto localizado que garantice la distancia de seguridad con otras personas. Pero los paseos en la orilla sí exigen portar la mascarilla, así como los desplazamientos en la arena.

Por esta razón, la familia de Reyes Lázaro acudió ayer a su emplazamiento habitual en la playa de Las Canteras y trazó en la arena con los dedos de los pies un perímetro de dos metros para garantizar un espacio seguro. Aunque la familia suele disfrutar de sus vacaciones de verano en el sur de Gran Canaria, este año optaron por quedarse en la ciudad, pero aseguran que "las vacaciones pueden disfrutarse igual, solo tenemos que cumplir las medidas para que esto termine cuento antes".

En este sentido, Reyes Lázaro recuerda que "es de sentido común obedecer las nuevas reglas ante la que se está viniendo encima de nuevo". "Somos un Archipiélago que vive del turismo y nosotros mismos tenemos muchos parientes que viven del turismo", apunta. "No queda otra que hacer este esfuerzo y ser responsables".

Afincados en Las Canteras desde comienzos de agosto, advierten que el endurecimiento de las medidas contra la Covid-19, que aún es pronto para que se traduzca en un descenso de nuevos contagios, sí ha sido efectivo en cuanto a una mayor responsabilidad cívica. "El mismo viernes en que se publicaron de forma oficial seguía habiendo mucha confusión, pero hoy [por ayer] ha habido una mejora efectiva", afirma Reyes Lázaro. Por su parte, además, asegura que la familia se ha esforzado por transmitir a los más pequeños la importancia de cambiar las reglas del juego en cuanto a su interacción con otros menores.

"A los niños les decimos que no jueguen con otros niños y que mantengan la distancia de seguridad en la orilla, en la arena y en el agua", explican. "Te da mucha pena, pero tenemos que remar entre todos". Ayer por la mañana jugaban en el interior de este perímetro rectangular, donde cabían sillas, neveras, sombrillas, palas y geles hidroalcohólicos. Solo los menores de 6 años quedan exentos del uso obligatorio de las mascarillas, así como las personas con enfermedad respiratoria, discapacidad o alteraciones de conducta.

Asimismo, la pareja formada por Patricia y Enrique, naturales de Huesca y de Gran Canaria, respectivamente, pero afincados en Madrid, escogió la capital grancanaria como destino de sus vacaciones. Justo ayer cumplían 10 díez de estancia y todavía les quedan otros tantos hasta el próximo 23 de agosto, y en este ecuador de su estancia observaron el mismo cambio en el comportamiento ciudadano.

"Yo diría que más del 90% de la gente ya respeta el uso obligatorio de la mascarilla", celebraba Enrique. "Durante la primer asemana en que estuvimos aquí, casi nadie la llevaba por la calle, y mucho menos en la playa". Sin embargo, reconocen que la obligatoriedad del uso conlleva un esfuerzo importante, sobre todo, en los días de calor en Las Palmas de Gran Canaria. "Pasear con la mascarilla en la playa es agobiante", admite Patricia, "sobre todo, en la orilla de la playa, donde se concentra más gente, cuesta un poco, pero no queda otra".

Con todo, una de las inquietudes de muchos ciudadanos en torno a las excepciones al uso obligatorio de la mascarilla se refiere al caso de los deportistas, puesto que en la jornada de ayer muchas personas hacían running en plena avenida con su mascarilla amarrada en el codo. "No es que no lo vea justo, sino que no lo veo lógico desde el punto de vista de la seguridad", puntualizaba ayer Carmen Marrero.

"Creo que, tarde o temprano, esto terminará por regularse de otra manera, porque los deportistas, sin mascarilla, se ponen en riesgo a sí mismos y a los demás cuando corren sin ningún tipo de protección en horas puntas con la playa llena de gente", reflexiona. "Supongo que se establecerán horarios o algo por el estilo, porque por lo pronto parece un fallo en la nueva normativa".

Por otra parte, Marrero celebra que, entre el pasado viernes y la jornada de ayer, no ha visto a gente que fume en la avenida, que era uno de los cambios principales que entrañaban las nuevas medidas de restricción. "La gente se aleja para fumar por las calles de atrás y así poder hacerlo con la distancia de seguridad", señala. "La verdad es que, para bien y para mal, la amenaza de la multa funciona", concluye. "Yo estoy aquí fija todos los días, incluidos los fines de semana, y soy muy observadora, y parece que por fin nos hemos puestos serios, aunque hayamos tenido que llegar a este extremo para aprender".